El símbolo de la defensa aérea soviética Detalles División especial n. ° 18 de cañones y misiles antiaéreos País URSS (Unión Soviética) Rama: Ejército soviético Tipo de defensa aérea y aviones de combate Eventos y fechas
Establecimiento de la unidad en enero de 1970 Unidad es fundada por Leonid Brezhnev Guerras Guerra de desgaste Datos de la unidad
Cerca de 32,000 oficiales y soldados Equipo principal
Misiles tierra-aire SA-3
MiG-21s Mando
Comandantes Yuri Nastenko
La Operación Cáucaso (en ruso: ???????? ??????) fue una operación soviética a gran escala para establecer y despachar una fuerza naviera para proteger a Egipto de la Fuerza Aérea israelí durante la Guerra de Desgaste. El tamaño de la fuerza expedicionaria soviética fue variado, durante el cual lucharon directamente soldados soviéticos contra soldados israelíes.
Antecedentes
En la segunda mitad de 1969, Israel inició intensos ataques aéreos contra las fuerzas egipcias en Cisjordania, principalmente contra el sistema de misiles tierra-aire y las estaciones de radar de detección aerotransportadas, y los continuos y exitosos ataques israelíes interrumpieron el plan de Nasser de pasar a un nuevo ofensiva terrestre en la Guerra de Desgaste por la "etapa de derramamiento de sangre".
La impotencia del ejército egipcio frente a los ataques aéreos israelíes llevó a Nasser en el otoño de 1969 a pedirle al secretario del Partido Comunista Leonid Brezhnev durante una visita a Moscú que profundizara la participación militar de su país y enviara una fuerza expedicionaria soviética para emprender la tarea de proteger los cielos de Egipto. Brezhnev pasó la solicitud no convencional al Politburó para su aprobación. Después de recibir permiso para enviar una fuerza militar soviética "temporaria" mientras se observaba estrictamente el secreto de la operación, se celebraron frenéticas consultas entre los egipcios y los soviéticos para determinar los detalles militares y técnicos. Los egipcios buscaban la ayuda máxima, pero los soviéticos buscaban ayudar a sus aliados, pero también temían una escalada en sus relaciones con los Estados Unidos.
El acuerdo entre la Unión Soviética y Egipto y los preparativos para el poder soviético
Un mapa de la CIA que muestra las bases estimadas de los equipos soviéticos Misiles tierra-aire SA-3 Un auto radar P-15 en un camión Sail 157
Entre la Unión Soviética y Egipto se concluyó en diciembre de 1969 de la siguiente manera:
La Unión Soviética transferirá por mar al puerto de Alejandría una división completa de modernos misiles SA-3 tierra-aire con todo su equipo, equipo y armas, incluidos soldados y comandantes para operarlos.
La Unión Soviética enviará tres escuadrones MiG-21 mejorados a Egipto, incluidos pilotos, controladores, técnicos, vehículos, radares de detección aérea, equipos grandes, repuestos y más.
La Unión Soviética suministrará a Egipto cuatro modernos radares P-15.
La Unión Soviética desplegará en Egipto tres nuevos aviones de reconocimiento MiG-25.
Los egipcios construirán refugios subterráneos, instalaciones de fortificación y edificios que serán poblados por las fuerzas y el equipo soviéticos. La construcción tendrá lugar dentro de los 32 días y antes de que lleguen las fuerzas.
Unos 1.800 soldados egipcios serán entrenados por los soviéticos, que reemplazarán a los soviéticos en su entrenamiento.
Egipto pagó a la Unión Soviética una cantidad acordada de dinero para el equipo y una suma adicional por cada soldado soviético estacionado en suelo egipcio.
El cuartel general de la fuerza aérea soviética seleccionó a Yuri Nastenko como comandante de división para ser enviado a Egipto. Con el propósito de dotar de personal a la gran fuerza expedicionaria, que incluía 32,000 oficiales y soldados, se llevaron a cabo operaciones para localizar a los miembros adecuados del ejército soviético regular y se definieron los requisitos:
Solo oficiales militares y soldados serán incluidos en la fuerza (cada soldado tendrá el derecho de negarse a servir en Egipto)
Los soldados judíos no participarán en la operación
Todos los candidatos se someterán a un examen médico y una entrevista personal en la que se identificarán las tendencias políticas y la moral inapropiada.
La escalada de los ataques israelíes
Mientras tanto, a partir de enero de 1970, mientras la Fuerza Expedicionaria Soviética se preparaba para ser enviada a Egipto, la Fuerza Aérea de Israel lanzó una serie de devastadores ataques profundos contra objetivos militares con el avión F-4 Phantom, que había sido puesto en servicio varios meses anteriormente por la Fuerza Aérea israelí. Estos ataques crearon una sensación de emergencia y frustración en Egipto y dejaron Egipto sin una respuesta táctica. En este punto, Nasser exigió enérgicamente que sus aliados soviéticos agilizaran el envío de tropas, e incluso amenazó con renunciar y declarar que el equipo soviético no coincidía con el equivalente occidental de Israel.
Envío de la fuerza expedicionaria y sus actividades
Asesores soviéticos en el fondo de la Esfinge, 1972 Una medalla otorgada a los soldados soviéticos que participaron en la operación de Suez
Llamamiento egipcio para una mayor envío de la ayuda soviética
Aunque la guerra en curso erosionó al ejército egipcio y tuvo un impacto significativo en el frente interno egipcio debido a los ataques aéreos, Nasser intentó escalar la guerra contra Israel. En junio de 1970, hacia el final de la guerra, intentó iniciar la apertura de otro frente contra Israel en una cumbre árabe que se inauguró el 20 de junio y cerró el 23 de junio, pero los estados árabes que participaron en ella no llegaron a acuerdos. . Después del fracaso de la conferencia, Nasser nuevamente apeló a la Unión Soviética para aumentar la ayuda y la participación soviética en su país. Con este fin, Nasser realizó una larga visita a Moscú del 29 de junio al 17 de julio con su adjunto Ali Sabri, el ministro de Asuntos Exteriores Mahmoud Riad, el ministro de Guerra Muhammad Fawzi y otros. Durante la visita, criticó a las fuerzas soviéticas, que operaron sin una coordinación suficiente con el ejército egipcio, y pidieron una gran cantidad de equipos sofisticados:
Equipo de guerra electrónica contra jets Phantom israelíes.
