miércoles, 10 de septiembre de 2014

El golpe del 30 y el inicio de la primera industrialización argentina

Ni Década ni Infame. A 84 años del inicio de un tiempo esplendoroso 
Por Nicolás Márquez - La Prensa Popular



En lo que iba del año 1930 no se había llevado a cabo ninguna sesión ordinaria en el Congreso. Las provincias opositoras eran intervenidas, y el país padecía la incapacidad de un gobierno paralizado y agonizante. Fue en ese contexto, cuando el 6 de septiembre de 1930 el General José Felix Uriburu desfilaba acompañado por sólo tres escuadrones de caballería y 600 cadetes, en un marco de júbilo popular que colmó la Plaza de Mayo con el fin de deponer al demagógico gobierno de Hipólito Irigoyen, quien sin resistencia alguna, no vaciló en renunciar. Parecía un efecto “boomerang”, pues Irigoyen supo participar de todas las conspiraciones e intentonas fallidas de golpes de estado (la última fue en 1905), y precisamente él iba a ser luego el primer presidente depuesto por uno de ellos. El antecesor de Irigoyen, Marcelo T. de Alvear, había culminado su mandato en 1928, y esta fue la última vez en la historia en que la UCR. pudo terminar un gobierno completo.

El de 1930 no fue un golpe ¨anti-radical¨: relevantes hombres del radicalismo como el ex Presidente Alvear, el ex Vicepresidente Mosca, y el ex Gobernador de Bs.As. Crotto, o Melo y Gallo (cabeza de lista de diputados de la UCR)  reivindicaron luego el ¨golpe¨. El propio ex Presidente radical Marcelo T. de Alvear (antecesor inmediato de Yrigoyen), en un reportaje para el diario Crítica desde París, también lo reivindicaba y con lenguaje socarrón arremetía: “Tenía que ser así. Yrigoyen con una absoluta ignorancia de toda práctica de gobierno democrático, parece que se hubiese complacido en menoscabar las instituciones. Gobernar no es payar. Para él no existía ni la opinión pública, ni los cargos, ni los hombres. Humilló a sus ministros y desvalorizó las más altas investiduras. Quien siembra vientos cosecha tempestades”[1]. De inmediato, la Corte Suprema reconoció al gobierno provisional. El historiador radical Félix Luna cuenta que “La ciudad entera acompañó a los cadetes del Colegio Militar desde San Martín hasta Plaza de Mayo, entre apretadas filas de hombres, mujeres,  ancianos y niños que los victoriaban y arrojaban flores a su paso”[2]. El pensador Vicente Massot  agrega que “El derrocamiento de Hipólito Yrigoyen se pareció más a un desfile militar que a cualquier otra cosa…El 6 de septiembre el gobierno yrigoyenista ya estaba vencido. Careció de voluntad y de la inteligencia estratégica necesarias para desbaratar la conspiración cuando todavía podía hacerlo. Pasado ese momento, su inacción y su incapacidad lo condujeron a un final que a nadie sorprendió”[3]. Al día siguiente de producido el derrocamiento, el diario La Nación en su editorial comentaba “nunca en la Argentina un gobernante quiso mostrarse y se mostró más prepotente, mas omnisciente, ni llegó a dejar mayor constancia de su incapacidad de actuar, respetar y ser respetable”. El  ocho de septiembre el editorial del mismo diario complementaba: “la manifestación incontenible de un pueblo que, como ya lo dijimos ayer, fue llevado a un extremo que él hubiese deseado evitar, pero que se hizo inevitable porque vivía bajo una prepotencia como régimen  o sistema de gobierno que importaba la subversión total de la democracia y del régimen jurídico constitucional”.


Pistola HAFDASA Ballester Molina, producto de incipiente industrialización argentina

Si bien el entonces capitán y futuro dictador Juan Domingo Perón se ufanaría luego de haber tenido algún papel destacado en la revolución, según Joseph Page “el capitán Perón tuvo una participación marginal en el desarrollo de los acontecimientos”[4]. Sin embargo, el rol de Perón en el golpe del año 30´ no sólo es confirmado por un sinfín de documentos (incluso fotografías inequívocas de la época), sino que él mismo le confesó detalles a Tomás Eloy Martínez acerca de su rol en su primer golpe de Estado de la historia Argentina: “Yo estaba en la escuela superior de guerra en ese entonces, en 1930 se produce un movimiento general en el ejército, en el ejército nadie escapó a esa revolución y todos estábamos más o menos comprometidos (…) yo en ese entonces era capitán (…) nosotros éramos todos oficiales que participábamos de la revolución porque era una revolución militar y eso pasa por espíritu de cuerpo (…) no era difícil entrar, yo fui partícipe en la medida en que fueron los demás, sin ninguna decisión personal y siguiendo el movimiento que se estaba realizando (…) yo no creo que a Irigoyen lo voltearon, Yrigoyen cayó, era un gobierno popular, era un gobierno realmente representativo, pero totalmente inoperante frente a los grandes problemas que se presentaron, en ese momento yo creo que estaba todo el mundo contra el gobierno”[5]. En efecto, mal que le pese a los hagiógrafos del peronismo, su líder estaba exultante de alegría y calificó el golpe como “un milagro”, añadiendo que “Ese milagro lo realizó el pueblo de Buenos Aires, que en forma de avalancha humana se desbordó en las calles al grito de ´viva la revolución´”[6]. Razones no le faltaban a Perón para tamaña alegría personal: al día siguiente del derrocamiento de Irigoyen fue designado secretario privado del nuevo ministro de Guerra[7].

El Gral. Uriburu se constituyó así en el primer Presidente de facto de la historia nacional; gobernó un lapso breve (un año y medio), al poco tiempo se reanudaron los comicios y la actividad política, consagrándose Presidente el ex Ministro radical Agustín P. Justo. Empero, las jornadas electorales de los años ‘30 no gozaban de la transparencia debida: el fraude fue una práctica constante en esos tiempos. Con Uriburu, en 1930, se inauguró un período histórico que fue bautizado como la ¨década infame¨. El apodo que signa dicho lapso resulta a todas luces injusto. Por empezar, se le llama “década” al período que va desde 1930 a la revolución del 4 de junio de 1943 (que excede los diez años). Y en cuanto a la presunta infamia, cabe preguntarse:  ¿Infame comparado con qué y con quién?. En efecto, es erróneo juzgar los aconteceres históricos con la moral de hoy, aplicando la tabla de valores actuales a la comprensión de hechos pasados, cuando esa tabla no existía. Debe tenerse en cuenta el contexto de entonces.

En octubre de 1929, en EE.UU. 11 hombres del establishment se suicidaban, se estrenaba una depresión sin precedentes que duraría diez años. Millares de norteamericanos se arrojaban desde los rascacielos al ver pulverizadas sus fortunas. En 1931 hubo 5996 quiebras. En 1932 se habían esfumado 74 mil millones de dólares, 5 mil bancos cerraban, 86 mil empresas se derrumbaban, el precio del trigo se envilecía. En 1933 la desocupación trepó al 25%. En 1934, el 27% de la población urbana no poseía ingreso alguno[8].


Camiones y vehículos fabricados por la Hispano Argentina en la década del 30


A la empobrecida Latinoamérica no le iba mejor: la región padecía grotescas dictaduras. Getulio Vargas en Brasil, el Gral. Gómez en Venezuela y el Gral. Ibañez en Chile, México dejaba atrás dos décadas de guerra civil y se instalaba el hegemónico PRI, Trujillo manejaba a su antojo República Dominicana, Paraguay y Bolivia se debatían en guerra, lo mismo hacían Perú y Ecuador. Centroamérica tambaleaba al compás de inacabables guerras civiles de todo orden.

En Europa, Italia se hallaba bajo el mando de Mussolini, Alemania bajo el poderío hitleriano, España padecía guerra civil (con un 1.500.000 muertos), Rusia sufría el sanguinario despotismo iniciado por Lenin y continuado por Stalin (con 25.000.000 muertos), y a todo esto se le suma la gestación de la Segunda Guerra Mundial que estalla en 1939, la cual deja un saldo inédito de muertes y miseria con 55 millones de muertos conforme aseguran los estudios más reconocidos.

