miércoles, 8 de agosto de 2018

Biografía: Nicolás Mihanovic, emprendedor naval

Nicolás Mihanovich



 

Nicolás Mihanovich (1846–1929)

Nació en Doli, cerca del puerto Duvronik sobre el Mar Adriático (actual Croacia, anteriormente Imperio Austrohúngaro), el 21 de enero de 1846. A temprana edad comenzó a navegar por los mares Mediterráneo y Negro. Luego extendió sus viajes al Océano Atlántico, y en 1864, llegó al Río de la Plata con su compatriota y amigo Dionisio Ivancovich. Desembarcó en Montevideo como tripulante de la embarcación británica “City of Sydney”, fue al Paraguay (1), y por fin se radicó en Buenos Aires, en 1875.

Comenzó desempeñándose como capitán del “Jenny”, pequeño buque de cabotaje destinado a los servicios del Plata, y luego del barco “Buenos Aires”, hasta que los tomó en arrendamiento, agregándose a la flotilla el “Kate”, gemelo del primero.

A raíz de un accidente en el que perdió la vida su colega genovés Juan Bautista Lavarello, contrajo matrimonio con la viuda Catalina Balestra, dueña de varios barcos, que unió a los arrendados, aumentando la potencialidad de la flotilla. Además, con ella fundó un hogar patriarcal con numerosísimos hijos. Nueve años después, durante la presidencia de Nicolás Avellaneda, abrió un escritorio para ocuparse de asuntos navieros, que fue la base de la importante casa del ramo que existe actualmente.

Hacia 1887, dejó las pequeñas lanchas y adquirió un modesto vapor. Desde esa época, comenzó a realizar trabajos de remolque a la entrada del puerto de Buenos Aires con el “Vigilante”, “Tejedor”, “Sol Argentino” y “Puerto de la Boca”, tareas que dirigía personalmente.

En 1894, ya era dueño de la flotilla “La Platense”, comprada a una compañía armadora inglesa, y poco después, absorbía a su rival, las “Mensajerías Fluviales”.

La empresa fue en constante aumento, sobre todo, desde comienzos del siglo XX, y en 1903, transformó la casa armadora en sociedad anónima limitada con un capital inicial de seis millones de pesos nacionales, el que pronto aumentó.

En 1909, la empresa se amplió bajo el rubro de “Sociedad Argentina de Navegación Mihanovich”. Fue una compañía anglo-argentina con directorio en Londres y en Buenos Aires, ambos presididos por el fundador.

Poco antes del estallido de la primera guerra mundial, incorpora a su flota las turbonaves de pasajeros “Ciudad de Buenos Aires” y “Ciudad de Montevideo”, que representaban, para aquel entonces, un considerable adelanto. Después de la terminación de la guerra, la compañía Mihanovich contaba con más de 300 buques que valían aproximadamente 26 millones de pesos.

Los barcos de Mihanovich se hicieron familiares en los grandes ríos del país y en la carrera a Montevideo, alcanzando hasta las costas brasileñas. Simultáneamente, su hermano Miguel, fundador de la Compañía “Sud Atlántica”, S. A. atendía todos los servicios costeros de Buenos Aires a Patagones, cuyo muelle fue construido por iniciativa propia para facilitar y agilizar el comercio con el sud.

Su contribución para el desarrollo de la marina mercante argentina fue muy grande. Prestó además, otros servicios a nuestro país y a su patria natal. Fue cónsul honorario de Austria-Hungría, y el emperador Francisco José le acordó una condecoración. Los soberanos de Rusia, Inglaterra y España también lo condecoraron. El último de ellos, lo hizo con la Cruz de Segunda Clase de la Orden del Mérito Naval, y la Encomienda de la Orden de Alfonso XIII.

Fue director del Banco de Italia y Río de la Plata, desde 1902 a 1915, y presidió otras grandes empresas industriales, como Campos y Quebrachales de Puerto Sastre; Grandes Molinos Porteños; Introductora de Productos Austro-Húngaros; La Positiva, La Oxhídrica, Frigorífico La Blanca, Lloyd Yugoslavo, otras sociedades de seguros y bancos.

Se distinguió también, una vez consolidada su posición económica, como filántropo. En su patria, modernizó la ciudad natal de Doli dotándola de servicios sanitarios, y de otras mejoras edilicias, creando con Miguel Mihanovich allí una fundación.

En Buenos Aires donó los fondos necesarios para la instalación de la Sociedad de Socorros Mutuos Austrohúngara y el edificio de la legación de su país. Cuando el Obispo de Temnos, monseñor Miguel de Andrea, organizó su gran colecta de beneficencia en terrenos donados por Antonio Leloir, hizo edificar, con fondos de su peculio, las casas del barrio para obreros que lleva su nombre (2). Durante su vida distribuyó entre sus hijos la mayor parte de su fortuna.

Igualmente las manifestaciones de arte no le fueron indiferentes y las estimuló.

Falleció en Buenos Aires, el 24 de junio de 1929. Su vida constituye un ejemplo, por la fe y perseverancia que puso en el trabajo, y en el esfuerzo personal. Su residencia de la calle Juramento entre O’Higgins y Tres de Febrero, fue una de las joyas arquitectónicas más preciadas de la ciudad, a comienzos del siglo XX. Después pasó a ocuparla el presidente Quintana a fines de 1905, y vivió en ella hasta pocos días antes de su muerte. Desapareció este palacio en 1941.

Un puerto del Paraguay lleva su nombre, y en la Argentina ni una calle de la zona portuaria, ni un barco de nuestra flota mercante lo recuerdan, justamente a quien fuera su fundador.

Referencias


(1) Mihanovich comenzó a trabajar como botero para el aprovisionamiento de las tropas en la guerra con el Paraguay.
(2) Las viviendas estaban destinadas a obreros calificados. Es un conjunto de dos tiras de casas. Las fachadas de una de las tiras dan a la calle Escalada al 1100, entre José E. Rodó y Chascomús (Barrio Parque Avellaneda, Buenos Aires), y las fachadas de la otra dan a un pasaje cerrado. Al frente posee la Parroquia Santa María Goretti, sobre Escalada.

Fuente

Cutolo, Vicente Osvaldo – Nuevo Diccionario Biográfico Argentino – Buenos Aires (1975).
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
González Climent, Aurelio – Flota Argentina de Navegación de Ultramar - Anuario del IEMMI, Buenos Aires (1958)
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martes, 7 de agosto de 2018

Revolución de Mayo: Batalla de Sansana

Batalla de Sansana





Coronel Manuel Dorrego (1787-1828)

Luego del pronunciamiento de mayo de 1810 se producen algunas acciones derivadas de él. El ejército patriota, que ha contribuido a afirmar al gobierno con el triunfo de Suipacha, se apresta a realizar nuevos avances en su campaña libertadora, peri su deficiente equipamiento, unido a la falta de verdadera experiencia guerrera, producen el desastre de Huaqui, el 20 de junio de 1811, golpe que causa en Buenos Aires tremenda consternación.

Decidido el gobierno a enfrentar la situación, el propio presidente de la Junta, Cornelio Saavedra, se dirige al Norte con un grupo de oficiales. Su propósito consiste en reorganizar las fuerzas dispersas, pero no llega a realizarlo, pues la Junta lo destituye, reemplazándolo con el coronel Juan Martín de Pueyrredón, que ha fugado de Potosí con los tesoros que se guardaban en la casa de Moneda. Manuel Dorrego integra el grupo de oficiales que marcha al Norte con Saavedra, y que, por las circunstancias apuntadas se encuentra luego a las órdenes de Pueyrredón.

Dorrego hacía poco que había regresado de Chile con el grado de capitán de la milicia chilena, el cual no había sido reconocido aquí, por lo tanto era uno de los muchos voluntarios sin asignación precisa. Su actitud, no puede ser más desinteresada, ya que parte a la guerra sin sueldo, costeándose los gastos de su propio bolsillo. Es lo que entonces se denomina un “oficial aventurero”.

Pero esto no lo desanima. Al contrario, su dinamismo y su fervor patriótico se destacan en todo momento, llamando muy pronto la atención de sus jefes.

Las provincias del norte, mientras tanto, no permanecen inactivas. Salta y Jujuy organizan fuerzas para hacer frente a los realistas, que amenazan invadir desde el Alto Perú. Güemes capitaneando sus gauchos, forma una barrera en la quebrada de Humahuaca, hostilizando al enemigo para dar tiempo a la reorganización del ejército.

Dorrego se encuentra así en medio de una fuerza militar heterogénea, en la que se debaten diversas tendencias antagónicas. Y él no es precisamente un elemento de concordia, dada su naturaleza turbulenta, sino que esta llamado a chocar con quienes quieren imponerle principios que no le agradan. En primer término, su espíritu rebelde encuentra inaceptable la rígida disciplina que el segundo jefe del ejército, coronel José Moldes, quiere imponer a toda costa. Debido a que goza de la confianza y la amistad de Pueyrredón, Moldes procede con toda autoridad a someter a oficiales y soldados a la disciplina aprendida en las academias europeas.

Pero el material humano con que cuenta es reacio a dejarse manejar de tal manera, porque hasta ese momento ha actuado libremente, casi a su arbitrio. En particular los oficiales porteños no sólo se muestran desobedientes a sus indicaciones, sino que se permiten actitudes arrogantes u hostiles.

No es necesario decir que Dorrego a la cabeza de ese grupo levantisco, que se opone a las reformas que Moldes quiere introducir en el ejército. Este, por su lado, dirige sus ataques en especial contra los porteños, presentando severas quejas a Pueyrredón. Su propio carácter, autoritario y presuntuoso, así como sus modales y su lujoso tren de vida, no son los más apropiados para conquistarle las simpatías de sus subordinados.

El historiador salteño Bernardo Frías ha presentado un cuadro de esta situación en el que, comprensiblemente, carga las tintas, pero que merece citarse para comprender la gravitación que Dorrego tiene entre sus compañeros. Dice Frías que la “pretendida reforma en el ejército atrajo a Moldes la enemistad y el odio bullicioso de aquella oficialidad, cuya alma y calor era Dorrego, y le llamaron el tirano Moldes”. (1)

Según el mismo historiador, a pesar de las resistencias encabezadas por Dorrego, Moldes logra imponer el peso de su mano de hierro en el ejército, remontándolo e instruyéndolo con eficacia.

