sábado, 6 de febrero de 2016

Diplomacia: Crucero acorazado "9 de Julio" saluda al pabellón dominicano

Saludo al pabellón dominicano en 1919


El 24 de mayo de 1919 había fallecido en Montevideo el ilustre poeta Amado Nervo, embajador de México ante la República del Uruguay. Como Nervo había sido embajador concurrente en la República Argentina, el presidente argentino Hipólito Yrigoyen ordenó que sus restos fueran repatriados con todos los honores en el crucero acorazado “Nueve de Julio”. 
Al regreso el barco se vio obligado a hacer escala, y su comandante consultó con el ministerio de Marina si podía tocar o no Santo Domingo y, en caso afirmativo, si saludaba a la bandera norteamericana al entrar al puerto, a la sazón ocupado por fuerzas militares de los Estados Unidos. El comandante del crucero 9 de Julio al no ver en la fortaleza "Ozama" la bandera dominicana, no hizo los saludos exigidos por el protocolo internacional, lo que motivó que las autoridades norteamericanas pidieran al Capitán las causas de su descortesía. 



Cuando ocurrió este desagradable caso, hacía 4 años que se había declarado oficialmente la implantación del gobierno militar norteamericano, que tuvo lugar en aquella época (1916), cuando el íntegro patricio doctor Francisco Henríquez y Carvajal, designado Presidente de la República por decisión del Congreso Nacional, se negó a aceptar las humillantes condiciones que para su formal reconocimiento le hiciera el gobierno de Estados Unidos que en ese entonces detentaba, de acuerdo con la convención de 1907, la total percepción de los ingresos aduaneros dominicanos. 
Todos conocemos que una fuerza de ocupación coloca al tope de los edificios y fortalezas cautivas su propia bandera. La dominicana no flameaba sobre la tierra de las virtudes soñada por Juan Pablo Duarte, que siempre deseó una patria libre, soberana y sin intervención de extrañas potencias. La gallarda respuesta del comandante del crucero 9 de Julio, no se hizo esperar. La inmediata respuesta del presidente Yrigoyen fue: “Id y saludad al pabellón dominicano”. Tengo instrucciones de mi gobierno de saludar la bandera dominicana. Así lo hizo
Al entrar al puerto, el acorazado izó al tope la bandera dominicana, saludándola con una salva. Corrió la voz por la ciudad, y personas fervorosas compusieron con trozos de tela una bandera dominicana que izaron en el torreón de la fortaleza. 
Veintiún cañonazos de la nave argentina tributaron el homenaje a la enseña dominicana. La multitud se lanzó a las calles, y una gran manifestación se dirigió hasta la casa municipal ante la perplejidad de las autoridades gringas de ocupación que no se atrevieron a impedir el pronunciamiento popular. 
Uno de los improvisados oradores dijo: “Loor al presidente argentino Yrigoyen que nos ha hecho vivir siquiera dos horas de libertad dominicana”. 
Dos años después, dos delegados del Partido Nacional Dominicano llegaron a la Argentina a testimoniar al presidente Yrigoyen el reconocimiento del pueblo de su patria por su extraordinario gesto. Uno de los emisarios, el doctor Francisco Henríquez y Carvajal, relató el suceso mientras la emoción llenaba sus ojos de lágrimas. 
La campaña de los patriotas dominicanos para el retiro de las tropas norteamericanas tuvo una alta expresión en la asamblea del año 1921, que se dirigió al Presidente argentino en los siguientes términos: 

San Pedro de Macorís (Rep. Dominicana), marzo 15 de 1921

El Congreso de las Juntas Patrióticas instalado el 6 de marzo, envíale mensaje de gratitud dominicana y confía en que vuestro constante esfuerzo de apoyo a la causa de la República acelerará su éxito.

(firmado) Rolando Martínez, presidente.
 

 
Presidente Hipolito Yrigoyen 
 Crucero ARA "9 de Julio" 

Fuente

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