En todo ese período, la Argentina fue tierra de paz. No tuvo guerras, la libertad de prensa no era cuestionada, el Congreso funcionó a pleno y la independencia del Poder Judicial nunca se puso en tela de juicio. La gran depresión económica fue superada rápidamente. En 1939 el PBI real de la Argentina era un 15% superior al de 1929 (en ese lapso el PBI de EE.UU. sólo creció un 4%). En 1934 la producción industrial equivalía a la agropecuaria; finalizando la década lograba duplicarla. El mito del “peronismo industrializador” oculta que el pasaje de la economía agropecuaria a la industrial se produjo entre 1935 y 1946 y que durante los gobiernos de Justo, Ortiz y Castillo (los dos primeros con orígenes en el radicalismo y ex Ministros del Presidente radical Alvear) el desarrollo industrial alcanzó picos más altos que en el peronismo. Por ejemplo en 1935  la cantidad de establecimientos industriales era de 39.063 (ocupando a 44.582 obreros) conforme el primer censo industrial y ya en 1946 llegaron a ser 86.449 (ocupando a 938.387 obreros). El porcentaje de aumento de la población obrera en ese lapso fue del 75,4%[9] mientras que durante el período peronista (1946/54) fue del 11,7%. Asimismo, entre 1937 y 1946 el crecimiento industrial aumentó el 62%, mientras que en el lapso peronista (1946/2954) fue del 17%[10]. En 1939 la producción de Argentina era equivalente a la de toda Sudamérica junta, teniendo el 14,2% de la población y el 15.3% de la superficie total del continente[11]. No había desempleo, casi no existía analfabetismo, miles de europeos que escapaban del totalitarismo y la miseria eran recibidos a diario con los brazos abiertos. Las desigualdades sociales (que existían) eran sensiblemente menores a las del resto de Latinoamérica. Entre 1930 y 1943 la inflación fue nula. El crecimiento del salario real tuvo un promedio del 5% anual entre 1935 y 1943[12].

En 1937, el PBI per cápita de Italia no alcanzaba al 50% de Argentina, y el de Japón no llegaba al tercio. Fluían a borbotones opulentas construcciones, palacios e imponentes edificios (los estadios ¨Luna Park¨, ¨La Bombonera¨, ¨El Monumental¨ y la apoteótica calle Corrientes de Bs.As. emergía con la construcción de teatros como el ¨Opera¨ o el ¨Astral¨ y numerosísimos cines y predios artísticos). La movida cultural crecía a pasos agigantados. Se filmaban decenas de películas por año (desde 1937 Argentina ocupó el primer lugar en la producción hispanoparlante) en crecimiento constante: en 1936 se estrenaron 15 largometrajes; en 1937, 28; en 1938, 40; en 1939, 50; en 1941, 47 y en 1942 (último año de los gobierno conservadores) se llegó a 56 filmes. Todo esto no sólo era un logro cuantitativo sino cualitativo, porque las producciones eran de un nivel extraordinario. Hasta el emblemático crítico de cine Domingo Di Núbila[13] reconoció que “la Década Infame tuvo una peculiaridad: permitió una libertad prácticamente total de expresión no sólo en el cine, sino también en la prensa y en los libros”[14]. Justamente, el arte y el buen gusto predominaban y la industria editorial Argentina se convirtió en la primera de habla hispana. La movilidad social ascendente estaba a la orden del día y así lo demuestran numerosos datos anteriores al estallido de la Segunda Guerra Mundial (colocados por hora-trabajo de mayor a menor en ranking mundial), los cuales daban cuenta de que, en lo concerniente al poder adquisitivo, los “obreros no calificados” tenían acceso : “con el pago de una hora de trabajo en Estados Unidos se adquiría 3,40 Kg. De pan; en Argentina 3 Kg., en Inglaterra 2,40Kg; en Francia 2.27…Carne por hora de trabajo en Argentina 1,50Kg, en EE.UU. 0.95, en Inglaterra 0.63, en Alemania 0.41…Café en EE.UU. 1.18 Kg, en Argentina 0.50 Kg, en Francia 0.27, en Bélgica 0.27, en Inglaterra 0.23…Manteca EE.UU. 0.72 Kg, en Argentina 0.50, Inglaterra 0.36…Para comprar una camisa se debe trabajar en EE.UU. 3.26 horas, en Inglaterra 4.30, en Argentina 5, en Bélgica 5.49…”[15]

La expresión “Década Infame” es recurrentemente repetida a modo de acusación por izquierdistas, progresistas y populistas de todo pelaje. Probablemente omitan aclarar que dicha etiqueta fue puesta por el nacionalista José Luis Torres, columnista del periódico Cabildo. Vale decir, esa etiqueta fue una suerte de forma de correr “por derecha” a los conservadores de los años ‘30.

Va de suyo que en un mundo tan doliente y convulsionado, la Argentina a pesar de sus muchos logros no era ajena a los problemas sociales en boga ni tampoco fue impermeable a las ideas y tentaciones estatistas que primaban por entonces en todos los países del planeta. Sin embargo, durante la etapa conservadora estas tendencias no llegaron a influir lo suficiente ni se aplicaron como en otros lares, dato que explica en parte el éxito político y económico de esta etapa. No obstante, por entonces se creó la Confederación General del Trabajo, se incorporó el ¨sábado inglés¨ (Ley 11640), se legisló sobre ¨horas de cierre y apertura¨ (Ley 11837), se otorgaron indemnizaciones y vacaciones a empleados de comercio (ley 11729) y se sancionaron diversas leyes sociales y jubilatorias. En suma, desde 1903 a 1943 se promulgaron más de cincuenta leyes sobre trabajo y previsión social[16]. Nosotros no celebramos estos datos que estamos arrojando, simplemente los exponemos, para dar cuenta que ya desde todo el Siglo XX en la Argentina existía una atmósfera consistente en dar cobertura social a diferentes estamentos de la sociedad. Desde una perspectiva ideológica, consideramos que estas medidas son bienintencionadas pero infructuosas, puesto que reportan un beneficio transitorio e inmediato a determinados sectores, pero en el mediano y largo plazo desalienta la inversión y disminuye la tasa de capitalización y con ello los salarios. En efecto, nosotros sostenemos que  nada mejora la calidad de vida del asalariado como las inversiones y la libertad de contratación. Pero esto es materia de debate para otro momento. Lo que sí queremos dejar demostrado, es que desde el punto de vista de la llamada “justicia social”, la Argentina tanto bajo gobiernos conservadores como radicales había avanzado en esa materia pero en proporciones moderadas, motivo por el cual la estabilidad monetaria siempre estuvo vigente, siempre se respetó y protegió el derecho de propiedad y se le brindó suma importancia a las inversiones nacionales y extranjeras, así como también a la preservación de  la división de poderes, salvo excepciones.

Por entonces, los partidos políticos tenían representación parlamentaria y difundían con libertad sus doctrinas y diarios respectivos. La repudiable práctica del fraude electoral (argucia heredada de los radicales, que ya la practicaban efusivamente en consonancia con la sistemática intervención de provincias opositoras), estigmatizó para siempre la década. No pretendemos minimizar o justificar esas trampas electorales, pero en verdad, estas se constituyeron en un mero pecado venial comparado con lo que pasaba en el resto del mundo, y con lo que sucedió en el país desde mediados de los años ‘40 en adelante.

Si aceptamos como válido que los años treinta fueron “infames”, y con la misma rigurosa vara juzgamos a las décadas subsiguientes, se torna imposible encontrar palabras que puedan calificar a estas últimas. Al respecto, señala el pensador de origen marxista Juan José Sebreli que “Las descripciones lúgubres sobre la crisis del treinta que hicieron J. A. Ramos o Hernández Arregui se ajustaban, en realidad, al último año de Irigoyen, cuando estalló el  crack de 1929…y el tango “Yira yira”, considerado como un reflejo de la “década infame”, fue estrenado en 1929 durante el gobierno de Irigoyen. En la creación de la leyenda de la “década infame” se recurrió a argumentos tales como atribuir el suicidio de algunos políticos y escritores en esos años a la angustia producida por la decadencia del país. En realidad Lisandro de la Torre se mató por deudas, Alfonsina Storni y Horacio Quiroga por estar enfermos de cáncer, y Leopoldo Lugones por razones sentimentales y familiares”[17]. En efecto, la realidad era bien distinta y ante tanto desarrollo y deslumbramiento, el premio Nobel de economía Colin Clark pronosticaba en 1942 que “La Argentina tendrá en 1960 el cuarto producto bruto per cápita más alto del mundo”[18].

Pero Clark vaticinaba tan auguruoso futuro suponiendo que la Argentina seguiría por la misma senda y, obviamente, nunca imaginó lo que se comenzó a gestar a partir del golpe militar surgido el 4 de junio de 1943, que dio por tierra con el período glorioso y esplendoroso que nació hace 84 y cambió para bien las páginas de la historia.



[1] Ver Errores de los Militares en el Siglo XX-M.H. Laprida.