A fines de 1811, Pueyrredón dispone que una fuerza, al mando del coronel Eustoquio Díaz Vélez, se adelante hacia el Alto Perú, con el objeto de tomar contacto con el enemigo, y también para ayudar de este modo a los cochabambinos, que luchan con heroico estoicismo, indiferentes al terror desatado contra ellos por los realistas.

Tan peligrosa se supone la empresa, que el batallón de infantería destinado a ella se subleva el día de su partida del cuartel general en Jujuy, dando origen a una severísima represión, que incluye el fusilamiento de los cabecillas. Dorrego solicita entonces un puesto en la columna, y Díaz Vélez lo designa ayudante suyo. Se asegura que el joven capitán, sin grado reconocido, se gana de inmediato la confianza y la estima de su jefe, quien le confía misiones delicadas.

Una vez que la fuerza patriota alcanza el puesto avanzado de Yavi, se adelanta hacia la provincia de Chichas, donde se halla la vanguardia realista. El general Goyeneche dispone entonces el envío de un cuerpo de 400 hombres, y ambas columnas quedan a la vista una de otra. Más los realistas consideran imprudente medirse con una fuerza superior en número, pese al refuerzo de 600 hombres que viene al mando del general peruano Francisco Picoaga. Contramarchan entonces, perseguidos por Díaz Vélez, pero es éste quien ahora comprende la inutilidad de un encuentro con esa fuerza que ya cuenta con 1.000 soldados. Díaz Vélez se ha reforzado con 200 hombres de caballería al mando de Güemes, y así comienza a replegarse, no sin librar algunas escaramuzas.

La columna patriota llega en su retroceso hasta Cangrejos, y acampa después en un lugar llamado Los Colorados, a la espera de las órdenes de Pueyrredón. Al siguiente día, 16 de diciembre, Díaz Vélez recibe un parte de la avanzada que está en Pumahuasi, por el que se le comunica que, en un pueblito situado a cuatro leguas de allí, Sansana, hacia al poniente de Yavi, hay una partida realista encargada de la custodia de una provisión de harina.

De inmediato dispone que un grupo salga en procura de ese alimento, del que tiene gran necesidad. Como se trata de una misión arriesgada, confía su mando a Dorrego, convencido de que la decisión y la inteligencia de su ayudante son una garantía de éxito para la empresa.

Es la primera vez que Dorrego se va a encontrar en el compromiso de una auténtica acción militar, pues hasta el momento su experiencia se reduce a los incidentes de Chile (motín de Figueroa) y a la dudosa preparación que recibe en el cuartel general del ejército del norte. Ahora tendrá oportunidad de ser empleada su capacidad de iniciativa y de mando, que parecen ser cualidades innatas en él.

El mismo día que recibe la información, Díaz Vélez destaca una partida de 40 hombres, en cuyo mando secundan a Dorrego los tenientes Luis García y Antonio Bazán. Las órdenes especifican que se debe caer sobre el enemigo por sorpresa y arrebatar la harina, todo ello operando con la mayor rapidez.

En la mañana del mismo día, Dorrego, con su pequeña fuerza, se aproxima a Sansana, encontrándose con que en unos ranchos de las afueras acampa la partida realista. Esta es atacada de inmediato, y procura entonces parapetarse en unos tapiales, a la espera del socorro que no dejarán sin duda de prestar otras partidas, atraídas por los disparos. Se combate valerosamente por ambos lados por espacio de una hora. Finalmente tras una carga decisiva de los patriotas, causante de la muerte del oficial español, aquéllos se encuentran en posesión del depósito buscado. Pero no es harina lo que allí se guarda, con lo que se desvanece la ilusión de saborear alguna sabrosa comida, sino los equipajes de los soldados y aún de varios oficiales realistas, además de 27 mulas y 19 fusiles. De estos últimos -dice Díaz Vélez- “seis se hicieron pedazos en el acto de acción”.

De todas maneras, no es un botín despreciable, y Dorrego dispone que se lo cargue. En ese mismo momento aparece por una altura próxima otra fuerza enemiga, esta vez más numerosa, pues consta de unos 150 hombres.

Obligado por esta situación francamente adversa, Dorrego resuelve replegarse dejando abandonado el botín, no sin antes prenderle fuego a los ranchos en que se hallaba el resto del equipaje que no había podido tomar la tropa, el que según el incremento que habrá tomado el fuego, cuando se retiraron se redujo todo a cenizas

El de Sansana puede ser considerado un triunfo de Dorrego, por las bajas que causa al enemigo, y por su maniobra al encontrarse con una fuerza superior, a la que se debía eludir todo trance.

Referencias


(1) Bernardo Frías – Historia de Güemes y de Salta – Tomo II, Buenos Aires (1907).

Fuente


Díaz Vélez, Eustoquio – Parte del combate redactado el 19 de diciembre, en Colorados (Depto. de Yavi).

Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado

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Sosa de Newton, Lily – Dorrego – Ed. Plus Ultra, Buenos Aires (1967).

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lunes, 6 de agosto de 2018

SGM: Las estaciones meteorológicas alemanas del Atlántico Norte

Estos alemanes estacionados cerca del Polo Norte fueron los últimos en rendirse, en septiembre de 1945

Elly Farelly | War History Online





La operación Zitronella tuvo lugar el 8 de septiembre de 1943. Aunque el nombre podría evocar imágenes de una campaña librada en las cálidas costas mediterráneas, nada podría estar más lejos de la realidad. Era el nombre en clave de una incursión alemana para destruir una estación meteorológica aliada en la isla de Spitzbergen, la mayor de las islas que forman el archipiélago de Svalbard en el Mar Ártico.

Svalbard, que consiste principalmente en islas deshabitadas, se encuentra aproximadamente a medio camino entre Noruega y el Polo Norte. Su importancia estratégica se debía a su posición en el mar de Barents, que proporcionaba una ruta para suministros aliados desde y hacia Rusia.

También era un lugar ideal para la observación meteorológica y, de hecho, su remota estación meteorológica secreta fue el último puesto avanzado en rendirse finalmente tres meses después de que la guerra en Europa había terminado oficialmente, y dos días después de que Japón se rindiera.


De las estaciones de caza de ballenas a las estaciones meteorológicas

Durante los siglos XVII y XVIII, las islas se habían utilizado como estaciones balleneras. Más tarde, en el siglo XIX, se explotó el carbón y otros minerales importantes, a medida que la minería se convirtió en la industria clave. Las islas habían estado bajo soberanía alemana hasta el final de la Primera Guerra Mundial, después de lo cual fueron pasadas a Noruega bajo el Tratado de Versalles. Por lo tanto, no es de extrañar que Alemania intentara volver a tomar el territorio que anteriormente estaba bajo su control.

En abril de 1942, una fuerza noruega desembarcó en Barentsburg en la Operación Fritham para establecer una presencia permanente en las islas, pero esta operación encontró dificultades considerables. Sin embargo, en el verano de 1943, estaban bien establecidos.


Operación Zitronella


Ubicación de las estaciones meteorológicas alemanas. Por Sémhur - FAL

El 6 de septiembre de 1943, el Comando naval alemán se reunió para lanzar un ataque contra la guarnición noruega restante en Spitzbergen. Las fuerzas de ataque usaron dos grandes acorazados; Scharnhorst y Tirpitz, así como una serie de barcos más pequeños. Un ataque al amanecer dos días después les trajo una victoria decisiva.

Tanto el Tirpitz como el Scharnhorst abrieron fuego contra las defensas noruegas antes de llegar a la costa con las partidas de desembarco. Al mediodía, la batalla había terminado. Nueve soldados noruegos fueron muertos, mientras que otros 41 fueron tomados prisioneros.

El vertedero de suministros y una estación de radio también fueron destruidos antes de que los barcos alemanes regresaran a salvo a Altenfjord y Kåfjord en la costa de Noruega. Las fuerzas noruegas restantes se retiraron al interior y se reabastecieron rápidamente después de que los alemanes se hubieran retirado.

Guerras del tiempo en el Atlántico norte


La moderna estación meteorológica en la isla de Hopen.

Después de su exitosa incursión en Spitzbergen, los alemanes usaron su ventaja para establecer una serie de estaciones meteorológicas, siendo la más famosa en la Isla Hopen, una de las más pequeñas de las masas terrestres deshabitadas.

En septiembre de 1943, bajo el nombre clave de Operación Haugeden, un equipo de once hombres zarpó, junto con un barco de suministros, para llevar a cabo un trabajo que proporcionaría información crucial a los comandantes alemanes. Al igual que sus enemigos y sus aliados. Alemania necesitaba tener información meteorológica confiable en el Atlántico Norte y los Océanos árticos.

También quería evitar que otros países obtuvieran información valiosa sobre las condiciones climáticas. Los datos meteorológicos eran importantes principalmente porque afectaban a la planificación militar. Permitió una mejor planificación de rutas para barcos y convoyes. Ser capaz de predecir los niveles de visibilidad también fue un factor importante en la planificación de operaciones exitosas.

Por ejemplo, a veces se requería una buena visibilidad para permitir vuelos de reconocimiento y bombardeos, o para facilitar misiones fotográficas. También fue útil poder predecir los períodos de mala visibilidad que pueden ocultar naves o dificultar la acción del enemigo.

Las transmisiones meteorológicas no solo proporcionaron a su lado la información que necesitaban, sino que también podían utilizarse para confundir al enemigo. Sabiendo que las transmisiones a menudo eran interceptadas por la parte contraria, se podían difundir datos falsos codificados y desinformación.

Las condiciones que encontraron los soldados de la Operación Haugeden en la isla de Hopen eran muy diferentes a las de su patria. Gracias a la lejanía de la ubicación, había poco riesgo de ataque de las tropas enemigas, pero el riesgo de encontrarse con osos polares significaba que los hombres no podían salir sin tomar sus armas.