Bombarderos de gran alcance que permitirían a Egipto amenazar la profundidad de Israel en respuesta a las operaciones de florecimiento iniciadas por Israel.
La condensación y la red de defensa aérea principalmente en el área de la presa de Aswan.
La participación de los pilotos soviéticos en la expedición del Canal de Suez (hasta ahora, el papel de los pilotos soviéticos se ha definido como una defensa de la profundidad de Egipto).
El líder de la Unión Soviética, Leonid Brezhnev, aceptó la mayoría de las solicitudes e informó a su colega el día de la última visita sobre el alcance de la ayuda adicional que se aprobó para ser transferida a Egipto. Sin embargo, la ayuda soviética fue transferida a Egipto solo después del alto el fuego con Israel. El equipo de guerra electrónica más avanzado en posesión de la Unión Soviética fue transferido en agosto. La avanzada unidad de misiles tierra-aire SA-6, que fue la primera aparición en el Medio Oriente de sus agentes soviéticos, se desplegó en el área de la presa alta en Aswan. El anuncio de los bombarderos había sido que su transferencia se haría en una fecha posterior, y estos bombarderos no fueron finalmente transferidos. La Unión Soviética también acordó transferir cinco nuevos aviones de combate MiG-25. La solicitud de Nasser para la participación de los pilotos soviéticos en las líneas del frente del Canal de Suez fue recibida con gran vacilación, pero al final también fue aceptada. Sin embargo, como se dijo, esta promesa no resistió la prueba de la realidad, ya que el 7 de agosto de 1970, la guerra terminó.
Soldados egipcios observan los restos de un avión israelí derribado durante la guerra de desgaste.
Algunos creen que la visita de Nasser tuvo lugar a pesar de que sabía de antemano que el final de la guerra estaba cerca y que quería obtener armas y apoyo a pesar de que sabía que no participarían en las batallas.
Después de la muerte de Nasser y el final de la operación
Incluso después de la muerte de Nasser y el final de la Guerra de Desgaste, las unidades soviéticas permanecieron en suelo egipcio. El 1 de marzo, el presidente egipcio Anwar Sadat fue invitado a Moscú para estudiar sus puntos de vista. Se dejó en claro a los soviéticos que Sadat estaba interesado en continuar el apoyo soviético y adquirir otras armas modernas, incluidos los misiles Scud de superficie a superficie para cientos de kilómetros y los bombarderos de largo alcance capaces de alcanzar la profundidad del Estado de Israel. "El 17 de octubre de 1972, después de repetidas quejas sobre la negativa de los soviéticos a vender armas ofensivas, Sadat dijo a los soviéticos que ya no necesitaba asesores, pero acordó que los asesores antes de la operación permanecerían en Egipto. En respuesta, los soviéticos anunciaron que La misión había sido completada y devolvió unos 20,000 soldados a la Unión Soviética ese mismo mes. Solo unos 1,000 consejeros permanecieron en suelo egipcio, por lo que los soviéticos dejaron varias baterías anticuadas de misiles tierra-aire y la presencia de una flota soviética. en los puertos egipcios. Estos asesores acompañaron al ejército egipcio en los preparativos de la Guerra de Yom Kippur. La mayoría de ellos se marcharon unos días antes del estallido de la guerra.
Resultados de la operación Cáucaso
La presencia soviética en Egipto condujo al cese de operaciones florecientemente exitosas para Israel. Y una reducción en la osadía y los objetivos elegidos por la Fuerza Aérea israelí.
Los misiles tierra-aire SA-3 operados por los soviéticos en nuevas técnicas lograron derribar aviones israelíes, matando o capturando a varios otros pilotos israelíes por los egipcios. Estas bajas aumentaron el pensamiento de las FDI sobre la efectividad de la doctrina de combate usada hasta entonces y el daño a la moral israelí.
El choque entre las fuerzas soviéticas e israelíes aumentó la necesidad de un rápido final a la guerra en curso de desgaste y los contactos acelerados entre las superpotencias.
La batalla de Huaqui o Guaqui, también conocida como la batalla del Desaguadero, la batalla de Yuraicoragua o el desastre de Huaqui
fue un enfrentamiento militar ocurrido el 20 de junio de 1811, en las
entradas norte y sur de la quebrada de Yuraicoragua, a 8 km al oeste del
pueblo de Guaqui, intendencia de La Paz, en el que el Ejército Real del Perú
venció al ejército de las provincias rioplatenses, autodenominado
Ejército Auxiliar y Combinado del Perú, y que puso fin a la llamada primera expedición auxiliadora al Alto Perú, «sellando para siempre la escisión entre el Río de la Plata y el Alto Perú».
Batalla de Huaqui Batalla de Guaqui
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Dos hechos políticos de importancia se produjeron en el Alto Perú. El 14 de septiembre de 1810, Francisco del Rivero
depuso al gobernador de Chuquisaca y se adhirió a la junta de Buenos
Aires. Lo mismo ocurrió en Oruro el 6 de octubre. El 22 del mismo mes,
ambas intendencias unieron sus fuerzas para cerrar por el norte toda
ayuda que Goyeneche pudiera enviar a Nieto. El 27 de octubre de 1810,
Balcarce fue rechazado por las fuerzas de José Córdoba y Rojas en el
llamado Combate de Cotagaita
que Castelli definió como "falso ataque". La vanguardia volvió a Tupiza
y para acercarse más al ejército que avanzaba desde el sur se desplazó
hacia Nazareno. Castelli envió doscientos hombres y dos cañones a
marchas forzadas. El 7 de noviembre de 1810, reforzado con esas fuerzas
que llegaron el día anterior, Balcarce logró derrotar a Córdoba y Rojas
en la batalla de Suipacha,
primer triunfo del Ejército Auxiliar del Perú. "Suipacha no fue más que
un combate parcial entre dos pequeñas divisiones de vanguardia". Una semana después de Suipacha, el 14 de noviembre, las fuerzas combinadas de Chuquisaca y Oruro, al mando de Esteban Arze, derrotaron a la columna de Fermín Piérola en la planicie de Aroma. La acumulación de todos estos hechos pulverizó el dominio del virrey Abascal sobre el Alto Perú.