[2] Nuestro Tiempo – Félix Luna –citado en Los Errores de los Militares en el Siglo XX-M.H. Laprida

[3] Matar y Morir. Vicente Massot

[4] Joseph A. Page, Perón una Biografía. Ed Sudamericana. De Bolsillo, 1 edición, año 2005. Pág 47

[5] Juan Domingo Perón: “Reflexiones sobre Yrigoyen y el Golpe de 1930″. Reportaje concedido en 1970 a Tomás Eloy Martínez. Escuchar audio completo en el siguiente enlace:
https://www.youtube.com/watch?v=GnWktZeXrZ0

[6] Joseph A. Page, Perón una Biografía. Ed Sudamericana. De Bolsillo, 1 edición, año 2005. Pág 48

[7] Como en verdad Perón simpatizaba con una línea golpista que estaba promoviendo el Gral. Agustín P. Justo (y que hasta el golpe rivalizaba con Uriburu), en señal de desconfianza este último después lo removió de ese lugar y lo nombró Profesor de historia militar en la Escuela Superior de Guerra.

[8] Citado en “Ni década ni infame”- Carlos Aguinaga – Roberto Azaretto

[9] Juan José Sebreli, los deseos imaginarios del peronismo” Ed. Legasa, BsA, 1983, pág 150.

[10] Juan José Sebreli, los deseos imaginarios del peronismo” Ed. Legasa, BsA, 1983, pág 154.

[11] Citado en “Ni década ni infame”- Carlos Aguinaga – Roberto Azaretto.

[12] Citado en “Ni década ni Infame”- Carlos Aguinaga – Roberto Azaretto.

[13] Domingo Di Núbila (Pergamino, 30 de enero de 1924 - ibídem, 7 de febrero de 2000) fue un periodista, historiador y crítico de cine argentino.

[14] Citado en Silvia Mercado, El Inventor del Peronismo, Raúl Apold, el cerebro oculto que cambió la política argentina. Ed. Planeta, 2013, Pág. 44.

[15] Ni Década  Ni Infame- Carlos Aguinaga – Roberto Azaretto

[16] El solo enunciado de la Ley N 4235 sobre pensiones a las clases y agentes de Policía y Bomberos de la Capital Federal y territorios nacionales hasta la N 12821 sobre pensiones graciables, da una idea de esa legislación hasta el golpe del 4 de junio

[17] Crítica a las Ideas Polítcas Argentinas -Juan José Sebreli, pág. 52

[18] Ni década ni infame- Carlos Aguinaga – Roberto Azaretto

martes, 9 de septiembre de 2014

La infinita paciencia de Larrabure frente a un periodista gubernamental

“No defiendo al Proceso, pero acá hubo una guerra revolucionaria”
Por  Raúl Arcomano - Sur



Arturo Larrabure pretende instalar la idea de que los crímenes del terrorismo de Estado son equiparables a los de la guerrilla. Abajo, su padre. (Hugo Lelouche)