Rodeado por un denso hielo a la deriva a temperaturas tan bajas como -40 grados Celsius, existía un riesgo constante de congelación e hipotermia. Como también resultó, había un riesgo muy real de que los meteorólogos pudieran quedar varados en la Isla si perdían el contacto con los camaradas de otros lugares.

Esto era más probable debido a la naturaleza secreta de sus actividades, de hecho, eso es exactamente lo que casi sucedió.

Rendición final 


Hopen Island, Svalbard - Por Tupsumato, CC BY-SA 3.0

La estación meteorológica de Hopen permaneció activa desde el 9 de septiembre de 1944 hasta el 4 de septiembre de 1945. En mayo de 1945, poco después de que Alemania se rindiera oficialmente, la estación meteorológica perdió el contacto por radio y solo disponía de un pequeño bote de remos para el transporte. permanecer en la isla

Siguieron como antes, viviendo de sus raciones de comida enlatada, lo que les duraría fácilmente un año más, y continuaron transmitiendo sus informes meteorológicos mientras intentaban ponerse en contacto con la palabra externa. No fue hasta agosto de 1945 que pudieron recuperar el contacto de radio con Alemania y pedir ayuda. Al final, la ayuda llegó en la forma de un barco noruego de caza de focas que recogió a los hombres el 4 de septiembre de 1945.

El capitán noruego invitó a los soldados alemanes a cenar con él, una oferta que debe haber sido muy bienvenida después de tantos meses de sobrevivir con alimentos enlatados. Los soldados alemanes no estaban seguros de cómo responder a esta invitación de sus antiguos enemigos.

El capitán alemán decidió hacer un gesto formal hacia el capitán noruego. Sacó una pistola que dejó sobre la mesa y anunció que ya era hora de que se rindieran. El capitán noruego se sorprendió por este extraño giro de los acontecimientos y le preguntó si podía guardar la pistola como recuerdo.

El capitán alemán aceptó su pedido y luego compartieron una comida bajo los auspicios de la paz. Y así, los once soldados de la Operación Haugeden se convirtieron en la última tropa alemana en rendirse, tres meses después de que se declarara la paz en Europa.

domingo, 5 de agosto de 2018

Biografía: José María Bulnes Yanquetruz

José María Bulnes Yanquetruz





 Cacique José María Bulnes Yanquetruz (1831-1858)

Nació en la provincia de Buenos Aires, en 1831, hijo del cacique Cheuqueta. A los seis años de edad, fue tomado prisionero por los pehuenches del norte, y seguramente vendido llegó a Chillán para formar parte de la servidumbre de algún potentado local (¿General Manuel Bulnes?) que se preocupó de darle instrucción. Aprendió a leer y escribir de manera rudimentaria y conoció las costumbres del pueblo.

En 1850, repitió la proeza de su padre dándose a la fuga. Logró reclutar una partida de guerreros, quizá mocetones que estuvieron a las órdenes de su progenitor con los que cometió una serie de tropelías por Patagones y Bahía Blanca.

Luego de aumentar las filas de su escuadrón, optó por incorporarse a las huestes de Calfucurá. Su alianza no fue duradera. Adquirió gran ascendiente, y tomó como mujer a una de sus hijas llamada Mashal. Durante la época en que estuvo al lado suyo participó activamente en las campañas depredatorias. Temeroso aquél de su combatividad y talento, urdió trama para eliminarlo, pero Yanquetruz consiguió ponerse a salvo con su gente yendo a ocupar el territorio de sus mayores.

Al sur del río Limay venció a una parcialidad de patagones, que dominó aliándose de inmediato con ellos. Reforzadas sus tropas, atacaron a Calfucurá, quien los derrotó, obligándolos a retirarse a sus lares, y ambos jefes quedaron más enemistados que nunca.

Después de la caída de Juan Manuel de Rosas buscó la amistad del cristiano, pero sin conseguirla mayormente. A fines de 1854 o 1855, atacó a Calfucurá, el que ya actuaba a favor de Urquiza, en Salinas Grandes, consiguiendo arrebatarle crecida cantidad de hacienda que comerció en Patagones con la autorización del comandante Julián Murga.

Desvinculado de Calfucurá, por estar distanciado, realizó por su cuenta varios ataques sucesivos a Patagones en el postrer año.

Combate de San Antonio de Iraola


El 8 de septiembre de 1855, Yanquetruz y sus hombres invadieron campos y poblados en la zona donde hoy se ubican, entre otras, las ciudades de Juárez, Chillar y Tandil; ante tal situación, el general Hornos, acantonado en Azul, ordenó al teniente coronel Nicanor Otamendi que, con 124 soldados, marchara en auxilio de las poblaciones en peligro. El 12 de septiembre, el escuadrón llegó a la estancia San Antonio de Iraola (actual Partido de Benito Juárez)

Al parecer, tanto Yanquetruz mismo como la indiada en general tenían mucho respeto por el teniente coronel Otamendi y, como se dirigían en esa dirección, le mandó a su lenguaraz (traductor), a los efectos de convencerlo de que lo dejara pasar sin entrar en combate, ya que arreaba, como producto de sus correrías, 20.000 animales robados, amén de algunas cautivas, con el propósito de venderlos en Chile. Otamendi aprisionó al lenguaraz, ante lo cual la indiada, enardecida, se lanzó contra sus tropas.

Al amanecer del 13 de septiembre, y después de algunas escaramuzas, advirtiendo que no sería posible enfrentar a 2.500 indios de lanza en campo abierto, el teniente coronel y sus hombres se abroquelaron en un corral de palo a pique de la estancia mencionada, comenzando un combate desesperado. Otamendi resolvió atacar, abriendo el fuego con un pequeño cañón y disparos de carabinas; a la ca­beza de sus soldados fue el primero en cargar contra el enemigo cayendo muerto en la puerta del corral. Los indios echaron pie a tierra y llevaron un ataque formidable con sus lanzas y boleadoras en medio de una gritería infernal, que hizo espantar a la caballada encerrada, lo que motivó que los animales pisotearan a los defensores.



Batalla de San Antonio de Iraola


Los soldados, entorpecidos por su propia caballada, resistían el ataque de oleadas de indios, los cuales desmontaban y echaban por delante sus caballerías, para protegerse de las balas de los defensores. Tras más de dos horas de lucha, los pocos soldados de Otamendi que aún se encontraban vivos, incluyendo los heridos, se reunieron en círculo alrededor de su jefe y del glorioso estandarte celeste y blanco, peleando cuerpo a cuerpo y cayendo uno a uno, sin dar ni pedir piedad. Cuando el humo de la pólvora y el polvo de la caballada se disipó, sólo se sintió el grito victorioso de la indiada degollando a los enemigos heridos.

En el lugar, yacían los cuerpos de 124 soldados, así como los de más de 300 indios, amontonados en inmediaciones del corral. Sólo quedaron vivos un corneta de alrededor de 15 años, herido levemente, a quien Yanquetruz llevó a Chile con él, pues le gustaba oír tocar ese instrumento, así como un soldado de apellido Roldán (gravemente herido, con 7 lanzazos en el cuerpo), quien fue encontrado por una patrulla de la división Azul y llevado a esa localidad, donde médicos militares le salvaron la vida.

Aún calientes los cuerpos del teniente coronel Otamendi y sus 124 soldados muertos en combate, el capitanejo Yanquetruz, ebrio de poder y ginebra, se pavoneaba de la victoria en las tolderías del cacique Calfucurá, arengando a la indiada manifestándole que las cautivas cristianas iban a ser entregadas a ese jefe indio, previo sometimiento de las mismas, y que él se iría a Valdivia por el Camino de los Chilenos, a fin de negociar la hacienda robada con comerciantes de ese país, que eran sus únicos amigos.

Firma del tratado de paz


Durante los siguientes meses de 1855, Yanquetruz continuó maloneando por la zona de Tandil, Lobería y La Tinta, robando hacienda, asaltando estancias, secuestrando cautivas y matando a cualquier colono y/o soldado que tratara de impedir su obra maléfica.

Relevado Julián Murga, lo reemplazó el comandante Benito Villar, en octubre de ese año, quien no tardó en trabar amistad con Yanquetruz, logrando pocos meses después su alianza, sin reticencias, alentado sobre todo, por su resolución de aniquilar el poderío de Calfucurá con la ayuda de milicianos bien armados.

El gobernador Pastor S. Obligado, interesado en evitar los malones, y asegurar un refuerzo serio para la lucha contra Calfucurá, le remitió en 1856, dos cartas en las que le hizo ofertas tentadoras. Por su parte, el coronel Villar comisionó al capitán Pablo Morón, de Guardias Nacionales y al teniente Morando para que sirvieran de enlace entre los caudillos indios y las autoridades.

Con el ánimo dispuesto para celebrar la paz y alianza ofensiva y defensiva contra las tribus enemigas del Estado, Yanquetruz llegó a Patagones el 13 de abril de 1857, para entrevistarse con el coronel Villar. Terminadas las ceremonias protocolares en la Comandancia, se embarcó en el vapor “Belisario” para dirigirse a Buenos Aires a fin de ratificar y firmar el tratado de paz y alianza, recomendado a Mitre por el Juez de Paz, Manuel B. Alvarez.

El 14 de mayo de 1857, el gobierno de la provincia de Buenos Aires firma un tratado de paz con el capitanejo Yanquetruz, donde se le reconoce el grado militar (teniente coronel), sueldo y cargo, así como uso del uniforme.

Invitado de honor a Buenos Aires, es recibido personalmente por el gobernador Obligado. Entre muchos agasajos y banquetes que tuvo, fue convidado, con su comitiva, a una función de gala en el teatro Colón, donde se les brindó la ópera “Il Trovatore”; Yanquetruz no sólo se durmió en la butaca de tan respetable Coliseo, sino que, embebido en alcohol, dejaba escapar todo tipo de gases de naturaleza humana ante lo más encumbrado de la sociedad porteña. También fue invitado a una fiesta en una residencia particular

El 19 de mayo de 1857, en el acto de asunción del nuevo gobernador, Valentín Alsina, Yanquetruz estuvo a su lado, presidiendo la festividad y la parada militar correspondiente. Con el gobernador saliente, recorrió la ciudad de Buenos Aires a caballo, acompañado por su séquito.