El avance de las tropas del gobierno de Buenos Aires continuó hacia el norte del Alto Perú, hasta el límite con el Virreinato del Perú y ambos bandos se acercaron a una zona casi triangular cuyos vértices eran: Puente del Inca sobre el río Desaguadero, la localidad de Huaqui sobre el borde del lago Titicaca al este y la localidad de Jesús de Machaca al sureste. Este fue el teatro de operaciones donde tuvo lugar la batalla.
Orden de batalla
Orden de batalla
Ejército Real del Perú
Ejército Auxiliar y Combinado del Perú
Con un total de 7500 hombres y 14 piezas de artillería:
Brigadier Francisco del Rivero. Caballería Cochabambina (Pampa de Machaca) con 1800 hombres.9
Incidentes previos
El 11 de abril de 1811, una patrulla de la vanguardia del Ejército Auxiliar y Combinado, integrada por doce Húsares de La Paz, al mando del teniente Bernardo Vélez, recorría las cercanías del pueblo de Guaqui. Ahí se enteró de que un destacamento de exploración del Ejército Real del Perú
se dirigía hacia ese lugar y planeó emboscarla en las afueras del
pueblo. Al intentar hacerlo se encontró, sorpresivamente, con un
destacamento que tenía unos 100 soldados bien montados y armados. Tras
rechazar una intimación de rendición y antes de que esas fuerzas lo
pudieran rodear, el teniente Vélez se abrió paso hacia Guaqui y se
atrincheró en la iglesia del pueblo. Luego de un enfrentamiento de
quince minutos la patrulla de José Manuel de Goyeneche
se retiró hacia su base de partida llevándose dos prisioneros. Por
orden de Castelli, Díaz Vélez envió un emisario con una nota de protesta
y un pedido de devolución de los dos prisioneros. En la nota, Díaz
Vélez otorgó un plazo de dos horas para que se retiraran todas las
partidas de exploración que pudieran estar al este del río Desaguadero.
La respuesta de Goyeneche fue negativa pero devolvió los prisioneros.
Por su parte Díaz Vélez ordenó reforzar las avanzadas en la zona de
Guaqui. El 23 de abril, desde el campamento de Laja,
Castelli envió otro oficio a Goyeneche en el que, mencionando el
incidente del 11 de abril , advirtió que había tomado medidas para que
se respetaran los antiguos límites virreinales, no se interfirieran las
operaciones del Ejército Auxiliar al este del río Desaguadero ni se
mortificara a los pueblos de indios existentes en esa zona.
El 16 de mayo, mientras Francisco del Rivero
avanzaba con el grueso del regimiento de Voluntarios de Caballería
hacia su nueva base de operaciones en el pueblo de Jesús de Machaca, una
parte de su vanguardia, al mando del capitán de artillería Cosme del
Castillo, partió de esa localidad con una pequeña partida de 15 hombres.
En el camino hacia el Azafranal se enteró de que una partida de
Goyeneche recorría los pueblos de la zona. A unos 14 kilómetros más acá
del Azafranal, sobre el río Desaguadero y por propia iniciativa la atacó
ocasionándole varios heridos y muertos. Algunos se ahogaron al
pretender escapar cruzando el río. Del Castillo no tuvo ninguna baja.
Otra partida de 50 hombres, al mando del capitán José González, que
había partido de Jesús de Machaca antes que Cosme del Castillo, avanzó
unos 70 kilómetros con dirección oeste. Luego de cruzar el río
Desaguadero, ya en territorio del Virreinato del Perú, González se
enteró de que en el poblado de Pizacoma operaba una patrulla que
Goyeneche había enviado para controlar los caminos que desde el suroeste
conducían a Puente del Inca y Zepita. Esta patrulla estaba dispersa en
tres sectores: unos 25 hombres se encontraban en Pizacoma, otra
custodiaba los caballos que pastaban en los valles de la zona y la
tercera estaba en el pueblo de Huacullani, a 32 kilómetros al norte de
Pizacoma. El 17 de mayo, la caballería cochabambina cayó sorpresivamente
sobre Pizacoma logrando capturar casi todas las armas, caballos y
monturas, produciendo cuatro muertos y 41 prisioneros. Goyeneche reclamó
en vano que devolvieran lo capturado aduciendo que ya regia el
armisticio. Por su parte Díaz Vélez justificó la escaramuza diciendo que
esas patrullas que salieron de Jesús de Machaca no estaban al tanto del
armisticio pactado. Era cierto que Rivero operaba con autonomía y lejos
de Castelli ubicado entonces en Laja. Goyeneche acusó a estas fuerzas
de no tener “subordinación y disciplina”, de “tumultuarias”, que “ni
atendían reclamaciones ni obedecían las órdenes del que las mandaba y
dirigía”.
A principios de junio, ya en su cuartel de Huaqui, Castelli
ordenó al teniente coronel Esteban Hernández, que con 50 Dragones de la
Patria, ubique un puesto de vigilancia adelantado en la pampa de
Chiribaya, a unos 5 km hacia el oeste de la salida sur de la quebrada de
Yuraicoragua, y a unos 10 km antes de llegar al Puente del Inca. La
cercanía de esa vanguardia y, sobre todo, la ambigua redacción del
armisticio le permitió a Goyeneche interpretar esa presencia como una
violación del tratado por parte de Castelli, por lo que envió una
columna de 500 hombres, al mando de Picoaga, con la misión de
desalojarla. El 6 de junio de 1811, el capitán Eustoquio Moldes,
al mando de 20 soldados, mientras patrullaba la zona, capturó un
desertor que le informó el avance de Picoaga. Pese a la advertencia, la
pequeña patrulla de Moldes fue localizada y sufrió un ataque esa misma
noche. Esta escaramuza nocturna, en medio del frío y la oscuridad, a la
que se sumaron las fuerzas de Hernández, terminó con muertos, heridos y
prisioneros y la retirada de ambos contendientes que se adjudicaron la
victoria. Castelli comunicó al gobierno el incidente doce días después,
es decir, al día siguiente de haber recibido la respuesta negativa del
Cabildo de Lima a un arreglo pacífico y tras una junta de guerra en la
que se decidió iniciar las operaciones militares contra Goyeneche. En el
mismo oficio, Castelli informó al gobierno que consideraba que el
armisticio estaba roto.
La batalla
Juan José Castelli.