Hijo de un militar muerto en 1975, encabeza a un sector que reivindica la teoría de los demonios
Es un caso paradigmático. Un cambio de estrategia de los sectores vinculados a la última dictadura: el secuestro y posterior muerte del coronel Argentino del Valle Larrabure busca instalar la idea jurídica de que el asesinato del militar es imprescriptible. Hasta ahora no ha tenido éxito: la Corte Suprema ya dictaminó que las acciones de la guerrilla en los ’70 no son crímenes de lesa humanidad. El Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) tomó el 10 de julio de 1974 la fábrica militar de Villa María, Córdoba. De allí secuestraron al subdirector del establecimiento, Argentino del Valle Larrabure. Era ingeniero químico y lo querían para que fabricara explosivos. Estuvo en cautiverio 372 días en una cárcel del pueblo y murió en circunstancias aún no esclarecidas por la Justicia. Para su familia, fue estrangulado por sus captores. El ERP siempre sostuvo que el militar se ahorcó con un cordel. La causa penal por el hecho empezó en agosto de 1975: se investigó durante más de dos años y se archivó al no conocerse los responsables.
Treinta años después, uno de sus hijos, Arturo Larrabure, se puso al frente de la causa. Es el vicepresidente del Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (Celtyv), el mascarón de proa de un sector de la derecha castrense que busca equiparar a los crímenes cometidos al amparo del terrorismo de Estado con las acciones de las organizaciones guerrilleras. Para debatir sobre estos temas, Larrabure hijo aceptó una entrevista, realizada por mail, con Miradas al Sur.
–Un grupo de peritos realizó hace poco una relectura de los peritajes realizados en 1975 al cuerpo de su padre. ¿Qué dijeron?
–Los peritos del Cuerpo Médico Forense de la Corte Suprema no hicieron una relectura de los peritajes realizados en el cuerpo de mi padre. Por el contrario, han plenamente coincidido con los médicos forenses de la Justicia nacional, José Guillermo Osman Dick y Avelino do Pico, y el médico legista de la Policía Federal, Horacio José Marinoni, quienes, en 1975, llegaron por unanimidad a la conclusión de que había sido estrangulado, basándose en que el surco de su cuello era de recorrido horizontal, levemente oblicuo, y no se interrumpía. En el ahorcamiento, por el contrario, el surco es de recorrido oblicuo y se interrumpe por la presencia del nudo. El año pasado, los peritos del Cuerpo Médico Forense, Oscar Ignacio Lossetti y Roberto Víctor Cohen; el titular de la cátedra de Medicina Legal de la UBA, Luis Alberto Kvitko; y el perito de partes, Enio Linares, concluyeron por unanimidad que fue víctima de una muerte violenta. Que fue estrangulado. Especial relevancia dieron a la determinación de alcohol etílico en sangre de 3,5 gramos: eso los llevó a concluir como verosímil que se encontraba “en estado de indefensión o por lo menos con disminución de su capacidad de reacción al momento de su muerte”. Descartaron la existencia de una asfixia por ahorcadura autoprovocada. Nunca tuve dudas de que a mi padre lo habían matado.
–Es una prueba que se suma al expediente judicial. La Justicia aún no dictaminó definitivamente que su padre haya sido asesinado.
–Son medidas de prueba de singular importancia. No es permitido al juez apartarse de las conclusiones de los peritos, a menos que cuente con argumentaciones muy sólidas para hacerlo.
–Hay otras versiones sobre cómo murió su padre. Gorriarán Merlo, uno de los líderes del ERP, dijo que su padre “padecía una afección psíquica preocupante y se suicidó”.
–¿Usted a quién le creería? ¿Puede darse más crédito a la declaración de gente que puede ser juzgada por este secuestro y asesinato, que a la opinión de los médicos? Los médicos actúan como científicos y no necesitan ocultar nada, los asesinos sí. La estrategia desarrollada por Página/12 y Canal 7 afirmando que Larrabure se suicidó fue intentada años atrás por Mario Roberto Santucho y desmentida por sus propias palabras. Un hombre que les pidió a sus hijos que perdonaran a sus secuestradores no se suicida. “Quiero morir como el quebracho, que al caer hace un ruido que es un alarido que estremece la tranquilidad del monte. Quiero morir de pie, invocando a Dios en mi familia, a la patria en mi Ejército, a mi pueblo no contaminado con ideas empapadas en la disociación y en la sangre”, escribió desde su horrendo cautiverio.
–También una investigación del periodista Carlos Del Frade señala que, según el expediente original, no hubo tortura ni asesinato.
–Si Del Frade hubiera tenido al menos la prudencia y el respeto de leer el expediente judicial habría comprobado que las dos autopsias ratificaban el asesinato. No se puede seriamente calificar de investigación a lo escrito por quien ni siquiera llevó a cabo esa tarea.
–Del Frade también afirma que la autopsia jamás ofreció como conclusión la certeza de un homicidio. Todo lo contrario: señala que era un cadáver que presentaba indicios de buena alimentación y buen cuidado, sin la menor marca de tortura o golpe alguno.
–Como no es perito forense, Del Frade ignora las diferencias que median entre la estrangulación y el ahorcamiento. Las características del surco, el grado de alcohol en sangre, y la inexistencia de síntomas propios del ahorcamiento son descriptas en la pericia de la junta médica de manera muy minuciosa. Pretender rebatirlos con citas de quienes, por su formación marxista, consideran a la verdad un prejuicio burgués, no es serio. Una persona con 3,5 de alcohol en sangre está en coma alcohólico. ¿Cómo puede ahorcarse?
–¿Cómo sigue la causa judicial?
–Se han ordenado los testimonios de Antonio Cafiero, Martín Caparrós, José Pablo Feinmann, Miguel Bonasso y Jorge Masetti (h), como parte de la investigación integral y profunda ordenada por el fiscal Palacín. Hemos interpuesto recursos de apelación contra la resolución de la fiscal (Liliana) Bettiolo, que denegó nuestro pedido de que se libre oficio al Ministerio del Interior para que informe la nómina de personas que han percibido las indemnizaciones previstas en la ley 24.411, clarificando si entre las personas indemnizadas se encuentran miembros de ERP y/o Montoneros, FAR, FAP y/u otras organizaciones guerrilleras, muertos durante los ataques a la fábrica Militar de Villa María, Regimientos de Formosa y Azul, y Monte Chingolo o durante enfrentamientos legales con las fuerzas armadas o de seguridad. La ley 24.411 posibilita que se indemnice aún a los que hubieran muerto por el accionar legal del Estado en ocasión de repeler un ataque terrorista a un cuartel durante un gobierno constitucional. Esto evidencia que el Estado argentino apoyó el accionar del terrorismo.
–¿La muerte de su padre fue usada por los militares para justificar el golpe?
–No. Es un hecho histórico indubitable que los militares dilataron el golpe de Estado pese al reclamo de la sociedad civil. Los que se esforzaron en adelantarlo fueron los propios integrantes de la guerrilla que, en pleno gobierno constitucional, realizaron la mayor parte de sus acciones terroristas. El lema de la guerrilla era “cuanto peor, mejor”.
–¿Por qué recién 30 años después decidió investigar la muerte de su padre?
–Mi padre siempre nos pidió que sepamos perdonar. Durante treinta años creí que el silencio era la mejor manera de realizar su voluntad, pero cuando observé que se mentía sobre el pasado entendí que a mi padre eso no le gustaría. Por eso recurrí a la Justicia, buscando siempre conciliar justicia con perdón.
–Usted pasó de pregonar “mirar hacia adelante, perdonar y olvidar” al discurso de “la reconciliación llegará sólo si se juzga a todos”.
–Siempre pensé que la mejor manera de saldar el pasado es llevando adelante un diálogo de reconciliación que permita realizar un juicio histórico riguroso de la trágica década del ’70, rescatando el valor de todas las vidas. En 1998, Videla y Firmenich aceptaron participar de ese diálogo, pero ni la Iglesia ni el poder lo convocaron. Llegado Néstor Kirchner al poder, lo descartó de plano, mientras impulsaba el juzgamiento de sólo una parte de los presuntos culpables y realizaba la apología del accionar de la guerrilla. A partir de ese momento, pensé que si la decisión era juzgar, debía juzgarse a todos. Comencé la lucha para que el crimen de mi padre fuera declarado de lesa humanidad.
–Pero la Corte Suprema y la Cámara Federal ya dictaminaron que las acciones de las organizaciones político-militares no son crímenes de lesa humanidad ni crímenes de guerra. Al estar prescriptos, no pueden juzgarse hoy.
–Por encima de lo resuelto por la Corte prima el derecho y la jurisprudencia internacional, que no dudan en considerar los crímenes de las organizaciones guerrilleras de lesa humanidad, aun cuando no haya mediado apoyo estatal. La Corte Internacional en el caso Nicaragua sostuvo que los contras estaban obligados a respetar a los civiles inocentes durante el conflicto armado interno que afectó a ese país, en función de la Convención de Ginebra de 1949.
–Con el fallo de la Corte de antecedente, ¿por qué el Celtyv sigue intentando equiparar los crímenes que se cometieron bajo el aparato represivo del Estado con los que ejecutó la guerrilla?
–Le invierto la pregunta: ¿por qué desde la Corte y las cámaras federales se desconoce la jurisprudencia internacional, que es obligatoria para nuestro país? No sólo las organizaciones que integro sostienen esta tesis. Como lo reconoció el ex fiscal del Juicio a las Juntas y actual fiscal de la Corte Penal Internacional, Luis Moreno Ocampo, los crímenes de la guerrilla erpiana y montonera son de lesa humanidad. Entendió que el último régimen militar, la Triple A y la guerrilla cometieron ese tipo de delitos, declarados imprescriptibles.
–Avala la teoría de los dos demonios, entonces.
–No. La cuestiono por exigua. El verdadero demonio es la violencia que infecta el corazón de los hombres, y esa violencia no sólo estuvo inserta en el corazón de los guerrilleros y de los militares, también en el de los intelectuales, educadores, políticos, religiosos, que demencialmente predicaron los métodos violentos y destruyeron el sistema legal que había permitido combatir al terrorismo preservando la ley y la vida. Y lo grave es que perdura allí, como lo demuestra el Parque de la Memoria, donde se rinde público homenaje a muchos que asesinaron y secuestraron.
–¿Por qué tiene de abogado a Javier Vigo Leguizamón, ex funcionario de la dictadura santafesina?
–Moreno Ocampo reconoció que la lucha contra la guerrilla culminó en 1978, cesando entonces las desapariciones y torturas. Mi abogado fue subsecretario de Justicia y Culto de Santa Fe entre los años ’81 y ’82. En el epílogo de su libro Amar al enemigo condena en términos muy severos la aberrante metodología de las desapariciones, pero pide que también sean juzgados los civiles que comandaron las Fuerzas Armadas durante el gobierno de Perón y su esposa y que, por acción u omisión, posibilitaron que 908 personas desaparecieran.
–Suele mencionar al Estatuto de Roma para definir el delitos de lesa humanidad. Pero está vigente desde 2002 y no es retroactivo.
–En su dictamen, el fiscal Palacín destacó que “las normas que sancionan los delitos de lesa humanidad han estado vigentes en la comunidad internacional desde hace décadas. La calificación de los delitos contra la humanidad no depende de la voluntad de los Estados, sino de principios del derecho Internacional”. Los crímenes contra la humanidad quedaron totalmente plasmados en el derecho internacional hace más de medio siglo, por lo que la categoría jurídica se encontraba plenamente vigente al momento de los hechos criminales que sufrió mi padre. Sin perjuicio de ello es indudable que la guerrilla argentina contó con la colaboración del Estado. Basta leer el discurso de Perón luego del ataque al regimiento de Azul, imputándole al gobernador Bidegain haberlo facilitado, para comprobarlo. Por algo renunció a los dos días.
–¿Cree que es posible hablar de reconciliación entre víctimas y victimarios, sin justicia de por medio?
–Sí, si hay verdadera vocación de diálogo, rigurosidad para el análisis histórico y voluntad de arrepentimiento. Todos debemos esforzarnos en poner la verdad por encima de la ideología, en comprender todo el dolor. La reconciliación es un camino independiente de la justicia, aunque ella puede ayudar a reconciliar la patria. Es fácil reclamar justicia a ultranza, cuando, por connivencias políticas o judiciales, los crímenes cometidos por el reclamante quedan impunes. La cosa cambia cuando una Justicia valiente y consciente de sus responsabilidades morales e históricas vuelve los ojos hacia el reclamante preguntándole qué hizo en ese pasado doloroso. Esa es la responsabilidad moral e institucional que pesa sobre los jueces.
–Cuando se habla de “pacificación nacional”, parece que se busca reflotar las leyes del perdón, los indultos y terminar con los juicios a represores.
–Yo no defiendo al Proceso. A mi padre, como a Rucci, María Cristina Viola y José María Paz, lo mataron antes de que comenzara.
–También hay una fuerte contradicción entre, por un lado, una retórica de “concordia” y, por otro, los feroces comentarios sobre las políticas de derechos humanos que lleva adelante el gobierno.
–Lo que particularmente cuestiono es la banalización de los derechos humanos. Que se los utilice para encubrir injusticias o actos de corrupción. Que se menosprecie a las víctimas de la guerrilla como si fueran meros objetos a eliminar.
–¿Aporta al debate relativizar las cifras de muertos y desaparecidos?
–Sí, aporta esclarecer el número real de desaparecidos. Es una falta de respeto a su memoria malversar las cifras o las circunstancias de su muerte en pos de cobrar improcedentes indemnizaciones. Coincido con Graciela Fernández Meijide cuando, cuestionando la estrategia de Eduardo Luis Duhalde, dijo: “Es todo tan circunstancial, de tal chiquitaje. Sustituir y llenar de mentiras. Como los 30 mil desaparecidos. ¿Con qué derecho cuando había un conteo de 9 mil? ¿Porque es un símbolo? Están los mitos, pero quien hace historia tiene responsabilidad política. Debe decir la verdad”.
–¿Qué significa para usted el término “memoria completa”?
–Una memoria que abarque todo el dolor y todas las culpas. El filósofo francés Tzvetan Todorov advirtió sobre los riesgos de una memoria incompleta considerando que nuestro país no era un ejemplo en relación con la búsqueda de la memoria, verdad y justicia. Recomendó meditar sobre las consecuencias que hubiera tenido la victoria de la guerrilla. Y recordó que en la misma época, una guerrilla de extrema izquierda desencadenó en Camboya un genocidio de un millón y medio de personas.
–Hay una pregunta que se hace el investigador Germán Ferrari en el libro Símbolos y fantasmas: ¿por qué la evocación en torno de las víctimas de la guerrilla implica siempre de manera explícita o velada una reivindicación de la dictadura o del discurso autoritario?
–Vuelvo a decirle: no defiendo al Proceso, defiendo a las víctimas de la guerrilla. Ferrari pretende exculpar a los guerrilleros alegando que mi padre se suicidó, cuando lo mataron porque no pudieron quebrarlo. Arnold Kremer (N. del R.: Luis Mattini, uno de los jefes del ERP) reconoció que cuando le ofrecieron canjear su libertad por la fabricación de explosivos, “Larrabure se puso en patriota”. Hoy su heroico ejemplo los acosa como un fantasma, que les pregunta: ¿por qué canjearon sus ideales por las prebendas del poder? ¿Por qué no han disminuido ni la pobreza ni la indigencia? ¿Para esto mataron a tantos?
–Dice que no defiende a la dictadura, pero ¿cómo la evalúa?
–Mi padre me enseñó que aún el peor gobierno democrático es superior a un golpe de Estado.
–¿Cree que en la Argentina hubo una “guerra irregular” como suelen sostener los defensores de la dictadura?
–Le aconsejo leer los considerandos de la sentencia de la Cámara Federal en el Juicio a las Juntas: por unanimidad concluyeron que el país vivió una guerra revolucionaria.
–Guerrilla y terrorismo no son sinónimos, pero se refiere a las acciones de la guerrilla como “terrorismo”. No significan lo mismo.
–Son lo mismo. En la sentencia a los comandantes se dijo: “Está fuera de discusión que a partir de la década de 1970 el terrorismo se agudizó en forma gravísima, lo que se manifestó a través de los métodos empleados por los insurgentes. La subversión terrorista puso una condición sin la cual los hechos que hoy son objeto de juzgamiento posiblemente no se hubieran producido.”
–En los ’70 no hubo terrorismo en el país, tal cual lo entiende la jurisprudencia internacional: uso indiscriminado de la violencia sobre la población civil, con el objeto de controlar a un grupo o una sociedad por medio del terror. Las organizaciones guerrilleras realizaron operaciones militares selectivas dirigidas contra fuerzas militares y policiales que provocaron, en algunos casos, la muerte de víctimas inocentes.
–El prólogo original del Nunca más decía que el país había sido también asolado por el terrorismo de las organizaciones guerrilleras. ¿Por qué mataron a Rucci dos días después de que Perón ganara las elecciones por el 62 por ciento de los votos? ¿Por qué asesinaron a María Cristina Viola, de 3 años, el 1º de diciembre de 1974? ¿Por qué atacaron los regimientos de Azul y Formosa? ¿Por qué querían crear milicias populares? ¿Contra qué dictadura combatían? El decreto 1.368/74, por el que se declaró el estado de sitio, alude expresamente a la necesidad imperiosa de “erradicar una barbarie patológica desatada por un plan terrorista criminal contra la Nación”. Existió un plan criminal y un ataque sistemático a la población civil para imponer por la fuerza un régimen marxista. En el caso Akayesu (sobre Ruanda), los tribunales internacionales dijeron que los militares que no participaron en el combate por estar detenidos deben ser considerados miembros de la población civil.
–¿Está de acuerdo con que sean enjuiciados los represores?
–Tal vez la mejor manera de saldar las heridas del pasado sea juzgar a todos. Pero los procesos deben tener una duración razonable y con magistrados probos que no conviertan la prisión preventiva en una condena anticipada.
–Hoy los represores cuentan con todas las garantías con que no contaron los detenidos-desaparecidos en los ’70.
–No creo que cuenten con todas las garantías. Son manifiestas las presiones que sufren jueces y fiscales. El presidente de la Asociación de Magistrados y funcionarios ha denunciado presiones.
–Se escucha habitualmente que el gobierno toma venganza contra los militares que participaron del terrorismo de Estado. Por el contrario, la venganza parece provenir de los sectores afines a los militares, que piensan: ya que no hay amnistía, que se enjuicien a todos.
–Yo no tengo espíritu de venganza. Más que la condena espero que quienes asesinaron a mi padre se arrepientan, como lo hizo Oscar del Barco cuando escribió que ningún justificativo los volvía inocentes. No hay “causas” ni “ideales” que sirvan para eximirlos de culpa. Se trata de asumir la responsabilidad de haber causado intencionalmente la muerte de un ser humano. No existe ningún “ideal” que justifique la muerte de un hombre, ya sea un militar o un guerrillero.
–¿Cree que la mayoría de la sociedad opina como usted sobre los ’70?
–Estoy convencido de que sí. La sociedad ha comenzado a pedir que se juzgue también a los guerrilleros. Lo que todavía no ha meditado es qué hicieron al llegar al poder. Ojalá algunos dirigentes políticos cierren la herida del pasado violento para que podamos mirar hacia el futuro como soñaron nuestros grandes próceres, como soñó mi padre aún desde la oscuridad de su cautiverio.