Estuvo en los festejos del aniversario de la Revolución de Mayo, y el 26 se embarcó en una lujosa goleta en el puerto de Buenos Aires, con rumbo a Carmen de Patagones (donde se encontraban sus toldos y casi siempre realizaba sus correrías), siendo despedido por el gobernador en ejercicio, funcionarios de turno, políticos y la banda del Ejército tocando marchas acordes con el “emocionante momento”.

Llanquetruz, indudablemente, era el más talentoso entre sus pares, porque “sin haber estudiado en la Escuela Superior de Guerra, ni derecho internacional y sin ser un estadista –como dice el doctor Vignati- supo comportarse a la altura de cualquiera de ellos con rasgos bien perfilados”.

Apenas llegado a Patagones se entregó a los excesos y desarreglos del alcohol. Reconvenido seriamente por el coronel Villar, prometió abstenerse de beber para cumplir sus compromisos. Finalmente cambió su comportamiento y se situó en Valcheta interesado en formar un establecimiento.

En 1858, arribaron a Patagones, Yanquetruz y su primo Sayhueque, con otros capitanejos, animados de las mejores disposiciones de obediencia al gobierno, lo que exasperaba a Calfucurá. A pesar de ello, mantenían relaciones diplomáticas, ya sea por correspondencia o por emisarios.

Guardó mucha afición por el alcohol, y una vez ebrio, le daba por pelear. En uno de esos entreveros, el 28 de octubre de 1858, fue muerto de una puñalada por la espalda, en la pulpería de Luis Silva, frente a la plaza de Bahía Blanca, por el capitán de Guardias Nacionales Jacinto Méndez.

Al conocer su trágico fin, Calfucurá y sus huestes olvidaron todos los resquemores y no pensaron más que en vengar en él la muerte de uno de los suyos. Con ese fin organizaron prontamente una expedición formidable que saqueó el pueblo de Bahía Blanca, el 19 de mayo de 1859, último malón, donde Calfucurá salió mal parado.

El viajero y cronista Augusto Guinnard no ocultó su admiración por el cacique, y según él, la destreza y valentía de Yanquetruz eran tan relevantes que lo convirtieron “en una especie de personaje que los españoles (seguramente debería decir argentinos) procuraron atraerse a toda costa”.

El explorador Guillermo Cox, informa que Yanquetruz no era alto, pero tenía su imponencia; su rostro, aunque feo, expresaba audacia y franqueza; magnífico en su indumentaria, casi siempre vestía casaca fina, sombrero claro, chiripá azul y calzoncillos bordados. Y jamás se desprendía del sable, cuya empuñadura y vaina era de plata maciza, como los estribos, el freno, las cabezadas y otras prendas de su apero. Y les complacía que los mocetones de su escolta fueran así, igualmente ostentosos”.

A su vez, George G. Musters, que anduvo por Patagones en 1870, lo cita en su obra, titulándolo poderoso cacique, y dice que logró concluir los antiguos feudos, y unir bajo su mando a los indios de ellos. Era alto ( a diferencia de lo que expone Cox), musculoso, de serio y grave continente, de agilidad felina, tenía músculo de acero, ha escrito un contemporáneo, Sánchez Ceschi. Presumía de elegante.

Por último el doctor Vignati, ha expresado: “Llanquetruz no era un indio vulgar; era capaz de elevarse a especulaciones intelectuales de orden étnico –la influencia telúrica es tan violenta en él como en otros de mayor prosapia- que, por disparatadas y pueriles que sean, muestran un cerebro que pensaba en algo más que en satisfacciones materiales como lo hacían sus connacionales. Llegó a exponer tesis propia relativa al parentesco que vinculaba a los alemanes con los habitantes norpatagónicos”. Posteriormente agrega: “no era un hombre vulgar”.


Fuente


Cutolo, Vicente Osvaldo – Nuevo diccionario biográfico argentino – Buenos Aires (1985).

Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado.

Pérez, Daniel Eduardo – Nicanor Otamendi, el héroe de San Antonio de Iraola.

Portal www.revisionistas.com.ar

Torti, Enrique – El escuadrón inmolado – La Nueva Provincia (Bahía Blanca).

Vignati, Milcíades A. – Un capítulo de etno-historia norpatagónica – Buenos Aires (1972).

sábado, 4 de agosto de 2018

Guerra Hispano-Norteamericana: Las fosas comunes de soldados españoles

Fosas comunes de soldados españoles: la herida abierta de la Guerra de Cuba

Un enterramiento colectivo con 102 repatriados que fallecieron tras regresar enfermos en 1898 permanece olvidado en Puerto Real (Cádiz)
Israel Viana
ABC



Una fosa común con 102 soldados españoles olvidada en Puerto Real, Cádiz, es una de las pocas heridas de la Guerra de Cuba que España mantiene abiertas. Sus cadáveres fueron arrojados en una zanja junto al cementerio de San Roque, apenas unos días después de regresar moribundos a la patria, a finales de 1898, tras la pérdida de nuestras últimas colonias en ultramar.

«Este enterramiento colectivo es el ejemplo más claro de que la desinformación por parte del Gobierno con respecto a los repatriados de Cuba fue total. De los 104 soldados que murieron en el lazareto del Fuerte de San Luis, 102 terminaron en esa fosa común sin que ninguna de sus familias recibiera información alguna de que su padre, hijo o hermano había regresado enfermo a Puerto Real. Allí fueron lanzados sin más», explica el historiador gaditano Manuel Izco, autor de «Soldados en el olvido».

Para Guillermo Cervera Govantes –bisnieto del famoso almirante Cervera, héroe de la Guerra de Cuba y ministro de la Marina entre 1892 y 1893– estamos ante la punta del iceberg del drama que vivieron los 158.492 repatriados que, según el estudio de Jordi Maluquer de Montes, recibió España entre 1895 y 1899. «Los de Puerto Real fueron los peor parados. Al Estado le fue materialmente imposible atenderlos a todos. El país estaba arruinado, era una nación moral y materialmente vencida. La mala conciencia por provocar semejante desastre llevó a las autoridades a abandonar a su suerte a estos soldados al llegar a casa», cuenta a ABC este capitán de fragata retirado, que se puso en contacto con Izco para intentar sacar del olvido a estas víctimas y que se les coloque (de momento sin éxito) un monumento funerario próximo a la fosa.

«Espectros»


Cádiz fue uno de los primeros lugares de España en conocer la magnitud humana del desastre. Su puerto fue de los que más barcos recibió, con todos aquellos militares exhaustos y agonizantes. «Héroes enfermos que marchitaron infructuosamente su juventud por la patria», aseguraba entonces «Blanco y Negro». También atracaron en Vigo, Santander, Cartagena, Barcelona, Málaga, Valencia o La Coruña. «La Ilustración Americana y Española» calificaba a los pasajeros del vapor que llegó a esta última ciudad el 23 de agosto de 1898 de «espectros». «Sus cuerpos flácidos y escuetos cubiertos con andrajos les daban un aspecto repugnante hasta el horror y tristísimo hasta hacer derramar las lágrimas», comentaba el diario. Habían muerto 96 pasajeros durante el viaje. El 85% de ellos, a causa de tres enfermedades: disentería, diarrea crónica y paludismo.

«A través de los archivos de la Guardia Civil descubrí que mucha gente se enteró del paradero de sus familiares tarde y mal. Hubo incluso peticiones de pensiones por parte de viudas hasta 1910, cuyos maridos no habían regresado de Cuba. Muchas madres se enteraron años después de que sus hijos habían muerto de fiebre amarilla. Otros familiares tampoco pudieron cobrar la pensión porque nunca supieron qué les había pasado a sus parientes. El Gobierno tuvo mucho interés de que esto no trascendiera a la opinión pública y echó tierra encima», defiende el arqueólogo aragonés Javier Navarro, que ha conseguido identificar a los más de 58.000 muertos que produjo la guerra tras una investigación de diez años que publicará en 2019. Y revela que más de cincuenta familias se han puesto en contacto con su asociación, «Regreso con Honor», en búsqueda de información sobre el paradero de aquellos abuelos y bisabuelos que se marcharon a luchar a Cuba y nunca más volvieron a saber de ellos.

Según la información del Archivo Histórico Nacional, entre febrero de 1896 y noviembre de 1898, se contabilizaron 10.995 soldados repatriados inútiles y 33.808 enfermos. Siguieron llegando hasta bien entrado 1899, en un viaje de regreso que era una auténtica tortura. Se le llamó «La flota silenciosa». Dos semanas de travesía apretados en los barcos de la Compañía Transatlántica sin apenas comida ni bebida, mezclados sanos y enfermos y sin apenas asistencia sanitaria. La realidad de la guerra no podía ocultarse en sus cuerpos demacrados. Ya no había representantes políticos dándoles la bienvenida en el puerto. La sociedad pasó de la orgullosa exaltación patriótica de las despedidas a la más absoluta tristeza. «Lo que nosotros vimos no eran cien soldados, sino cien cadáveres en el más lastimoso estado», relataba desde Jaén «El Diario Católico» el 29 de septiembre de 1898.

Cádiz: 15 muertos al día


La mayoría de ellos iban a parar a los lazaretos, donde intentarían conservar la vida durante las terribles cuarentenas. El objetivo: evitar la extensión de las epidemias por tierra firme. «En los libros de sepultura del cementerio de Puerto Real y en los certificados de defunción del registro civil pude comprobar que, algunos días, morían 14 o 15 personas en el lazareto del Fuerte de San Luis. A veces fallecían dos soldados en la misma cama en menos de 24 horas. Llegaba uno, moría, colocaban rápidamente a otro en su lugar, y fallecía también. La mortalidad en las primeras semanas fue tremenda. Tuvo que ser algo esperpéntico, con decenas de chavales muriendo en cuestión de horas tras llegar de Cuba», explica el historiador gaditano, que ha averiguado los nombres y las causas de defunción de todos los cadáveres enterrados en la fosa común, la mayoría menores de 23 años que sucumbieron a la disentería y al «catarro intestinal». Los restantes, a causa de otras enfermedades traídas de Cuba, como el paludismo, la caquexia o la disentería.