Después de acampar durante abril y mayo en Laja para reorganizar sus
cuadros, incorporar soldados y adiestrarse, el ahora Ejército Auxiliar y
Combinado del Perú avanzó hacia el río Desaguadero, llegando a Huaqui a
principios de junio de 1811. Díaz Vélez fue ascendido a coronel
graduado el 28 de mayo de 1811.
El 18 de junio, mientras aun regía el armisticio que Castelli
había firmado con José Manuel de Goyeneche y que probablemente ninguno
de los dos pensaba cumplir, Viamonte inició la marcha de aproximación de su división hacia Puente
del Inca, sobre el nacimiento del río Desaguadero. Partiendo de Huaqui,
su división cruzó de norte a sur la quebrada
de Yuraicoragua y estableció su campamento en la salida sur de la
misma, donde comienza el llano que da a la pampa de Machaca hacia el
este y Chiribaya al oeste. Al día siguiente, la división de Díaz Vélez
recorrió el mismo itinerario y llegó al atardecer sumándose a la
división de Viamonte. Así, en la noche del 19 de junio, víspera de la
batalla, las fuerzas de Castelli estaban dispersas en un amplio abanico:
dos divisiones seguían en Huaqui, otras dos divisiones estaban a 10
kilómetros de distancia, en la salida sur de la angosta quebrada de
Yuraicoragua y un tercer grupo, la división de caballería al mando de Francisco del Rivero, estaba en el pueblo de Jesús de Machaca,
a 18 kilómetros al sureste de las tropas de Viamonte y Díaz Vélez y
distante 29 kilómetros de las fuerzas de Castelli. Las unificadas
fuerzas de Goyeneche estaban peligrosamente ubicadas a solo 15
kilómetros del campamento de Viamonte.
Combates en el sur de la quebrada
Al
amanecer del día 20, patrullas de seguridad que operaban en la pampa de
Chiribaya, llegaron al campamento con la noticia de que a menos de 5 o
6 km avanzaban tropas de infantería, caballería y artillería. Era el ala
derecha de Goyeneche al mando de Juan Ramírez Orozco.
Díaz Vélez comprendió inmediatamente que toda la planificación del
ataque al Desaguadero había quedado obsoleta. Pese a recibir la orden
urgente de Viamonte de que su división saliera a contener a Ramírez,
Díaz Vélez se dirigió personalmente al puesto de mando de su jefe, «para
obviar equivocaciones», proponiendo el inmediato repliegue de las dos
divisiones hacia Huaqui y reunirse con González Balcarce ya que no
estaba previsto combatir separadamente. Viamonte le respondió que esa
propuesta era propia de un cobarde, que el que mandaba era él y que solo
debía obedecer. Pese a la extemporánea y violenta respuesta, en la que se notaba la
mala relación entre ambos, Díaz Vélez no dijo nada y se retiró para
hacerse cargo de su unidad. Viamonte negaría más tarde estas palabras
pero los testigos presentes las confirmaron en el juicio, separada y
textualmente.
Con una incomprensible demora de 24 horas y con el enemigo a la
vista, Viamonte envió al capitán Miguel Araoz con 300 hombres
«escogidos» para que ocupara el estratégico cerro ubicado sobre el lado
oeste de la salida de la quebrada de Yuraicoragua.
Desde ese cerro se dominaba ampliamente el camino que venía desde
el Puente del Inca rumbo a Jesús de Machaca y era ideal para ubicar
allí la artillería e impedir el avance enemigo proveniente del
Desaguadero por el lado sur del Vilavila. También dominaba el campamento
instalado abajo, en la salida sur de la quebrada, y la línea de batalla
secundaria integrada por el 2.º batallón del regimiento N.º 6, al mando
de Matías Balbastro. Este batallón debía contener un posible ataque
desde el norte, proveniente de Huaqui, sobre la derecha de la línea
principal que Viamonte y Díaz Vélez habían formado en la pampa de
Chiribaya.
Zona
sur quebrada Yuraicoragua. Disposición inicial. Color rojo: Ejército
Real del Perú. Color Azul: Ejército Auxiliar y Combinado del Perú
Primera fase: Para cumplir la misión de separar a las
divisiones de Viamonte y Díaz Vélez de las fuerzas de Castelli-Balcarce,
ubicadas al otro lado de la quebrada, Ramírez tenía que ocupar
indefectiblemente ese cerro. A tal efecto ordenó a sus guerrillas
avanzadas que lo atacaran mientras el grueso de sus fuerzas se dirigían a
ocupar su base. En la marcha de aproximación por la pampa de Chiribaya
tuvo que soportar durante dos kilómetros el fuego impune de la
artillería y fusilería que descargaba Araoz desde la cima hasta que pudo
llegar a unos cerros de menor altura que le sirvieron de protección.
Por ese punto sus fuerzas salieron a la pampa donde se reorganizaron en
escalones para iniciar el combate por el dominio del cerro. Viamonte
comprendió que toda la batalla se centraría en sostener esa posición y
sus alrededores. Reforzó así las fuerzas de Araoz enviando sucesivas
compañías que sacó del primer batallón del regimiento N.º 6 y reforzó la
artillería adicionando una culebrina de mayor calibre y un obús. La
lucha en ese sector, por el tipo de terreno, fue caótica.