domingo, 7 de septiembre de 2014

Militares en Argentina: El Gral. Auel sobre el Plan Cóndor y otros temas recientes

Interesante testimonio sobre el Plan Cóndor y la infiltración británica en la clase política argentina

Imperdible comentarios de este oficial del Ejército Argentino. Emisión en bruto el Testimonio del Gral. Heriberto Auel en el Tribunal Criminal Oral Federal Nº1 el pasado 21 de marzo de 2014. Sepan disculpar los inconvenientes y esperamos que este testimonio sirva para demostrar que Jueces, fiscales y denunciantes exponen su total ignorancia para juzgar sobre la formación de un soldado y las funciones que cumplen las FFAA en el ámbito nacional e internacional. Agradecemos al Dr. José María Soaje Pinto por este aporte trascendental para el conocimiento de todo el pueblo argentino.


sábado, 6 de septiembre de 2014

PGM: Latinoamérica pierde su Norte

El fin de Europa como gran modelo
La Primera Guerra Mundial afectó la economía de Latinoamérica y fomentó el nacionalismo
Ocho países de la región declararon la guerra
MARINA GÓMEZ-ROBLEDO



Latinoamericanos se manifiestan en contra de Alemania en Río de Janeiro, Brasil, el 14 de julio de 1917. / GETTY IMAGES

Latinoamérica también vivió, participó y sufrió la I Guerra Mundial. Todos los países de la región cargaron con las consecuencias económicas y sociales de la batalla. El 28 de junio de 1914 los ojos del mundo miraban hacia el centro del continente que, entonces, era un modelo a seguir. El archiduque de Austria había sido asesinado y comenzaba el baile de alianzas y amenazas. A finales de julio estallaba la guerra y los países reclutaban soldados para uno de los más violentos enfrentamientos. Por lo menos así lo describió Juan B. Homet, un argentino que por su empatía con Francia se alistó en el ejército, y que años después escribió sus memorias, Diario de un Argentino: “Esto es lo que esta guerra ha venido a ser: una matanza estúpida en la que han muerto millones de hombres al son de palabras simpáticas, pero palabras nada más, y tras las cuales algunos bribones han realizado buenos negocios a costa del género humano”.


El presidente de Brasil, Wenceslas Braz, firma el decreto de declaración de guerra. / GETTY IMAGES

En 1918, cuando las hostilidades llegaron a su fin, Europa estaba destruida. El sentimiento nacionalista invadió Latinoamérica y sus relaciones internacionales comenzaron a ser bilaterales. Estados Unidos sustituyó a las potencias del siglo XIX.

“Este conflicto no fue solo de tiros, sino que fue una guerra con efectos realmente globales. En América Latina tuvieron una repercusión muy fuerte, un cambio brusco en la orientación cultural hacia Europa”, afirma el doctor Stefan Rinke, catedrático de Historia Latinoamericana en la facultad alemana Freie Universität Berlin. En un principio, la guerra se trasladó a la región a través de la prensa. “Los periódicos llegaron a ser muy tendenciosos. Tanto que cuando un bando perdía una batalla, la información hacía pensar lo contrario”, cuenta Álvaro Matute, doctor en Historia en la Universidad Nacional Autónoma de México.



En Brasil se creó en 1915 la Liga Brasileña por los Aliados, que lanzó una campaña de propaganda y recaudación de fondos a favor de los aliados. La sociedad latinoamericana estaba dividida. Unos eran germanófilos y otros aliadófilos (afines a la Triple Entente: Francia, Gran Bretaña y Rusia). Estos lo eran más por admiración a Francia. “La conexión era bastante fuerte. Los aliadófilos eran muchos más, y tenían una voz más fuerte que el bando contrario”, puntualiza Rinke. Por ello, voluntarios como Homet cruzaron el Atlántico para contribuir con su brazo al ataque a Alemania y al imperio Austro-Húngaro. Este argentino llegó con 22 años a Orleans el 14 de abril de 1915 después de haber firmado un contrato como voluntario por todo el tiempo que durase la guerra. Se incorporó a la Legión Extranjera junto a otros 250 reclutas de 51 naciones diferentes. “Nos dan el uniforme. ¡Ya somos soldados franceses! Estábamos contentos de haber ingresado en las filas del ejército defensor de la libertad y de la civilización”, escribió.