Los supervivientes sufrieron otro calvario: el de su reinserción social y laboral en una España en ruinas. «Muchos llegaron inválidos, sin posibilidad de recuperar sus trabajos en el campo. Volvían a la pobreza y el Gobierno no supo darles respuesta», afirma Navarro sobre los jóvenes españoles de clase baja que nutrieron el Ejército, al no disponer de las 1.500 pesetas que costaba librarse de ir a la guerra. Esto perjudicó a las economías familiares más pobres, cuyos repatriados tuvieron que soportar duras condiciones de vida: niveles de empleo enfermizos, salarios deficientes y problemas de vivienda, alimentación, sanidad y educación. Muchos se vieron abocados a la indigencia, según defienden Juan Pablo Fusi y Jordi Palafox en «1818-1996. El Desafío a la Modernidad», donde hablan, incluso, de las leyes dictadas para evitar que estos pidieran limosna en las calles.

Un infierno que ya anticipó el escritor Vicente Blasco Ibáñez en su artículo «El rebaño gris», publicado dos semanas después de comenzar la guerra: «Si quedan inválidos, pueden aprender a tocar la guitarra para pedir caridad a cualquiera de esas familias enriquecidas en Cuba. Es posible que les arrojen dos céntimos desde sus carruajes». Y lo constató en otro texto de enero de 1899: «Esos infelices españoles son las únicas víctimas de las locuras patrioteras y de los errores gubernamentales, pues continúan siendo víctimas al poner el pie en la Península. Pero no por desdichas nacionales inevitables, sino por olvidos voluntarios».


Soldados españoles en Cuba, en una image de 1895 - ABC
«Es injusto que haya soldados españoles muertos olvidados en Cuba»

Javier Navarro lleva dos décadas buscando otras fosas comunes en Cuba con soldados españoles muertos durante la guerra de finales del siglo XIX. Ha localizado cinco –algunas por confirmar y excavar– y ha realizado una base de datos con los nombres de la mayoría de ellos y las causas de su fallecimiento. «Me pareció una injusticia histórica que estos caídos en combate por España estuvieran olvidados en un lugar desconocido de la isla como si fueran alimañas», reconoce.

Su interés comenzó en 1998, cuando decidió que quería recuperar los restos de 150 muertos de la batalla naval de Santiago de Cuba, pertenecientes a la escuadra del almirante Cervera. «Los periódicos de la época decían que fueron enterrados en una fosa en forma de pozo en las playas de Nima Nima y Juan González. Durante cuatro años realicé allí prospecciones, sondeos y otras pruebas con la ayuda del Ministerio de Defensa español y las instituciones cubanas. Luego nos cortaron la financiación y la búsqueda quedó inconclusa», explica el también presidente de la asociación Regreso con Honor.

Aunque la mayoría de los muertos españoles de Cuba fallecieron a causa de enfermedades (más del 90%), una parte quedó sepultada en el campo de batalla o en estas fosas. Este investigador ha localizado algunas, como la ubicada en el cementerio de Manzanillo: un total de 142 cadáveres procedentes de las batallas de Peralejo, Cacao, Melones y los Indios. «Se encuentran allí abandonados, sin nombres, con un echadizo de hormigón encima», asegura.

Cerca de Cruces hay otra con 66 españoles más caídos en la famosa Batalla de Mal Tiempo, el 15 de diciembre de 1895. Y otra en el Campamento de San Juan, donde fueron a parar en condiciones «insalubres» los heridos de, entre otras, la Batalla de Caney. «Allí murieron como moscas y fueron enterrados juntos. La prensa hablaba de 700 cadáveres que habrían intentado ser incinerados sin éxito por las lluvias. La cifra parece un poco exagerada, tendríamos que confirmarlo», comenta. La última fosa estaría en Camagüey, con 250 muertos en la batalla de las Guásimas de 1874. «Se supone que fueron quemados. Hace siete años unos investigadores cubanos me dijeron que habían encontrado el pozo donde se encuentran, pero también habría que excavarlo».

viernes, 3 de agosto de 2018

US Army: Los equipos de operaciones extrasensoriales

El ejército de EE. UU. tenía una unidad completa de espías psíquicos

El proyecto resultó ser un, ejem, dolor de cabeza para el liderazgo del servicio

Joseph Trevithick | War History Online



Esta historia apareció originalmente el 27 de agosto de 2016.

El 15 de septiembre de 1995, el jefe de personal del ejército, general Gordon Sullivan, se reunió con un coronel de la agencia de vigilancia más importante del servicio, así como con otro coronel que había trabajado como psicólogo en el Comando de Inteligencia y Seguridad del Ejército.

La reunión cubrió un tema delicado y luego aún secreto: las llamadas "actividades de percepción extrasensorial" o ESPA.

Lo que realmente estaban discutiendo eran los experimentos del Ejército que involucraban a una unidad entera de espías psíquicos. El liderazgo de la rama de combate terrestre quería saber exactamente qué estaba pasando para poder hacer una declaración pública precisa.




En julio de 1995, una mujer había enviado una carta angustiosa al Secretario del Ejército Togo West, Jr. quejándose de los efectos negativos de la "guerra psíquica". El mes siguiente, el periodista y autor Jim Schnabel escribió un detallado artículo sobre los estudios del Ejército para el London Independent.

"El jefe de personal desconocía realmente Grill Flame y su historia", escribió más tarde el oficial del inspector general en un informe clasificado, usando el nombre oficial del código para el proyecto. "El jefe de personal me ha pedido que supervise los acontecimientos relacionados con Grill Flame y lo asesoremos en consecuencia".

War Is Boring obtuvo este informe y otros documentos relacionados a través de la Ley de Libertad de Información. Citando preocupaciones sobre la privacidad, los censores redactaron los nombres de los oficiales, así como el nombre de la mujer que escribió la carta.

Lo que el coronel descubrió -y otros en el Ejército ya lo habían documentado- fue que el proyecto había irritado durante mucho tiempo a la sección de combate terrestre. Y eso es ponerlo a la ligera.
Arriba: las tropas del Ejército de EE. UU. Practican la inteligencia humana tradicional. En la parte superior, un sistema experimental que vincula el cerebro de un soldado con una computadora. Fotos del ejército de los EE. UU.

Aunque rara vez publicitan el hecho, el Pentágono, las agencias de inteligencia de los EE. UU. Y las agencias de aplicación de la ley nunca se han apartado de lo paranormal o pseudocientífico. Los beneficios potenciales de los psíquicos, médiums, telequinesis y otras técnicas similares son inmensos, si realmente funcionan.

Durante la Guerra de Vietnam, las tropas estadounidenses trataron de encontrar túneles del Viet Cong con cañas de brujas. Los investigadores del contratista de defensa HRB Singer criticaron el escepticismo de la práctica ancestral como "algo académica" y dijeron, dada la importancia de la misión, que "se puede restar importancia al rigor científico, si es necesario".

En la década de 1970, los estadounidenses se enfrentaron al fantasma omnipresente de la aniquilación nuclear, así como a la creciente amenaza del terrorismo internacional. Algunos en Washington estaban dispuestos a tener ideas radicales.

¿Qué pasaría si los agentes de inteligencia pudieran "ver" en los búnkeres soviéticos desde la habitación de un hotel fuera de Washington, DC? ¿Qué pasaría si pudieran predecir un bombardeo o un secuestro de un avión?

En octubre de 1978, el mayor general Edmund Thompson, entonces el oficial de inteligencia más importante del ejército, ordenó que el Comando de Inteligencia y Seguridad investigara ESPA. Los especialistas en inteligencia del Ejército formaron un equipo después de peinar sus unidades y llamar a otras agencias. Seis años antes, la Agencia Central de Inteligencia había estudiado conceptos similares con la ayuda del grupo de expertos del Instituto de Investigación de Stanford.

"Motivados por la idea de que los soviéticos podrían desarrollar capacidades en esta área, las personalidades clave de la comunidad de inteligencia estaban decididas a explorar la utilidad potencial de los fenómenos psíquicos", explicó una visión general secreta del proyecto en diciembre de 1995. Grill Flame solo se aplicó a la porción del Ejército de lo que en esencia era un conjunto de experimentos del Pentágono.

Todo el proyecto fue altamente clasificado. Thompson inicialmente le había dicho literalmente a sus subordinados qué hacer en lugar de escribir algo.

Los espías de la rama de combate terrestre aparentemente sintieron que los estudios eran lo suficientemente prometedores como para seguir adelante. Aún así, el proyecto probablemente habría muerto sin el interés de un colorido grupo de personajes, incluido Thompson.

Preocupado por los propios esfuerzos paranormales del Kremlin, el general también era un verdadero creyente. "Nunca me gustó entrar en debates con los escépticos, porque si no creías que la visión remota era real, no habías hecho tu tarea", dijo Thompson, según el libro de Schnabel Visores remotos: La historia secreta de los espías psíquicos de Estados Unidos. .


Maj. Gen. Edmund Thompson, a la izquierda. A la derecha, Maj. Gen. Albert Stubblebine III. Fotos del ejército de los EE. UU.

Grill Flame se enfocó principalmente en entrenar y perfeccionar las habilidades de los televidentes remotos. La esperanza era que estas personas pudieran describir detalles confidenciales sobre equipos e instalaciones enemigas sin tener que salir de Estados Unidos.

"En resumen, implicó ubicar a un individuo en un ambiente oscuro y controlado, descenderlo en un trance autohipnótico y hacer que describa vocalmente las imágenes y otras impresiones que se le vinieron a la mente", según el resumen. "En un contexto de inteligencia, al sujeto se le daría algunos parámetros de un área objetivo o una pregunta de inteligencia y la verbalización del sujeto sería monitoreada de cerca".

En 1981, Thompson obtuvo un aliado importante cuando el general de división Albert Stubblebine III se hizo cargo del Comando de Inteligencia y Seguridad. Los dos oficiales compartieron un entusiasmo por las ideas no convencionales.

Cuando Thompson se fue a un puesto en la Agencia de Inteligencia de Defensa, le dio a Stubblebine el control total de Grill Flame. En septiembre de 1981, el ejército se levantó una unidad formal para manejar el proyecto.