Situación
10:00 horas: 1 y 2) Ataque de Ramírez y su vanguardia; 3-5) Araoz
sostiene su posición y recibe ayuda de Viamonte; 4) Díaz Vélez ataca a
Ramírez; 6-7) Balbastro adelanta 4 compañías
Segunda fase: Con la aparición de Ramírez en la pampa a 500
metros del cerro, Viamonte ordenó a Díaz Vélez que se hiciera cargo de
todo el combate por el dominio del cerro y sus alrededores. Así, a las
dos horas de iniciada la batalla, Díaz Vélez, con los granaderos de
Chuquisaca y una compañía de dragones a pie, con un obús y una culebrina
de a 4, entró en acción contra las fuerzas de Ramírez. Según Viamonte,
se desarrolló entonces «la más formidable acción» que haya conocido.16
Después de dos horas de combate, pasado el mediodía, la infantería de
Ramírez pareció flaquear y su caballería comenzó a retirarse. Díaz Vélez
ordenó que la caballería del ejército auxiliar, superior en número a la
de Ramírez, entrara en acción. Así se hizo pero, lamentablemente, esas
fuerzas se dispersaron en acciones secundarias y no tuvieron ningún peso
en la batalla. Entonces Díaz Vélez pidió refuerzos a Viamonte para
acelerar el colapso del enemigo. La negativa de este daría lugar a que
tanto Díaz Vélez como otros oficiales lo responsabilizaran a posteriori
por el resultado de la batalla. La realidad era que, en ese momento, lo
que quedaba del regimiento N.º 6 de Viamonte sumando el resto de la
división de Díaz Vélez que no habían entrado en combate, se habían
reducido a solo 300 hombres. Era la única reserva disponible que tenía
Viamonte para hacer frente, por un lado, al combate todavía indeciso que
conducía Díaz Vélez y, por el otro, a una nueva columna enemiga que
apareció desde el norte marchando por la quebrada y las alturas
occidentales de la misma rumbo al cerro y a la línea secundaria
defendida por el batallón N.º 2 de Balbastro, que para entonces, ya
estaba reducido a la mitad por una desafortunada decisión táctica de
avanzar cuatro compañías hacia el centro de la quebrada.
Tercera fase: Para Viamonte, la presencia de estas fuerzas
que venían del norte era una señal inquietante de lo que podía estar
sucediendo al otro lado de la quebrada y cuya evolución desconocía por
completo. Esta columna estaba al mando del mayor general Juan Pío de
Tristán, primo de Goyeneche, y eran las mejores tropas del Real Ejército
del Perú: el batallón de Puno, el Real de Lima, y una compañía de
zapadores. Habían realizado una marcha de aproximación difícil, subiendo
y bajando cerros a través de la cadena del Vilavila, sin perder la
orientación ni agotarse en el esfuerzo. Cuando atacaron desde una
posición más elevada por el lado derecho del cerro, la sorpresa y el
aumento de bajas quebró la resistencia de los guerrilleros de Araoz que
comenzaron a retroceder en completo desorden. Al bajar a la quebrada
arrastraron consigo a las fuerzas de Balbastro que tampoco estaban en
condiciones de sostener la posición si el enemigo dominaba las alturas.
Lo mismo sucedió con las fuerzas de Díaz Vélez que también retrocedieron
desordenadamente. Ante esta favorable situación, Ramírez ordenó la
persecución del enemigo.
Cuarta fase:
Por puro azar, los soldados que huían en desorden no se dirigieron hacia
las tropas de la reserva al mando de Viamonte ubicadas en la pampa sino
que pasaron lejos, por su derecha, rumbo a Jesús de Machaca. Esta
reserva, descansada y en perfecto orden, pudo así rechazar con un
violento fuego de fusilería a las tropas que venían en persecución, ya
agotadas por tantas horas de marcha y combate. Ramírez suspendió la
maniobra sin saber que enfrentaba a solo 300 soldados y un cañón y se
dedicó a saquear el abandonado campamento del ejército auxiliar. Díaz
Vélez y Araoz, adelantándose a las fuerzas que huían, lograron
contenerlas y reorganizar a gran parte de estas. Se formó así una nueva
línea a dos kilómetros de la posición inicial, detrás de las fuerzas de
Viamonte. Cuando este ordenó a su vez la retirada de la reserva para que
salieran del alcance del fuego enemigo que provenía del cerro, estas
comenzaron a desorganizarse pero terminaron contenidas por esta segunda
línea en formación. Hasta ese momento y teniendo en cuenta la sorpresa
inicial, la situación no era tan grave. De unos 2100 soldados iniciales
quedaban en la línea 1500, faltaban 600 de los cuales había que
descontar 60 bajas por lo que eran 540, en su gran mayoría desertores,
los que habían huido hacia Jesús de Machaca o se habían dispersado en
los cerros aledaños. Pero lo más sorprendente y decisivo fue la conducta
de una gran proporción de oficiales (capitanes, tenientes y
subtenientes) que habían huido, algunos incluso antes de entrar en
combate, y que pertenecían a las mejores unidades del ejército auxiliar.
Quinta fase: Mientras las tropas del ejército auxiliar se
reorganizaban y descansaban en esta nueva línea de combate frente a un
enemigo en actitud expectante, tuvieron que presenciar cómo el
campamento era saqueado por el enemigo: municiones, carpas, mochilas,
efectos personales y, especialmente, abrigos y comida. Antes del
mediodía Viamonte había intentado infructuosamente localizar a Francisco
del Rivero y su caballería que habían salido de Jesús de Machaca al
amanecer rumbo al puente construido sobre el río Desaguadero, es decir, a
no más de 10–11 km de la quebrada de Yuraicoragua. Rivero apareció
recién a las cuatro, cuando caía la tarde. La relación entre Rivero y
los jefes del ejército auxiliar nunca fueron buenas y resultó
inexplicable que habiendo escuchado desde las primeras horas del día el
accionar de la fusilería y cañones en la salida de la quebrada, no
dedujera que el ataque sorpresivo de Goyeneche en ese lugar había
reducido a nada el objetivo que tenía que alcanzar en el plan de
Castelli. La presencia tardía de Rivero y sus 1500 hombres no alteró la
situación. Con prudencia, Ramírez no comprometió sus fuerzas en la
pampa. Sencillamente las subió a los cerros donde la caballería no tenía
ninguna capacidad ofensiva.
Combates en el centro de la quebrada
Plano
ilustración de la batalla en Torrente, 1830, tomo I, p=186 con partes
borradas, deficiencias topográficas y errores disposición de tropas
Ni bien el 2.º batallón del regimiento n.º 6 ocupó su posición
mirando hacia el norte de la quebrada de Yuraicoragua para contener un
posible ataque desde esa dirección, su comandante, el sargento mayor Matías Balbastro,
envió patrullas adelantadas de observación que debían avanzar hasta
unirse a una compañía de pardos y morenos que estaba posicionada desde
la noche anterior en un cerro ubicado en la mitad de la quebrada.