No fue hasta 1917, año en el que EE UU intervino, cuando algunos de sus vecinos del sur le tendieron una mano y declararon la guerra a Alemania: Brasil, Guatemala, Costa Rica, Haití, Honduras, Cuba, Nicaragua y Panamá. Otros cuatro países cortaron relaciones diplomáticas: Bolivia, Ecuador, Perú y Uruguay. El resto permaneció neutral: Argentina, Chile, México, Colombia, Paraguay, Venezuela y El Salvador. “Los efectos más severos para la región fueron en el campo económico”, advierte Rinke. América Latina dependía en gran medida de las exportaciones con Europa. Este mercado, en el momento en que estallaron los enfrentamientos, estaba suspendido. El continente europeo dejó de importar café de Brasil, cacao de Ecuador, metalurgia de Argentina. Las exportaciones de Guatemala a Alemania se redujeron de un 20% en 1913 a un 3% en 1915.

Solo Brasil envió soldados, pero su plan militar fue algo simbólico
Algunos sectores como el calzado, papel o carne argentina, y el salitre chileno, necesario para la producción de explosivos, se vieron beneficiados por la escasez que sufrían los países de la Triple Entente en medio del conflicto. Francia y Gran Bretaña presionaron a estos dos Estados para que entraran en la guerra. “Por ello su neutralidad fue especialmente importante. Desde el punto de vista de los alemanes cada país que se mantuvo neutral supuso una victoria para ellos”, opina este profesor alemán. A pesar de que Argentina logró exportar estos productos el PIB cayó un 10,4% en 1914, y un 8,1% en 1917. “El mayor problema fue que se desplomó la inversión y el consumo. Se redujeron también los ingresos fiscales, aumentó la desocupación, el malestar social y el número de huelgas”, define Fernando Devoto, doctor en historia en el Instituto de Historia Argentina y Americana.


Foto de Juan B. Homet, obtenidas del libro 'Diario de un Argentino'.

“Veo ahora la guerra de cerca. Nunca pude concebir tan espantosa carnicería”, describió Homet del que era su nuevo hogar: las trincheras. Durante todo 1915 las memorias de este argentino recuerdan su intento brutal por sobrevivir. “Llegamos a las trincheras alemanas, en las que junto a bastantes cadáveres había heridos. Algunos levantan las manos pidiendo misericordia: ‘Kamerad, kamerad (camarada)’. ¡Vano gesto! A mí me habían enviado a matar. Sentí una repugnancia infinita y bajando la cabeza le hundí la bayoneta en el pecho...!”. En este punto los testimonios de la guerra se repiten. Soldados sin comida, piojos, enfermedades, calzado lleno de agujeros, rabia, miedo, odio y engaño.

El 7 de mayo de 1915 Alemania hunde el buque Lusitania que zarpó de las costas estadounidenses. La tensión entre ambos países crece, pero los germanos consiguen mantener a EE UU fuera de la guerra. “No nos explicamos la actitud pasiva de Estados Unidos”, escribe Homet al enterarse de la noticia. “La potencia norteamericana aún no declaraba la guerra, sin embargo, desde el inicio del conflicto vendía armas a sus aliados (Francia, Gran Bretaña)”, asegura Javier Garciadiego, doctor en Historia por el Colegio de México.


Imagen del telegrama Zimmerman.

Por su parte México se encuentra inmersa en la Revolución de su país (comienza en 1910), en la que dos personajes se disputaban el poder: Carranza y Villa. El primero había conseguido tener su propio almacén de armas. Su adversario, en cambio, se las compraba a EE UU, mercado del que dejó de proveerse cuando estos artefactos empezaron a ser vendidos exclusivamente al otro lado del Atlántico. “El estallido de la I Guerra Mundial fue una de las causas de la derrota de Villa y del triunfo del constitucionalismo (Carranza)”, explica Garciadiego.

Pero el papel de México en la Gran Guerra no se limita a las consecuencias en su conflicto interno. Su localización geográfica lo hacía un país estratégico para Alemania, y su riqueza en petróleo atractivo para los países de la Entente. Gran Bretaña y EE UU habían dejado de ser flotas de vapor y dependían del crudo mexicano. “Al país germano le convenía generar un conflicto entre estos dos estados norteamericanos para mantener a EE UU lejos de Europa y que dejase así de enviar armas y municiones a sus aliados. El mismo secretario de relaciones exteriores alemán, Arthur Zimmermann, envía un telegrama al presidente de México el 16 de enero de 1917”, cuenta el profesor mexicano. El comunicado ofrece a México apoyo militar para que se lance a la guerra contra EE UU y a cambio le da la posibilidad de recuperar los territorios perdidos en la intervención estadounidense de 1846. Una oferta tentadora, pero suicida. Además, en febrero de este mismo año EE UU rompe relaciones con Alemania porque este país decide volver a la guerra de submarinos.

El telegrama fue interceptado por la inteligencia británica y enviado a Estados Unidos. Esto más los ataques submarinos fueron la gota que derramó el vaso: EE UU declara la guerra en el mes de abril. “La estrategia de Zimmerman termina siendo uno de los documentos más fallidos en términos de historia diplomática mundial porque causa lo que quería evitar: que Estados Unidos entrara a la guerra”, afirma Garciadiego. El mismo mes en el que EE UU declara la guerra, Homet recibe la baja: “¡Soy libre! Juro no volver a abdicar mi libertad. Dejé en el cuartel aquel uniforme militar que tanto me pesaba”.


La cartilla de Homet cuando se alistó al ejército, obtenida de libro 'Diario de un Argentino'.

Solo Brasil envió soldados oficialmente, sin embargo, fue algo simbólico. Al llegar a la capital de Senegal enfermaron de la gripe española y muchos murieron. Mas tarde, cuando iban a desembarcar, la guerra llegó a su fin. “Envió además trece aviadores, una misión médica donde instaló un hospital con 500 camas y provisiones de suministros”, según enumera Francisco Doratioto, doctor en Historia de las Relaciones Internacionales por la Universidad de Brasilia, en la que es profesor. “El detonante para que Brasil —el único de los países de Sudamérica— declarara la guerra el 26 de octubre de 1917 fue el hundimiento del buque mercante Paraná, el cual navegaba con las luces encendidas y la identificación de ser de un país neutral”, explica Doratioto. Pero esto no fue un impedimento para que Alemania lo mandara al fondo del mar.

El resto de países que declararon la guerra enviaron soldados bajo la bandera de EE UU o Francia. Guatemala rompió relaciones diplomáticas con Alemania el 27 de abril de 1917 a instancias de Estados Unidos, país que había sustituido a Europa como exportador del café guatemalteco, según explica la doctora Regina Wagner, profesora en la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. “Ese año se publicaron las listas negras, que contenían los nombres de empresas con las que estaba prohibido comerciar. Un año más tarde Guatemala declaró la Guerra, y permitió la ocupación de las empresas de servicios con capital mayoritariamente alemán”, afirma Wagner.

Brasil pudo estar en las negociaciones de paz de Versalles por su participación militar en el conflicto después de que la guerra llegara a su fin el 11 de noviembre de 1918. Como resultado, explica el profesor Doratioto, obtuvo el pago por parte de Alemania del café brasileño que estaba en puertos alemanes y que fue confiscado

“Después de la guerra los latinoamericanos no tuvieron la misma confianza en el modelo europeo y comenzaron a buscar su propia vía hacia el futuro. Y no sólo las élites, sino también los trabajadores y estudiantes. Esto es de lo más importante”, puntualiza Rinke. Malestar social, como las huelgas de 1917-18 en Brasil, movimientos estudiantiles y culturales, como el muralismo en México, surgieron a partir de que la heroica Europa occidental tuviese que sumergirse para reconstruir la grandeza que le había llevado a ser un continente colonialista siglos antes. La imagen de la antigua potencia iba perdiendo fuerza e identidad por cada cadáver que debía sepultar —9 millones de personas perdieron la vida—. Una identidad que por el contrario resurgía en América Latina. “Me arrepiento y maldigo la guerra. No hay aquí hombres civilizados. Son todos peor que salvajes y yo he entrado en la cuenta, desgraciadamente”, anotaba Homet.

Poco se estudia del papel que jugó América Latina en la I Guerra Mundial, sin duda un rol menor al del resto de los países involucrados, pero con grandes consecuencias para el rumbo de su historia. Una participación olvidada que se asemeja al sentimiento con el que Homet dejó la guerra, el argentino que estuvo dos años en las trincheras: “Aunque derramé mi sangre por Francia […]el Gobierno francés no me ha dado recompensa alguna, ni me ha facilitado ningún recurso que pueda ayudarme a ganar la vida. Para él soy extranjero, es decir, nada. Ningún agradecimiento me debe, y no tiene por qué acordarse de que existo”.