La rama de combate terrestre enterró el Destacamento G en el Grupo de Operaciones del Ejército. Esta unidad de sonido banal maneja la misión de inteligencia humana del servicio: el negocio de salir a juntar información importante de otras personas.

Al principio, el personal del equipo incluía un total de cinco personas, tres soldados y dos civiles, incluida una secretaria de la oficina, según una instrucción ahora desclasificada que detalla la creación de la unidad. Todo lo que hicieron fue sobre una base de "necesidad de saber".
En todo el Pentágono, los televidentes a distancia recibieron inteligencia y otras tareas para poner a prueba sus habilidades. Grill Flame y el propio proyecto de la Agencia de Inteligencia de Defensa, apodado Sun Streak, intentaron encontrar el paradero exacto del líder libio Muammar Gaddafi antes de que aviones estadounidenses bombardearon su país en 1986, según el libro de Schnabel.

Tres años después, intentaron localizar a Manuel Noriega después de que las tropas estadounidenses persiguieran al dictador panameño desde su residencia. El Pentágono llamó a los espías psíquicos para tratar de averiguar si realmente había prisioneros de guerra estadounidenses en Vietnam, Laos o Camboya.



Pero a pesar de todos estos esfuerzos, el Ejército en particular se había agriado rápidamente en la idea. Para los principales líderes del servicio, los resultados no fueron concluyentes y los jugadores resultaron embarazosamente erráticos.

Después de hacerse cargo del comando de inteligencia principal del Ejército, Stubblebine había comenzado a promover una serie de ideas pseudocientíficas más allá de la visión remota. Se hizo famoso por llevar a otros oficiales a "fiestas de doblar cucharadas".

En estos eventos, los psíquicos y los telekinentics que se describían a sí mismos torcían los cubiertos en formas asombrosas. En las décadas de 1970 y 1980, individuos como Uri Geller, nacido en Israel, cautivó a audiencias de televisión estadounidenses y extranjeras con demostraciones similares.

"La clave de todo esto no tiene nada que ver con doblar metal", dijo Stubblebine, con una serie de cucharas dobladas y tenedores frente a él, al periodista Jon Ronson en una entrevista para su documental de 2001 The Secret Rulers of the World. "¿Qué tiene que ver con eso, señor, misericordia, si puedo hacer eso con mi mente, qué más puedo hacer?"

El general intentó "energizar" a las tropas de las Fuerzas Especiales del Ejército con estas ideas, pero las encontró despectivas. Finalmente les persuadió para darles la oportunidad a las técnicas diciéndoles que algún día podrían matar gente con sus mentes, una historia que Ronson describió más adelante en su libro The Men Who Stare At Goats.

Según Ronson, la Agencia Central de Inteligencia envió un psicólogo para evaluar la competencia de Stubblebine. En el proceso, el Dr. Ray Hyman entrevistó al sucesor del oficial, el mayor general Harry Soyster.

"Le pregunté si lo habían obligado a ir a una fiesta de doblado de cucharas y me dijo: 'Oh, sí'", le dijo Hyman a Ronson en otra entrevista para su documental. "Él dijo: 'Bueno, las cucharas se doblan, pero no pude ver ninguna aplicación militar, así que no pensé mucho en eso'".


Un soldado de inteligencia militar habla con niños en Afganistán. Foto del ejército de los EE. UU.

Cuando Soyster se hizo cargo en 1986, trabajó para reducir Grill Flame y proyectos similares. El general insistió en que el trabajo de su comando era "escuchar a los malos hablar entre ellos, atrapar espías [y] tomar fotos", según una revisión histórica oficial del Ejército, un individuo privado obtenido a través de la Ley de Libertad de Información y enviado al Sitio web GovernmentAttic.org.

Aún así, en Washington, miembros del Congreso de ideas afines mantuvieron vivo a Grill Flame y programas relacionados. En particular, el senador de Rhode Island Claiborne Pell, mejor conocido por las becas universitarias federales que llevan su nombre, fue un ferviente partidario de los experimentos paranormales.

"Pell y su personal fueron en gran medida instrumentales para mantener la financiación viva para este esfuerzo, incluso cuando el escepticismo se estaba construyendo a finales de los 80 y 90", según el organismo de vigilancia del ejército. En 1987, el legislador intentó llamar la atención sobre una "brecha de percepción extrasensorial" con Moscú al invitar a Geller a doblar cucharas para sus colegas.

Después del truco, la revista Time lo apodó "Senador Oddball". Los líderes del ejército y otros en Washington no estaban encantados con estas asociaciones.

Además de estas cuestiones de relaciones públicas, el ejército parecía tener preocupaciones sobre la ética de las actividades de Grill Flame. Ya en febrero de 1981, Thompson "recomendó ... continuar asegurando que todos los problemas legales / médicos de uso humano se cumplan antes de llevar a cabo cualquier nueva iniciativa [Grill Flame]".

Una cantidad de antiguos televidentes remotos y otros participantes en proyectos psíquicos desarrollaron enfermedades físicas y mentales o síntomas de los mismos. Si bien las teorías de la conspiración y la especulación son rampantes, es difícil decir si alguno de estos problemas estaba directamente relacionado con los proyectos.

"¿Habían estado viviendo demasiado en el borde chamánico de las cosas?", Se preguntó Joseph McMoneagle, uno de los televidentes remotos del Ejército que finalmente sufrió un ataque al corazón, esto según el libro de Schnabel. "¿El acto de ver a distancia, o incluso estar cerca de un visor remoto, produce algún tipo de efecto peligroso en el sistema nervioso humano o el sistema inmunitario?"

A pesar de su experiencia, McMoneagle continúa practicando y promoviendo la técnica. En una revisión de uno de sus libros, Reader's Digest llamó al ex soldado del ejército "el televidente más famoso de los Estados Unidos".

"Lo que es cierto es que el Ejército ... participó en esto en gran medida y resultaron algunos episodios vergonzosos", señaló el inspector general en su análisis. "La exageración de los medios puede herir claramente el nombre [del Comando de Inteligencia y Seguridad]".

Y mientras el coronel del inspector general cavaba en los antecedentes del proyecto como Sullivan le había preguntado, no podía encontrar casos en los que un televidente hubiera producido resultados reales.

La evaluación final fue que Grill Flame había sido "más humo que sustancia".

Mientras investigaba su documental y su libro posterior, Ronson describió las afirmaciones de visión remota y otras técnicas psíquicas que regresaban después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en la ciudad de Nueva York y Washington, DC Pero seis años antes, la opinión del Ejército era fuerte y clara que toda la idea había sido más problemática de lo que valía.

jueves, 2 de agosto de 2018

Entreguerra: Las guerras aéreas en el Lejano Oriente

 
Ki-27s japoneses se enfrentan a I-15s soviéticos sobre los cielos de Nomonhan 

Preludio a la guerra

Ciel de Gloire


Las operaciones de las fuerzas aéreas japonesas en Manchuria y China constituyeron una experiencia de combate de gran valor, que se aprovecharon del Pacífico y el Lejano Oriente desde 1941. Los norteamericanos, los holandeses y los británicos, que evaluaron esta superioridad de Japón, pagaron caro por su falta de previsión.



La proyección del Japón imperial, directamente del universo medieval de samurai y shogun, en el espacio industrial y tecnológico del siglo XX fue un acontecimiento extraordinario. Los japoneses entendieron que podían competir con los logros técnicos de Europa y los Estados Unidos solo adoptando los métodos de ocidennal. A mediados de la década de 1930, la flota japonesa (Kaigun) era la tercera más grande del mundo y tenía los mejores portaaviones en servicio. El ejército japonés (Rikugun) era numeroso, organizado en divisiones, en el oeste, y especialmente bien armado. No había una fuerza aérea autónoma como tal. Las unidades aéreas básicas eran el Batallón Aéreo del Ejército (Hikodaitai) y el Grupo Aéreo Naval (Kokutai), cada uno controlado por su propio servicio. Entre estos servicios había una hostilidad continua y casi ninguna cooperación. Las dos aviaciones que se organizaron antes de la Primera Guerra Mundial en los modelos francés y británico, su avión tenía el mismo origen. Pero en la década de 1920, las compañías japonesas como Mitsubishi, Nakajima, Yokosuka, Kawasaki y otros comenzaron a producir aviones y motores. El hecho de que estos aviones y motores se inspiraran en gran medida en modelos occidentales llevó a la creencia de que los japoneses solo podían hacer buenas copias. La realidad era diferente. En gran medida, los constructores japoneses demostraron ser innovadores talentosos.


Mitsubishi Ki-1 del 2do Hikoshudan

La casta militar japonesa, que en muchos aspectos se parecía a los junkers de la Alemania imperial en el siglo diecinueve, ejerció una influencia considerable sobre el gobierno, mientras que respetaba religiosamente a la persona del Emperador. Ambicioso y agresivo, sus objetivos políticos lo enfrentaban regularmente contra sucesivos líderes civiles. El imperio estaba creciendo, los conflictos con China y Rusia le permitían a Japón ganar un punto de apoyo en sus territorios. La mayor parte de Sakhalin se le cedió, mientras que Formosa (T'ai-wan) pasó bajo su control en 1895; Corea fue anexada en 1910, y después del armisticio de 1918, grandes áreas del Pacífico, incluyendo las Marianas (excepto Guam), las Islas Marshall y las Islas Caroline, fueron puestos bajo Mandato japonés.

Japón solo tenía una debilidad. Su industria, totalmente dependiente en el exterior para su suministro de petróleo crudo, debía importar una gran parte de sus materias primas: mineral de hierro, bauxita, estaño, caucho. Además, la población del imperio, que excedía los cien millones, también necesitaba alimentos importados y, en primer lugar, arroz. Por lo tanto, al igual que el Reino Unido, Japón era una nación altamente desarrollada y altamente industrializada dependiente del comercio exterior, y como resultado tenía una inmensa armada mercante y una poderosa flota de guerra.