Balbastro envió además al capitán Eustoquio Moldes, con 26 dragones
montados, que debían superar esa posición y avanzar hasta la entrada
norte de la quebrada, es decir, hasta el lugar donde se abre a la pampa
de Azafranal. Cuando Moldes llegó a su objetivo pudo constatar que ya
las fuerzas enemigas al mando de Goyeneche, unos 2000 hombres, estaban
avanzando por el camino Puente del Inca-Huaqui y que, paralelamente,
otras fuerzas estaban subiendo a los cerros que dominaban la entrada
occidental de la quebrada enviando guerrillas hacia el sur, es decir,
contra la compañía de pardos y morenos. Significativamente Moldes, en su
declaración del 19 de diciembre de 1811, en la Causa del Desaguadero,
no mencionó haber visto a las fuerzas de González Balcarce que debían
estar ubicadas a la derecha de su punto de observación. Después de
avisar a Balbastro estas novedades se retiró del lugar ante el peligro
de quedar aislado. Moldes no volvió por la quebrada ya que omitió en su
declaración haberse cruzado con las cuatro compañías que avanzaban por
ella rumbo al norte. Moldes perdió todo contacto con sus jefes y
desapareció hasta las cinco y media de la tarde cuando se unió a lo que
quedaba de las fuerzas de Viamonte y Díaz Vélez en momentos en que,
desde su nueva posición, estos disponían la retirada hacia Jesús de
Machaca.17
Enterado Viamonte de lo que ocurría en la entrada norte de la quebrada
tuvo que decidir si enfrentar a las fuerzas enemigas que se dirigían
hacia el sur o replegar a Balbastro para reforzar el ataque en curso
contra Ramírez. Tomó una decisión intermedia: ordenó a Balbastro que
enviara la mitad de sus fuerzas, cuatro compañías o sea unos 400
hombres, más dos cañones, hacia el centro de la quebrada. El teniente
coronel José León Domínguez,
objetó diciendo que esas fuerzas eran muy escasas frente a las fuerzas
que los informes había estimado en unos 1500 hombres y sugería que mejor
era atacar con todo el batallón o, en su defecto, quedarse en el lugar
en actitud defensiva. Balbastro respondió que esa era la orden de
Viamonte. Estas cuatro compañías avanzaron lentamente en formación por la quebrada
arrastrando los cañones cuando ya la compañía de pardos y morenos, que
debía protegerlos desde los cerros de la izquierda, había sido
desalojada. Casi de inmediato se enfrentaron con fuerzas que la
cuadruplicaban en número, mejor posicionadas y que las atacaban de
frente y por la izquierda. Se trataba del batallón de Puno y la compañía
de zapadores de Tristán y una parte de las fuerzas del Real de Lima que
luego giraría hacia el noreste para atacar el flanco izquierdo de
Bolaños. Estas fuerzas prácticamente desintegraron a esas cuatro
compañías. Los sobrevivientes se dispersaron trepando los cerros del
lado este, porque las fuerzas enemigas, adelantándose por los cerros del
lado oeste, ya habían cortado la quebrada más al sur aislándolos de
Balbastro. De las cuatro compañías, solo la 5.ª pudo unirse a su jefe y continuar
combatiendo, dos se dispersaron hacia Jesús de Machaca y Viacha y la
6.ª, al mando del capitán Bernardino Paz, se dirigió accidentalmente al
norte, hacia el lugar donde Castelli, Balcarce y Bolaños estaban
formando su línea defensiva.
Este breve y desastroso combate, que tendrá importantes consecuencias
ulteriores en el desarrollo de la batalla, no suele figurar en la
historiografía sobre la batalla de Huaqui.
Combates en el norte de la quebrada
El
combate en la zona norte de la quebrada de Yuraicoragua fue considerado
de dos maneras: los contemporáneos de la batalla entendieron que era el
principal porque en ella participaron los jefes de los dos ejércitos.
En cambio, los posteriores historiadores argentinos tendieron a restarle
importancia porque en ella participaron mayoritariamente tropas del
Alto Perú.
La división al mando de Bolaños, formada por los regimientos N.º 8 de
infantería de Patricios de La Paz y el N.º 7 de infantería de
Cochabamba, debía avanzar desde Huaqui hacia la entrada norte de la
quebrada de Yuraicoragua y de allí atacar, por la pampa de Azafranal,
las posiciones de Goyeneche en el Puente del Inca. El capitán Alejandro
Heredia, custodiaba la quebrada con un fuerte destacamento de dragones y
su misión era de seguridad adelantada. Colaboraba en esa tarea de
vigilancia un observador ubicado en la torre de la iglesia de Huaqui
provisto de un catalejo. El 20 de junio, a las 07:00 horas, el capitán
Heredia escuchó disparos provenientes de la salida sur de la quebrada e
inmediatamente envió un mensajero hacia Huaqui, distante 8 km. En su
frente, hacia el oeste, una densa bruma cubría la pampa de Azafranal. A
las 07:30, saliendo de la nada, aparecieron las fuerzas principales de
Goyeneche que avanzaban con dirección a Huaqui. En su marcha de
aproximación este había ido destacando guerrillas cada vez más
importantes sobre las cimas del Vilavila.
Los dos regimientos de infantería que iban a enfrentar a las
fuerzas de Goyeneche en el sector norte de la quebrada tenían serios
problemas. La mayoría de los oficiales del regimiento N.º 8 de La Paz ya
habían combatido y habían sido derrotados en esa zona por Goyeneche, en
1809. Sabían de la capacidad de las fuerzas peruanas y de sus
represalias. Pero el actual regimiento paceño era de reciente formación,
heterogéneo y del cual se sacaban permanentemente soldados para otras
unidades. Tenía un alto porcentaje de deserción por la proximidad con la
zona donde los soldados habían sido reclutados. Sus oficiales, pese a
su experiencia y voluntad, sabían de estas debilidades y tenían serias
dudas sobre el resultado de la operación que se estaba proyectando. Su
comandante, el experimentado sargento mayor paceño Clemente Diez de
Medina, el que mejor conocía la topografía del teatro de operaciones,
fue el que se animó, en la reunión final del 17 de junio, a apoyar a
Montes de Oca argumentando que no era conveniente atacar a Goyeneche por
la posición ventajosa que ocupaba y los 7000 hombres que tenía. Muchos
pensaban lo mismo pero callaron para no aparecer como cobardes. La
respuesta tajante de Castelli fue que la reunión era para ver la mejor
forma de atacar, no para discutir si se atacaba o no, decisión que ya
estaba tomada. El 12 de junio, ocho días antes de la batalla, el
veterano José Bonifacio Bolaños había sido nombrado comandante de la
división formada por los regimientos N.º 7 y N.º 8. Desde ese día y
hasta el 19 junio intentó interiorizarse del estado operativo mediante
ejercicios intensos para elevar la falta de pericia militar y el animo
de oficiales y soldados. Sin embargo, tal fue su consternación ante la
evaluación que pidió 400 hombres del regimiento N.º 6, el mejor del
Ejército Auxiliar, para crear un núcleo fuerte dentro del regimiento N.º
8, lo que no pudo conseguir. Así, teniendo "cada día [...] menos
esperanza de que [su división] fuera capaz de batir al enemigo" se
acercó la fecha del sorpresivo ataque de Goyeneche.22
El día anterior, Bolaños recorrió lo que sería presumiblemente el campo
de batalla hasta llegar casi a las avanzadas de Goyeneche. No vio nada
anormal salvo una lejana polvareda que le hizo suponer que el enemigo
estaba juntando los caballos, hecho que informó a sus superiores.