El País

viernes, 5 de septiembre de 2014

Fotos de la PGM y la entreguerra

Fotos de la PGM

Es uno de los métodos para derribar aeronaves militares en combate, desde tierra o agua (o simplemente "superficie", para englobar a ambos). Varias armas y cañones se usaban para este propósito desde que las primeras aeronaves militares se usaron en la Primera Guerra Mundial,.

Uno de los primeros métodos de defensa antiaérea en el Frente del Medio Oriente.


Cadáveres franceses de la batalla de Verdún


Saco ensangrentado del Archiduque Francisco Fernando tras su asesinato perpetrado por Gavrilo Prinzip en 1914, asesinato que sería la chispa que encendió la Primera Guerra
La presencia de las legendarias audiencias que escuchaban los discursos de Adolf Hitler en la década de 1930 en Berlín.


jueves, 4 de septiembre de 2014

Guerra contra la Subversión: El idealismo armado

El idealismo armado
Por Horacio Giusto - Libertad y Responsabilidad



En un repaso histórico objetivo, el accionar de la organización guerrillera “Montoneros” responde claramente al terrorismo, entendiéndolo como una sucesión de actos violentos premeditados, destinados a infundir un temor general en la sociedad, a los fines de coartar la libertad e imponer un determinado régimen político.
Es preciso y oportuno contextualizar brevemente los hechos que dieron lugar a la reivindicación contemporánea del terrorismo y la violencia. Argentina entre 1853/1860 y la década de 1930 gozaba de un sistema liberal que le permitió ingresar al mercado internacional en base a su modelo agroexportador y la seguridad jurídica interna que proponía; ante tal situación, la masa inmigrante europea se vio atraída a invertir su esfuerzo en esta tierra. Posteriormente, el caudillo popular carismático de Juan Domingo Perón llega al poder en 1943, rodeado de una clase política heterogénea, aglutinando un poder sobre las masas que le permitiría direccionar la ética de la sociedad hacia su mejor parecer. La diversidad de pensamiento político en el poder, en sí mismo no implicaba un conflicto sustancial, salvo que el Partido Justicialista, como todos sus adherentes, siempre quiso vanagloriarse con cualquier ideología que les permitiera conservar el control del erario público. A partir de esta era comienza la división social argentina en un abismo insuperable; tal es así, que un sector de la militancia justicialista destruía templos de la Iglesia Católica mientras que otros funcionarios de turno intentaban realizar acuerdos internacionales con la firma “Rockefeller”.
Este vaivén ideológico y ético se sostuvo y profundizó con el arribo de tesis propias del marxismo-leninista. Existió un accionar armado destinado a subvertir el orden institucional republicano que intentaría aniquilar toda forma de resistencia a su idealismo. Es destacable que este accionar terrorista se dio primordialmente en períodos democráticos, lo que demuestra una clara incongruencia cuando se realiza un revisionismo parcializado sobre las décadas pasadas.
El “entrismo” marxista se realizaría tanto en lo ideológico como en lo combativo. El Partido Justicialista albergó a muchos líderes montoneros, varios de los cuales se reunieron con Perón durante su exilio en Madrid. Estos ejércitos irregulares se sintieron cómodos respondiendo al caudillismo provincial y enarbolando bandera que reivindicaran al ser “nacional y popular”.
Las “cárceles del pueblo”, las torturas atroces en búsqueda de doblegar conciencias quedaron en la total impunidad, lo que demuestra que cada gobierno sucesivo al de facto no tuvo una visión integral de las tesis “humanistas”. Las organizaciones terroristas coaccionaban para tomar el control sindical, hacerse de expropiaciones de terrenos privados e ingresar a los fondos de las bancas privadas; ergo, toda su lucha se resumía en obtener recursos financieros.
Hector J. Cámpora, el dentista presidenciable a pedido de Juan D. Perón, como principal acto de gobierno, liberó a todos la casta terrorista, más de mil terroristas condenados y otro tanto más de delincuentes comunes, lo que dotó de una gran fuerza a la autodenominada “Causa Peronista” o “Evita Montonera”.
La ruptura pública el 1º de mayo de 1974 de Perón con su “formación especial” sólo sirvió para acrecentar el accionar terrorista durante un gobierno democrático. Esta coacción social por medio de la violencia y la barbarie actualmente es reconocida, alentada, difundida y reivindicada por el Partido Justicialista en todos sus estratos (basta citar como ejemplo que la Legislatura de la Provincia de Córdoba aprobó en su mayoría, excepto un voto en contra y una abstención, la promulgación del día “córdobazo y las luchas populares”, omitiendo toda mención a los 14 muertos, los heridos, los robos, las violaciones, y todo el desmán vandálico que originaron los grupos subversivos).
La historia de Argentina se vio marcada por el secuestro, martirio y asesinato del Teniente General Pedro Eugenio Aramburu, quien fuese Presidente Provisional de la República y ayudara al reestablecimiento de las prácticas democráticas; sin embargo, este trágico suceso se encuentra proscripto de toda mención pública por parte del oficialismo. Así también se mantiene impune el hecho acaecido entre el 10 y 11 de agosto de 1974, cuando secuestrasen al mayor Argentino del Valle Larrabure, quien tuvo que tolerar 372 días de cautiverio agónico, por cuanto la barbarie cobarde y vil del terrorismo no pudiese doblegar su espíritu. Igualmente terrible fue la matanza entre argentinos el 20 de junio de 1973 en Ezeiza, por el complot para asesinar a Perón en un palco de las inmediaciones, situación que fue permitida por Héctor J. Cámpora y su Ministro del Interior, Esteban Righi, quienes paralizarían el actuar policial previamente a su llegada.
Queda demostrado que somos una sociedad que con el paso de los años sigue eligiendo al partido político que más asesinos albergó. Estos hechos, como tantos otros, han quedado en el olvido, ya que desde una visión filosófica, recordando la teoría de justicia de Locke, el Estado al no promover la recomposición del orden moral alterado, está permitiendo el avasallamiento del individuo. Traducido al proceso judicial contemporáneo, el Estado argentino al no investigar el terrorismo armado que atentó contra la Patria está legitimando tal accionar, por cuanto no genera una disuasión general a tal conducta.
A decir de Vladimir Illich Ulianov (Lenin), “la sustitución del Estado burgués por el Estado proletariado es imposible sin una revolución violenta”. El embate terrorista es intrínseco al actuar político del marxista, aunque bien es sabido que su batalla ideológica proliferó más que el armado, por cuanto las masas suelen sentir cierta repulsión al peligro de perder la vida por una falacia política como es el socialismo. Desde este punto es entendible que el denominado partido “peronista” diese cobijo a tantos líderes leninistas, por cuanto al movimiento justicialista se lo define por la constante tendencia a aliarse con cualquier ideología que le permita sostener en el poder gubernamental. Al momento de romper alianzas, las facciones subversivas incrementaron el alzamiento armado con civiles y militares, y siempre en pugna de un rédito económico.
Actualmente se sostiene desde el aparato estatal una fuerte arenga a realzar aquel espíritu combativo. Es el mismo Estado que solo promueve una acción judicial parcial sobre los hechos ocurridos en aquella época, y es el mismo Estado que indemniza a centenares de asesinos, violadores, torturadores y traidores.
Solo queda concluir entonces, ante la revisión histórica de los hechos anteriores al año de 1976, si estos jóvenes eran idealistas, ¿POR QUÉ PREDICABAN SUS IDEAS CON BALAS Y NO CON LIBROS?

miércoles, 3 de septiembre de 2014

La película Monument Men y la historia del robo de arte nazi


La verdadera historia detrás del 'Monuments Men' va mucho más allá de la taquillera película 


Cuando se piensa en "Monument Men," no me sorprendería si la primera cosa que viene a la mente es George Clooney mirando previsiblemente suave en un uniforme militar. Aunque la próxima película de éxito se llena con los giros habituales y vueltas de una dramatización como cinematográfica, la verdadera historia de los monumentos de los hombres - los soldados que arriesgaron sus vidas para salvar las obras de arte que fundaron la civilización occidental - es mucho más compleja.
David Finley
Durante la Segunda Guerra Mundial, un grupo clave de los funcionarios de 13 países diferentes se unieron para servir en los Monumentos, Bellas Artes y Archivos del programa, dedicado a la recuperación y protección de las obras maestras robadas por los nazis. Si bien el resultado de la guerra seguía siendo incierto, estos individuos se dieron cuenta de que, incluso si se ganó la guerra, la victoria era de sentido sin la miríada de obras de arte que han dado forma a la historia y definidos. La Galería Nacional de Arte en Washington, DC estaba en el centro del programa audaz, muy involucrado tanto en la creación de la MFAA y su protección permanente. 