Guerra en China y Manchuria

Los servicios aéreos del ejército y la marina japoneses hicieron su primera experiencia de combate en 1931, y participaron en una sucesión de incidentes y escaramuzas que conducirían a la guerra con China en 1937. El sabotaje de un ferrocarril cerca de Mukden, Manchuria, el 18 de septiembre de 1931, sirvió de pretexto para la invasión japonesa. Caminando desde Port Arthur, cruzando la península de Laoting, las tropas japonesas capturaron todo el territorio manchú en cinco semanas y establecieron un gobierno títere chino a la cabeza del estado, renombrado como Manchukuo. Las fuerzas terrestres fueron apoyadas por los cazas Nieuport 29 y Salmson 2 Chutai del 6º Hikosentai en Pyongyang, Corea. Unidades del 4 al 7 de Hikosentai (equipados con tipos Mitsubishi 2MB1 97 y Kawasaki KDA-2 tipo 88) fueron enviados a Japón refuerzo para formar el núcleo de Hikotai Kanto-Gun (cuerpo aéreo del ejército región de Kanto). No había resistencia en el aire, por lo que las unidades se dedicaban exclusivamente a bombardeos y operaciones de reconocimiento táctico. La aviación militar china estaba de hecho en un estado de debilidad y desorganización que no podía actuar con eficacia.Si la conquista de Manchuria siguió siendo el área reservada de la aviación del ejército, las formaciones de la aviación naval entraron en acción por primera vez durante el ataque a Shanghai el 28 de enero de 1932, cuando el tipo Kawanishi E5K1 90 basados ​​en el Notoro se lanzaron en las posiciones chinas. La fuerza naval de superficie pronto se dio cuenta del portaaviones Kaga Hosho y, a partir de los cuales pesaba el l Kokusentai con sus cazas Nakajima AH1N1 Tipo 3 y el ataque con aviones del Mitsubishi 2MT1-4 Tipo 13. Estas unidades efectuaron misiones de apoyo que su hizo posible enfrentar a los cazas chinos por primera vez. Sobre el terreno, el ejército chino XIX luchó tenazmente hasta el punto de que no fue hasta que el refuerzo de las tropas japonesas que Shanghai cayó finalmente, el 4 de marzo de 1932. Se firmó un armisticio, Chiang Kai-shek comprometían a poner fin el boicot comercial que estaba en la raíz del enfrentamiento. Los siguientes cinco años estuvieron marcados por las reformas de Chang Kai-tchek. Las fuerzas armadas fueron aumentadas, las industrias desarrolladas y los "señores de la guerra" se criaron. La larga guerra civil entre los nacionalistas de Chang Kaishek y los comunistas de Mao Tse-tung fue interrumpida en diciembre de 1936 como resultado de un acuerdo laborioso. La renovada estabilidad y el creciente poder de China despertaron la ansiedad de los líderes japoneses, que trataron de sentar las bases de un imperio económico centrado en su archipiélago y llamaron a convertirse en la mayor área de riqueza y prosperidad de Asia. Este. Chang y la República de China se interponían en su camino, era necesario eliminarlos. El pretexto para lanzar una guerra general fue proporcionado por una escaramuza en el puente Marco Polo en Beijing el 7 de julio de 1937.

Guerra en los cielos chinos




A mediados de 1937, el ejército japonés contaba con unos 300,000 asiduos, reforzado por 150,000 soldados manchúes y mongoles bajo la supervisión japonesa. En Japón, había dos millones de reservistas bien entrenados. Las fuerzas terrestres fueron reforzados por una poderosa flota de guerra, no menos poderosa marina mercante y la aviación notablemente eficaz agrupar cuarenta y nueve Chutai Ejército (500 aviones) y veintinueve (más de 400 dispositivos terrestres o Buntai vehículo). La fuerza aérea de Manchuria envió seis Chutai del 12, 15 y 16 Hikosentai en el área de Beijing. De Formosa, Japón y Corea llegaron veintitrés Chutai como refuerzo. El equipo utilizado (240 en total) fueron Kawasaki Ki-10 Tipo 95 (cazas) Kawasaki Ki-3 93 (bombarbiers luz) Mitsubishi Ki-1 de tipo 93 (bombarderos pesados) y Nakajima Ki-4 Tipo 94 (avión de reconocimiento). Los líderes del ejército japonés organizaron dos ofensivas conjuntas, uno dirigido al sur de Beijing a Soochow, y el otro hacia el noroeste de Shanghai a Nanjing, la sede del gobierno de Chang Kai-Chek. Son las 8 de agosto de, 1937 tuvo lugar el desembarco en Shanghai, con el apoyo de la flota de aviones y III (264) soportado por el Hosho, la Ryujo y Kaga. Desde bases en Kyushu y Taiwán, flotas de la aviación naval y Kisarazu Kanoya, bombarderos equipados Mitsubishi Tipo 96 G3M1, redadas effectuèrent a gran escala sobre Nanjing Yangtze, Soochow, Han-k'ou, Anqing y Nanchang, China Central.

A pesar de su superioridad en el aire, los japoneses enfrentaron dificultades en el terreno. Shanghai no cayó hasta el 8 de noviembre de 1937; Nanking fue tomada el 13 de diciembre, pero en el norte, una severa resistencia china detuvo el avance japonés sobre el río Amarillo. En 1938 de enero de los japoneses, que había reanudado la ofensiva en Soochow, fueron aplastados a Taierchwang por las fuerzas del general Li Tsung-yen, perdiendo un total de cerca de veinte mil hombres. Una vez reagrupados, las tropas japonesas tomaron Soutcheou en mayo, pero tuvieron que dejar de perseguir su ofensiva cuando los chinos desbordaron el río Amarillo. En el sur, el impulso hacia Han-k'ou condujo a la caída de la ciudad el 25 de octubre de 1938. aterrizajes anfibios en el puerto de Hongay, al noreste de Hong Kong, permitió a los japoneses para apoderarse de Cantón, octubre. La división aérea constituida temporalmente por el ejército japonés en China incluía el 1. °, 3. ° y 7. ° Hikodan bajo el mando del teniente general Eijii Ebashi. Cada brigada estaba dividida en varios grupos y escuadrones. Entre los empleados electrodomésticos, cazas Nakajima Ki-27b de tipo 97, el Mitsubishi Ki-15 Tipo 97 (reconocimiento), el bombardero ligero Mitsubishi Ki-30 Tipo 98 y el bimotor Mitsubishi Ki-21 Modelo 97, un bombardero pesado que acababa entrar al servicio, representa un progreso definido. Pero las pérdidas continuaron aumentando. De hecho, la pequeña fuerza aérea china, que se benefició de la asistencia efectiva de asesores Claire L. Chennault, estaba equipado con cazas soviéticos Polikarpov I-15, I-153 e I-16 y bombarderos Tupolev SB 2 (más una variedad de modelos franceses y americanos).

Incapaz de vencer a China sobre el campo de batalla, Japón estableció un bloqueo económico, garantizando el control de un número de puertos como Foochow y la inversión de la isla de Hai-nan, frente a la costa al sur. Las rutas de suministro de Chang Kai-shek se limita así a la línea de ferrocarril Haiphong (Indochina francesa) - Nanking, la pequeña carretera, parte de Yangon, y pasaron Lashio (Birmania montaña), y finalmente a la Burma Road, que atravesaba la provincia de Yunnan hasta Koven-ming. En ese momento, la sede de Chang estaba en Chong-k'ing, en las montañas del noreste de China.



El incidente de Nomonhan 

Sin embargo, las relaciones con la Unión Soviética se deterioraron después de la ocupación de la ciudad fortificada de Changkoufeng en la frontera soviético-manchú en 1938. Este fue un incidente aislado en el valle de Khalka en el sur. En Nomonhan, un tema polémico de la frontera entre la Unión Soviética y Manchukuo, fue lo que desencadenó una guerra no declarada entre las fuerzas japonesas locales y el primero grupo de ejércitos soviéticos del general Zhukov, y los enfrentamientos violentos entre el aire de las dos aviaciones El segundo Hikoshudan inmediatamente envió cuatro Chutai desde Ki 27 y Ki-30 a Hailar en el área de Nomonhan. Los soviéticos respondieron enviando grandes fuerzas aéreas bajo el mando del general Smushkevich en Sappabaiz usualmente del tipo I-15bis, I-16 e I-153s.. La batalla aérea se extendió rápidamente por la meseta, y la primera gran batalla tuvo lugar el 27 de mayo. En el momento del acuerdo de alto el fuego soviético-japonés del 16 de septiembre de 1939,


Polikarpov I-153 soviético participante del incidente de Nomohan

Preparándose para la guerra en el Sur

El éxito en Europa por Alemania en Francia, los Países Bajos y el Reino Unido en mayo-junio de 1940 arrojó una luz completamente nueva en el proyecto japonés para crear una "esfera de co-prosperidad" centrada en el archipiélago japonés . Las tropas imperiales desembarcaron en Haiphong a fines de junio, y los franceses no tuvieron más opción que inclinarse. Churchill se vio obligado a aceptar el cierre de la carretera de Birmania, a petición de Japón, y el 29 de agosto de 1940, Francia aceptó el establecimiento de bases aéreas japonesas en la región de Hanoi (al norte de Indochina), desde donde se pueden lanzar ataques en Tchong-k'ing. Quedó claro, con la firma del Pacto Tripartito el 27 de septiembre, que Japón había elegido ponerse del lado de los enemigos de Inglaterra, una política confirmada por el pacto de no agresión que firmó con la Unión Soviética sobre 13 abril de 1941. los japoneses quería colocar debajo de sus partes yugo del sudeste asiático (Malasia, Borneo, Java y las Filipinas) por una simple razón: sin petróleo crudo, no hay minerales, ni arroz, Japón nunca podría soportar una guerra contra China mientras defiende, al mismo tiempo, sus fronteras contra las incursiones soviéticas (el archipiélago importó el 90% de su petróleo de los Estados Unidos y las Indias Orientales Holandesas). Las medidas restrictivas ya se habían reducido las reservas estratégicas de cincuenta y un millones de barriles en 1939 a cuarenta millones en 1941, el presidente Franklin D. Roosevelt dio el golpe de gracia mediante la congelación de los activos japoneses en los EE.UU., en represalia en contra de la instalación de bases aéreas aéreas y navales en el sur de Indochina, desde donde los bombarderos podrían amenazar el bastión británico de Singapur. Así, el Emperador y el Estado Mayor General se prepararon para un conflicto, que consideraron inevitable, en el sudeste de Asia: un conflicto con los estadounidenses, los británicos y los holandeses.