A las siete de la mañana, la llegada de noticias que envió
Viamonte desde el sur produjo una sorpresa total en el campamento de
Huaqui. Para una división que estaba tan cerca del enemigo y que debía
marchar al frente ese mismo día esto no era normal.23
Bolaños intentó formar a sus regimientos en la plaza para arengarlos
antes de iniciar la batalla pero en ese momento llegó la orden de
Balcarce de que debían salir inmediatamente hacia la entrada de la
quebrada de Yuraicoragua antes de que lo ocupara el enemigo. La
artillería, con las mulas de tiro todavía dispersas, tuvo que ser
arrastrada hacia el frente por lanceros que fueron desarmados para tal
fin.
Los dos regimientos emprendieron la marcha de aproximación a paso
vivo y en total desorden. En la confusión algunos oficiales bisoños
desaparecieron abandonando a sus tropas. Cansados, después de más de una
hora de marcha forzada recorriendo siete kilómetros y sin conservar sus
formaciones, los soldados fueron ocupando sus posiciones. Al comenzar
la batalla solo estaban la mitad de los 1500 a 2000 soldados. Pese a
todo, el lugar donde se desplegaron ofrecía buenas ventajas
topográficas. Frente a la línea de avance de Goyeneche se levantaba una
elevación que en forma de suave muralla se extendía en forma
perpendicular al lago Titicaca y las serranías del Vilavila cerrando la
pampa de Azafranal y el camino hacia Huaqui. El único punto débil estaba
hacia el sur, donde comenzaban los cerros del Vilavila, que si eran
ocupados por el enemigo le permitiría atacar de flanco y amenazar la
retaguardia. Balcarce no tomó ninguna medida al respecto.
A las 9 de la mañana, viendo el despliegue enemigo y teniendo en
cuenta el fuerte combate que se desarrollaba en el sur de la quebrada,
Goyeneche tomó una decisión fundamental. Dividió sus fuerzas en dos
columnas. La de la derecha, al mando de su primo Juan Pío de Tristán,
compuesta por las mejores tropas, el Real de Lima, el batallón de Puno,
una compañía de zapadores y un cañón debían subir al Vilavila y sumarse a
las guerrillas que ya operaban en los cerros. Tenía un doble objetivo,
en primer lugar, flanquear desde las alturas a las fuerzas de Viamonte y
Díaz Vélez al sur de la quebrada y, en segundo lugar, atacar desde los
cerros el ala izquierda de las fuerzas de Balcarce. Con esta maniobra,
Goyeneche cambió el eje principal de la batalla, lo llevó desde la pampa
de Azafranal a los cerros del Vilavila.
El primer objetivo tuvo sus primeros frutos cuando sorprendió y
desintegró, en plena quebrada, a los cuatro batallones que Balbastro
había enviado cumpliendo órdenes de Viamonte. El problema principal que
enfrentó la columna de Pío Tristán fue vencer las dificultades
topográficas del Vilavila: no perder la orientación y superar el
esfuerzo de subir y bajar cerros manteniendo la rapidez en la ejecución
táctica. Por el otro extremo de su línea de ataque, Goyeneche envió al
regimiento de Cuzco para que atacara en una pequeña franja de terreno
entre la ventajosa posición ocupada por el enemigo y el lago Titicaca.
En el centro, tres compañías tenían como objetivo un ataque de
demostración para aferrar al enemigo.
Los problemas en las fuerzas de Bolaños comenzaron en su ala izquierda debido a una sucesión de hechos de diverso origen:
La sorpresiva aparición por el Vilavila de las tropas de
Bernardino Paz que venían huyendo de la derrota en la quebrada de
Yuraicoragua y que a los gritos decían que toda la división estaba
muerta o prisionera o que habían sido cortados.
Detrás de estas fuerzas aparecieron las primeras guerrillas de Pio Tristán que produjeron algunas bajas.
Solo había pasado media hora de combate cuando cesó el fuego de la
artillería debido a la descompostura de los cañones. Esto afectó a la
infantería que se sintió desprotegida frente al enemigo. Cuando Bolaños
quiso enviar dos cañones en reemplazo ya no pudo conseguir quien lo
hiciera ni los protegiera.
Los soldados, pálidos y casi paralizados, comenzaron a esconderse
entre las piedras o ponían pretextos para no disparar. Resultaron
inútiles las órdenes, ruegos y amenazas para que cumplieran las órdenes.
El terror había quebrado la cadena de mandos.
Bastó entonces que un reducido número de soldados corriera hacia la
retaguardia para que todos, contagiados por el pánico, hicieron lo
mismo, abandonando armas, equipos y hasta sacándose el uniforme.
"[...] cuando llegué a la cima del cerro miro con
dolor huyendo toda mi línea que constaba de 1200 hombres puestos en
vergonzosa fuga". José Bonifacio Bolaños en (Bolaños, 1912, p. 79)
A mediodía, y salvo un pequeño grupo de exsoldados de
Nieto que se pasaron al enemigo, el resto había huido en tropel hacia
Huaqui. En el camino se mezclaron con las débiles fuerzas de reserva al
mando de Montes de Oca que avanzaban hacia el frente con cuatro cañones y
las desorganizaron completamente. Esa reserva abandonó la artillería y
también se dispersó hacia Huaqui.