"Estos hombres - y mujeres - trabajaron para proteger el patrimonio cultural de Europa en el apogeo de la Segunda Guerra Mundial", explicó Earl A. Powell III, director de la Galería Nacional de Arte, "garantizar su seguridad en las secuelas y devolver las obras, cuando sea posible, a sus legítimos propietarios una vez la paz y la seguridad fueron restauradas ". Los oficiales no sólo saquearon obras de arte ubicadas y los devolvieron a sus poseedores anteriores, encontrando obras premiadas por Rembrandt, Rubens, El Greco y muchos más, que protegían museos de Berlín en peligro de extinción y convencieron a los bombarderos aliados de sobra ciertos objetivos por su importancia cultural.
Edith Standen
La versión del cuento Clooney sigue los oficiales en el campo, la lucha contra los malos mientras que el descubrimiento de los iconos culturales. Pero Maygene Daniels, director de la Galería Nacional de Archivos, está dispuesto a exponer sobre las historias más sutiles que precipitaron la acción en pantalla. "Hay una, detrás de las escenas de la historia más tranquila que también es importante", advirtió Daniels. "Hay una gran historia, y vuelta atrás momentos de emoción. Éste es un momento para mirar a nuestra historia." 

Una exposición titulada "Monument Men y la Galería Nacional de Arte: Detrás de la Historia," está trayendo esa gran historia, y vuelta a la vida, la apertura de los archivos de los Monumentos y de los hombres para el público, con fotografías, documentos y objetos de interés, muchos muestran para la primera vez. Luego está muy esperada exposición de la Neue Galerie "arte degenerado" y el reciente descubrimiento de un tesoro masivo de obras de arte robadas por los nazis en Munich. La historia del arte está de repente viene a la conciencia popular. 

Recientemente tuvimos la oportunidad de hablar con Daniels, quien nos dijo más sobre su trabajo en la NGA y la participación de la institución emblemática en una de las más grandes historias no contadas de la Segunda Guerra Mundial.
Frederick Hartt
¿En qué consiste su posición en la National Gallery of Art? 
Yo soy el Jefe de los Archivos Galería, lo que significa que soy responsable de los registros históricos de valor permanente de este museo y materiales donados. Tenemos entre nuestras posiciones - ricos fondos propios de los documentos acumulados por los monumentos de los hombres cuando estaban en Europa durante la Segunda Guerra Mundial y luego se les dio al museo en las décadas siguientes.
¿Estaba usted interesado en los monumentos de los hombres antes de comenzar esta posición?
He estado trabajando en la National Gallery desde hace mucho tiempo, pero antes de que yo trabajaba en el Archivo Nacional de los Estados Unidos. Esto es realmente una historia de gobierno, después de todo. Los oficiales y monumentos eran oficiales militares que escribieron estos informes fantásticos de sus funciones en el extranjero, así que estaba al tanto de esta increíble historia del saqueo del arte y el papel de estos agentes inusuales antes de venir aquí. Es una historia amplia con un montón de diferentes ángulos dentro de ella.
¿Cuál es tu interacción con estos documentos?
Tomamos estos documentos históricos y hacemos lo que cualquier ser humano le gustaría hacer - los ponemos en buen estado. Hacemos material descriptivo con el objetivo de ayudar a otras personas el uso de materiales, dijo. Yo siempre digo, no hay ningún punto para mantener cualquier cosa a menos que estés ponerla a disposición de otras personas. Nosotros, como archiveros, estamos en el negocio del cuidado de los materiales, física preservarlos, y ayudar a los estudiosos a tener acceso a ellos. Y no sólo los académicos, pero los miembros del público también.
Huntington Cairns
¿Qué papel jugó la Galería Nacional de Arte en la construcción de la película "Monument Men" ?
Mi entendimiento es que la película está basada en un libro de Robert Edsel y ese libro se basa, en parte, en la investigación aquí en la Galería Nacional de Archivos. Por supuesto, ya que es una película, es una dramatización en algún nivel. Queremos que la película sea un éxito maravilloso, pero también queremos que las personas se den cuenta de que está basado en la realidad. Y la realidad puede ser mucho más emocionante que una novela.
¿Cómo estuvo la NGA involucrado en la misión de los Monument Men?
En los primeros días de la guerra de la Galería Nacional en realidad fue en el nexo de eventos que ponen a oficiales militares en el campo como Monuments Men. A medida que la guerra se estaba desarrollando hubo una gran conciencia de lo que estaba sucediendo en la comunidad cultural - museo funcionarios, archiveros y otros. Muchos de ellos tenían relaciones estrechas con Europa antes de la guerra - que habían viajado allí, hablaban la lengua - y también había muchos refugiados procedentes de Europa, muchos de ellos Judios, que eran muy conscientes de lo que estaba ocurriendo en Europa. 

La comunidad cultural se hizo muy preocupado por lo que estaba pasando allí, en términos de cómo los nazis estaban tratando obras de arte y también lo que sucedería cuando los aliados tomaron atrás Europa. Se hizo evidente que los ejércitos aliados estarían moviendo de nuevo en Europa y la invasión inicial en suelo europeo tuvo lugar en Italia, la cuna del Renacimiento y de la antigüedad, llena de monumentos y obras de arte. Con esto se avecina, la comunidad cultural se reunió con David Finley que era el director de la Galería Nacional. 

Estaba en su oficina que se hicieron planes para una comisión que tendría el único propósito de proteger el arte y monumentos en Europa. El Presidente del Tribunal Supremo de la Harlan Piedra Estados Unidos fue el Presidente de la NGA y también un amigo personal cercano de Finley. La comunidad cultural tenía un montón de personas que se encontraban figuras de alto poder en sus propios derechos y que, en colaboración con Finley, consiguió el Presidente del Tribunal Supremo de escribir al presidente Franklin y Eleanor Roosevelt, quien entonces en contacto con el Jefe de Estado Mayor. Y desde que la comisión fue creada y continuó a ser operado en estrecha relación con la Galería Nacional de Arte. A lo largo de la guerra, el NGA continuó abogando por los monumentos de los hombres y proveer materiales que se distribuyeron a los soldados que ayudaron a preservar el arte y monumentos que necesitan atención inmediata. 

No va a ser una pantalla de archivo en la Galería Nacional, que básicamente será contar esa historia. También habrá una conferencia el 16 de marzo en la que voy a hablar con Lynn Nicholas, quien escribió el libro excelente "La Violación de Europa", que personalmente creo que está en la raíz del renovado interés en esta historia. La conferencia se centrará en cómo se realizó la investigación. ¿Dónde está la historia? ¿Cómo aprendemos acerca de quiénes son los monumentos de los hombres eran? ¿Cuáles son los materiales que están disponibles? La gran cosa es, los monumentos de los hombres habían recibido educación superior y, en la parte superior de la toma de fotografías, escribieron informes militares brillantes - y los informes militares no suelen ser conocidos por su excelencia literaria. Así que hay una muy rica historia de cómo es que obtenemos esta información aquí, en el presente. Hay historias dentro de historias, y esto le dará la oportunidad de hablar de eso un poco.
Smyth Parkhurst
Hay una hermosa cita de Roosevelt en el sitio Web Galería Nacional que dice: "Las grandes obras de arte ... así que obviamente pertenecen a todos los que los aman - son tan claramente la propiedad, no de sus propietarios individuales sino de todas partes a todos los hombres." ¿Hay un mensaje en particular sobre el arte en el presente que usted ha tomado distancia de trabajar tan de cerca con la historia Monument Men?
El Presidente Roosevelt habló en la inauguración de la Galería Nacional de Arte, el 17 de marzo de 1941 En ese momento, por supuesto, la guerra era en gran medida de su mente, y en la mente de todos. La Batalla de Inglaterra había comenzado y cuando dedicó la NGA que se refleja en el hecho de que la galería albergaba grandes obras de arte de muchos artistas italianos y alemanes. En el momento que se parecía mucho como si la guerra con esos países estaba pendiente. El origen de su hermosa cita tiene que ver con la reflexión sobre lo que significa el arte en el mundo en general y la forma en que cruza fronteras. Creo que si tuviera que pensar en el mensaje de mi trabajo con los monumentos de los hombres, sería que, de hecho, el gran arte es importante. Nos damos por sentado a veces. Tenemos excelentes museos aquí y no pensamos en lo que el mundo sería como si todos los que el arte se había ido. Para mí es muy impresionante que el gobierno, en colaboración con la comunidad académica, fue capaz de intervenir a derecha una situación difícil.
Charles Parkhurst
James Rorimer
John Walker
Lamont Moore
Rothschild Collection
Skilton Parkhurst
"The Monuments Men and the National Gallery of Art: Behind the History" will show from February 11 until September 1, 2014 at the National Gallery of Art.