En sus preparativos para la guerra, el ejército y la marina japoneses (bajo el mando del almirante Isoroku Yamamoto) previeron una campaña de tres fases. Al principio, la guerra debía comenzar con seis operaciones simultáneas:
  • Un ataque aéreo masivo en Pearl Harbor para paralizar la Flota del Pacífico de los Estados Unidos;
  • La ocupación de Siam, con el objetivo de establecer bases aéreas allí;
  • Desembarcos en Singora, Siam meridional y Kota Bahru, en el norte de Malasia, para prepararse para Singapur;
  • Ataques aéreos contra Luzón (Filipinas), para diezmar la fuerza aérea estadounidense del Lejano Oriente como preludio de la invasión de Luzón y Mindanao;
  • La eliminación de Hong Kong; Por último,
  • La ocupación de Guam y Wake Island, para cortar las comunicaciones estadounidenses.

En una segunda fase, las operaciones se llevarían a cabo
  • El archipiélago de Bismarck (Nueva Bretaña y Nueva Irlanda), con la instalación de una importante base aérea y naval en Rabaul;
  • Malasia sería conquistada, y Singapur pronto ocupó; entonces los japoneses aprovecharían
  • Aeródromos en el sur de Birmania; Por último,
  • Una gran ofensiva se lanzaría al sur, en dos frentes, hacia Java, a través de Borneo y las Célebes.

La tercera fase involucraría
  • La captura de Java por asaltos simultáneos desde el este y el oeste,
  • La ocupación total de Birmania, así como
  • La instalación de bases en Sumatra y en las Islas Andamán y Nicobar, conduce al Océano Índico.

Todas las acciones planeadas tomarían de cincuenta a cien días, el ataque se lanzaría el 8 de diciembre de 1941. El plan fue aprobado oficialmente el 5 de noviembre. Esta fue probablemente la empresa más ambiciosa, audaz y más grande jamás considerada en la historia militar. Para diciembre de 1941, los Aliados tenían una fuerza aérea de 1284 aviones en el Hemisferio Oriental, muchos de los cuales estaban en proceso de ser abrumados:
  • 385 aeronaves de la Armada de los EE. UU. Y de la Marina de los EE. UU. Tenían su base en Hawai y la Flota
  • 24 en Midway y Wake Island,
  • 180 en las Filipinas.
  • La RAF tenía 330 aviones en el Lejano Oriente, la mayoría con base en Malasia y Birmania, a los que se agregaron
  • 165 aviones de la Real Fuerza Aérea Australiana dispersos en Australia, Malasia, Ambon, Rabaul y las Indias Orientales.
  • El Cuerpo Aéreo del Ejército de las Indias Holandesas Reales alineó 200 aviones, incluyendo Curtiss Hawk 75A-7s, Brewster B-339Ds (Buffalo) y bombarderos Martin 139W-H2.

Tendrían que lidiar con fuerzas tomadas de
  • 2,951 aviones de primera línea del ejército y la marina japoneses.


El poder japonés

El personal asignado por el ejército de las operaciones en el sudeste de Asia se acercan a 750 aviones: 550 aviones tercera Hikoshudan (basado en Saigón, en previsión de la invasión de Siam y Malasia) y 175 de la quinta Hikoshudan ( en Formosa, por la invasión de Luzón). La tercera consistió Hikoshudan tercera Hikodan (27a, 59a, 70a y 90, Hikosentai), el séptimo Hikodan (12º, 60º, 64º y 98º Hikosentai), el 12 Hikodan (1PT e Hikosentai), y los días 15, 21 y 83º Dokuritsu Hikotai. El nuevo Nakajima Ki-43 (tipo de combate 1 ejército) había fortalecido la larga Ki27b, mientras que los nuevos modelos de entrar en servicio, como Kawanishi Ki-48 y Mitsubishi Ki-46. China siguió siendo el l Hikodan, con 50 aviones, Manchuria y Sajalín segundo Hikoshudan, con 450 aviones, y, finalmente, en el propio archipiélago en l Hikoshudan, con 50 cazas Ki-27b de la 4ª, 5ª y 13ª Sentai . Había 1200 aparatos de reemplazo y entrenamiento.

La flota japonesa era para asegurar el dominio de los mares durante las operaciones, mientras que su propia aviación interviene Hawai, la isla Wake, en el bombardeo de Luzón y Davao cobertura aérea del sector y en la lucha acción preventiva contra las unidades de la Royal Navy con sede en Singapur. El buque insignia de la Aviación Naval fue el, Koku-Kantai, vicealmirante Nagumo Chuichi, con portaaviones Kaga y Akagi (primera Kokusentai), Soryu e Hiryu (segunda Kokusentai), el Ryujo y el más nuevo y Zuikaku Shokaku (5º Kokusentai). Para la operación en Hawai, solamente l, 2 y 5 Kokusentai fueron a tomar medidas con los cazas Mitsubishi A6M2 (Tipo 21 azul marino), bombarderos en picado Aichi D3A1 (Tipo 99 Navy) y Nakajima B5N2 (Tipo 97 de la Armada), bombarderos de torpedos basados ​​en portaaviones: 414 aviones.

El 3 ° Kokusentai, con los portaaviones Hosho y Zuiho, se unió a la 11. ° flota. Con la excepción de las unidades de la flota de aire 24a instalados en tierra dependía de la 11-Koku Kantai, vicealmirante Nishizo Tsukuhara. Las flotas 21 y 23 de la aviación naval se encuentran en Formosa, listo para intervenir en Luzón, mientras estaba en los campos de aviación cerca de Saigón, listo para el ataque de la flota británica, la flotilla 22 contra el Almirante Sadaichi Matsanuga con 96 bombardero Mitsubishi G3M2 y desprendimiento bombardero Mitsubishi G4M1. La Aviación terrestre (de G3M2, G4M1, A6M2 y algunos aviones de reconocimiento Mitsubishi C5M2) era alrededor de 600 aviones: 300 para 21 y 23 flotillas, 150 a 22, y 150 para el día 24, basado en Marshall. El 4º Kokusentai tenía 50 aviones en las islas Palau y en pequeños portaaviones. Aichi E13A1 hidroaviones de reconocimiento, así como E8N2 Nakajima y Kawanishi E7K2 fueron asignados a diferentes flotas.

En general, el equipo de aviación del ejército y aeronaval japonesa era buena, incluso en el caso excepcional del caza Mitsubishi A6M2 Zero y el Ki-46. Los pilotos y tripulaciones habían ido más allá de la experiencia del fuego en diez años de luchas y guerras; muchos de ellos registraron un promedio de seiscientas a ochocientas horas de combate y todos eran de alto nivel. El Hurricane en el Pacífico y el Lejano Oriente fue un buen ejemplo del uso de la aviación como arma ofensiva.

Mientras tanto, el personal japonés superior forjó planes que iban a permitir a Japón para conquistar en pocos meses, gran parte del Pacífico y para establecer una "esfera de co-prosperidad". La primera fase de este plan fue la aniquilación de la flota estadounidense con base en Pearl Harbor.

miércoles, 1 de agosto de 2018

Roca, el constructor


Julio Argentino Roca, el constructor del Estado nacional


Promovió la inmigración y durante su gobierno el país modernizó la ganadería y desarrolló industrias.





Por Roberto Azaretto - Miembro de número de la Academia Argentina de la Historia

En historia no hay que analizar los hechos del pasado con los valores del presente, ni juzgar, si comprender. Calificar como genocida a Roca es banalizar la palabra y muestra una supina ignorancia sobre el problema de la frontera.

Roca es el constructor del Estado argentino. No solo le debemos la ocupación del espacio, con el avance sobre los territorios al sur de la ruta ocho y del Chaco y la presencia en la Antártida, sino también la extensión de los ferrocarriles, entre ellos el que llegó a Mendoza, puertos, obras sanitarias, hospitales, miles de escuelas, obras de riego.

Roca promovió la ley 1420 que en poco tiempo terminó con el analfabetismo. Logró en su primera presidencia que Chile reconociera a la Cordillera de los Andes como límite y en la segunda la solución pacífica del conflicto por los estrechos. Fue el que dotó al país de la primera flota de mar y modernizó el ejército con la escuela superior de guerra y el servicio militar.

Roca en su segunda presidencia encargó a Bialet Massé el primer estudio sobre la situación de los trabajadores argentinos, que dio lugar, a la propuesta del Código del Trabajo enviado al Congreso en 1904, más avanzado que la legislación social posterior, e incluso, del peronismo. Fundó la primera Caja de Jubilaciones para los empleados estatales.

Intentó reformar la educación secundaria para convertir parte de los bachilleratos en escuelas industriales, agrícolas y comerciales. Quiso otorgar la ciudadanía a los inmigrantes arraigados en el país, con hijos o propiedades en este suelo y designó, en su segunda presidencia, a dos hijos de inmigrantes como ministros, Pablo Ricchieri y Osvaldo Magnasco.

Inició la diplomacia presidencial con la reunión en el estrecho de Magallanes con el presidente chileno Errázuriz y el intercambio de visitas con el presidente del Brasil, Campos Salles.

Promovió la inmigración y durante su gobierno el país modernizó la ganadería, desarrolló la industria frigorífica, la vitivinicultura y la azucarera, los primeros talleres metalúrgicos y se expandió la agricultura.

Siempre estuvo contra los golpes y revoluciones y la conquista del desierto fue el resultado de un plan por él meditado pero debatido y aprobado en el Congreso Nacional.

El problema de la frontera sur se agudizó cuando oficiales realistas de Chile se aliaron con las tribus araucanas que atacaban pueblos de Buenos Aires al grito de viva Fernando VII. A partir de allí se montó un negocio de robo de ganado para vender en Chile junto con los cautivos.

En sesenta años hubo más de 5 mil muertos en las tropas del gobierno y unos 10 mil entre los indios. En la campaña de Roca las tribus sufrieron unas mil doscientas bajas.

En la campaña de Juan Manuel de Rosas fueron tres mil, porque don Juan Manuel dio la orden de fusilar a los indios chilenos prisioneros.