Castelli y Balcarce, que observaban lo que sucedía desde un cerro
ubicado a la izquierda, enviaron a los oficiales que los acompañaban
para intentar detenerlos. Al quedar solos temieron ser capturados por
las guerrillas del Real de Lima que se estaban aproximando y decidieron
retirarse, no hacia Huaqui sino hacia el sur, para unirse a Viamonte o
Rivero en Jesús de Machaca. Así terminó la batalla en el lado norte de
la entrada a la quebrada de Yuraicoragua.
Consecuencias
Mientras
tanto en el Virreinato del Perú, el mismo 20 de junio de 1811 estalló
la revolución que había sido convenientemente preparada. El caudillo
tacneño Francisco Antonio de Zela previamente se había puesto de acuerdo con Castelli conviniendo que mientras él llevaría la revolución a Tacna el ejército rioplatense avanzaría hacia el Perú para iniciar la campaña para independizarlo de la corona española. Pero la derrota de Huaqui dio por tierra cualquier movimiento revolucionario planeado en el virreinato peruano.
La gran impresión que causó en la Junta Grande de Buenos Aires esta derrota militar —por la pérdida de todo el armamento— obligó a que su Presidente, el general Cornelio Saavedra,
se dirigiera a las provincias del norte a fin de recomponer la
situación. Pero esta debilidad fue utilizada por el grupo revolucionario
afín a Mariano Moreno para destituirlo del mando y desterralo creando el Primer Triunvirato.
Tanto el comandante en jefe político, Castelli, como el
comandante militar, González Balcarce, fueran relevados y juzgados. Lo
mismo le sucedió al coronel Viamonte, acusado de no involucrar a los
1500 efectivos a su mando en la contienda.
Otra consecuencia fue que se pactase una tregua con Montevideo, por el temor del gobierno de Buenos Aires a verse atacado en dos frentes al mismo tiempo.
La derrota de los rioplatenses en Huaqui fue de tal magnitud que a
la pérdida momentánea de las provincias del Alto Perú se añadió la
debilidad que se instaló en el norte que quedó expuesto a una posible
invasión de las fuerzas realistas.
Alemania todavía paga pensiones británicas y belgas a sus colaboradores
Ian Harvey || War History Online
"El paso de la colaboración pasiva a la activa se dio rápidamente",
Aunque han pasado casi 75 años desde que terminó la Segunda Guerra Mundial, Alemania todavía paga las pensiones mensuales de personas que colaboraron con el gobierno nazi. Esto incluye ciudadanos de varios países europeos, incluidos Bélgica y Gran Bretaña.
La comisión de asuntos exteriores del parlamento belga votó a favor de instar al gobierno alemán a suspender el pago de estas pensiones y a publicar una lista de las personas que las reciben actualmente.
Tras la invasión nazi de 1940, el gobierno belga huyó a Gran Bretaña.
Según el comité, en Bélgica hay casi treinta personas que reciben pensiones. Adolf Hitler decretó que los extranjeros en los países ocupados por los nazis tenían derecho a la misma nacionalidad y derechos de pensión que los ciudadanos alemanes siempre que prometieran “lealtad, fidelidad, lealtad y obediencia” al Führer.
Alemania se ha resistido a incluir en la lista a los beneficiarios de las pensiones. Afirman estar preocupados por las cuestiones legales que rodean la protección de la privacidad.
Según los cinco diputados autores de la resolución, los pagos mensuales los realizan los estados alemanes y la embajada alemana en Bruselas conoce los nombres de los destinatarios .
Alemania respondió explicando que en Bélgica hay dieciocho personas que reciben pensiones. Afirmaron además que ninguno de los individuos es ex miembro de las Waffen-SS.
Las Waffen-SS fueron la rama militar de las SS que estuvo involucrada en muchos de los crímenes cometidos en el Holocausto. Los miembros de las Waffen-SS están acusados de tiroteos masivos, guerra antipartisana, suministro de guardias para los campos de concentración y muchos otros crímenes de guerra.
La embajada alemana no nombró a ninguno de los pensionistas ni explicó por qué tenían derecho a las pensiones.
Las autoridades belgas desconocen la identidad de los pensionistas. Los autores de la resolución afirmaron que la situación es la misma en Gran Bretaña, donde la gente recibe pensiones del gobierno alemán sin ninguna comunicación con las autoridades británicas y sin que se apliquen impuestos sobre las cantidades.
La embajada alemana en Londres afirmó que no tenía información sobre estas acusaciones.
RTBF, la emisora estatal belga, dijo que sucesos similares estaban ocurriendo en España, Suecia y Suiza. El historiador Cees Kleijn afirma que entre las 34 personas que reciben pensiones en los Países Bajos puede haber criminales de guerra.
Un investigador belga ha determinado que los pagos oscilan entre 435 y 1.275 euros al mes. Las cantidades dependen del tiempo que los beneficiarios pasaron en prisión después de la guerra.
Los parlamentarios belgas calificaron esta situación de moralmente problemática, ya que el gobierno alemán trata a estas personas como a cualquier otro trabajador alemán, incluso si han sido condenados por participar activamente en la guerra.
El decreto de Hitler no fue revocado durante la Conferencia de Potsdam, en la que delegados de Estados Unidos, Gran Bretaña y la URSS presidieron el desmantelamiento del régimen nazi.
El gobierno belga ha estado preocupado por estos pagos desde que los descubrió en 1997. En 2012, el parlamento belga descubrió que aproximadamente 2.500 belgas recibían pensiones. Desde entonces, la mayoría ha muerto.
Una comisión del parlamento belga visitó Berlín el año pasado para discutir el asunto con las autoridades alemanas. Determinaron que los pagos a la mayoría de los pensionistas belgas procedían del estado federado de Renania del Norte-Westfalia.
El actual embajador alemán en Bélgica, Martin Kotthaus, dijo en una entrevista el año pasado que se estaba llevando a cabo una investigación para determinar qué conexión habían tenido los pensionistas restantes con el partido nazi durante la guerra.
El historiador alemán Martin Göllnitz ha declarado que no cree que la cuestión se resuelva pronto. Alemania no puede realizar un estudio caso por caso de los beneficiarios de pensiones sin violar sus propias leyes de privacidad. Además, el sistema de seguridad social alemán no está sujeto a procedimientos penales.