Tercera y última parte
Escribe: Juan Carlos Serqueiros
"Las escuelas nacionales y las vías de comunicación operarán un cambio notable en el corto espacio de veinte años. Ocupémonos, pues, de establecer unas y otras con prudencia y perseverancia." (Raúl B. Díaz, Informe al Consejo Nacional de Educación, 1895)
"Los territorios del sur no están bien gobernados. Los gobernadores son personas gratas; pero sus administraciones no responden a su complicado objeto, ni a los anhelos de los vecinos. Es un error mandar militares, por honestos que sean, a gobernar ingleses, de tradiciones eminentemente civiles." (Estanislao Zeballos, 1899)
El viernes 20 de enero de 1899 el presidente Roca subió en la estación Constitución al tren que lo trasladaría a Bahía Blanca, donde estaban anclados el acorazado Belgrano que lo llevaría en su viaje al sur del país y Chile, y el crucero Patria que transportaría a los corresponsales de prensa encargados de la cobertura periodística de la gira presidencial.
En la primera parte de este artículo comenté las críticas que los principales diarios y semanarios hacían al viaje del Zorro sin atinar a comprender las motivaciones que lo guiaban. Caras y Caretas, por ejemplo, en su edición del 25 de febrero de 1899, bajo el título "La Vuelta del Descubridor" mostraba a Roca caricaturizado por José María Cao, que lo representaba asimilado a Cristóbal Colón en la forma en que aparece ilustrado éste en las láminas escolares, orlado de laureles (ironía para referirse a las glorias personales que se le achacaba al Zorro buscar), llevando en una mano un pliego que reza "Petición de los galenses" (por esa época se escribía galenses por galeses) y en la otra, a modo de caduceo en el que el olivo ha sido reemplazado por el laurel; un poste de telégrafos (había anunciado durante el viaje que se prolongarían las líneas telegráficas hasta los confines sureños), y al brazo un rollo de cable del que cuelga una etiqueta que dice "Cable a Tierra del Fuego", queriendo significar con mordacidad que el presidente necesitaba de un cable a través del cual mandar a tierra la "carga eléctrica" de coraje inútilmente exhibicionista que se le atribuía; pero no a cualquier tierra sino a una en especial: la del Fuego, en obvia alusión a la riesgosa navegación por los canales fueguinos. Todo entre dos mástiles con discos en los que pueden seguirse los puntos tocados por Roca en su gira: Bahía Blanca, Puerto Madrid (refiriéndose con sarcasmo a Puerto Madryn), Santa Cruz, Ushuaia, Canal de Beagle y Punta Arenas:
Y después, en la edición del 4 de marzo, Cao esbozaba otra ácida viñeta: bajo el título "The British Chubut" (por el pedido de independencia de Chubut bajo el protectorado británico que mencioné en las partes primera y segunda de este artículo) y con el epígrafe "Lo que desean los galenses", los dibujaba como unos gauchos anglicanizados que danzan y zapatean al frente de una "Whisky Pulpería Store Limited" en la cual flamea la bandera de la Union Jack, levantando mucha polvareda (aludiendo a la gran conmoción que había provocado la noticia en la opinión pública), algunos con sombrero de explorador, otro fumando en pipa y con una botella de whisky al cinto, al compás de la música ejecutada por un guitarrero mientras una galesa toma mate a su lado; todo en medio de un ambiente que aparece confuso, difuso:
Y una sutileza de Cao: la rastra del guitarrero en vez de monedas, luce lo que son inequívocamente atributos masónicos como la escuadra, el compás, etc., tal como podemos apreciar claramente en este detalle ampliado del dibujo, con símbolos de la francmasonería debajo, de modo de poder resaltar mejor la similitud:
Sin embargo, esa que transmitía la prensa no era la realidad real, tangible, sino una realidad virtual; porque ni el viaje presidencial perseguía los propósitos que se le asignaban, ni los colonos galeses (al menos, no todos y ni siquiera la mayoría de ellos) querían ser británicos, tal como expondré a continuación.
El 23 de enero el Belgrano y el Patria fondeaban en Puerto Madryn, que era en 1899 lo que pueden observar en la imagen siguiente: seis edificaciones en total (el galpón de la subprefectura -desierto, porque dos años antes había sido suprimida por razones presupuestarias y recién después del viaje presidencial sería reactivada-, otro pequeño galpón para oficina del telégrafo -que se estaba instalando por entonces-, el galpón grande del ferrocarril a Trelew, dos casas y un almacén):
El martes 24 por la mañana, el presidente Roca y su comitiva desembarcaron en Puerto Madryn donde los aguardaba un grupo de vecinos del valle encabezados por uno de los pioneros galeses llegados en 1865: John Murray Thomas; para dirigirse en tren desde allí a Trelew. El momento fue captado por Carlos Foresti, el fotógrafo viajero:
Para la visita presidencial los galeses habían tirado la casa por la ventana, refrendando con hechos lo que antes habían expresado en un telegrama dirigido a Roca: que no todos estaban de acuerdo con la pretensión de autonomía ni con la actitud confrontativa respecto al gobierno nacional. Llegada la comitiva a Trelew, se le había preparado en el hotel El Globo un pantagruélico almuerzo, tras el cual el Zorro y sus acompañantes fueron invitados a dirigirse a Gaiman en los carruajes de los colonos.
Arribado a esa localidad, al apearse frente al hotel Gayman el presidente, recibió una cerrada ovación de los galeses que se habían concentrado allí con sus familias para entonar en su presencia el himno nacional argentino (momento muy emotivo y cargado de significado, ya que lo habían aprendido en tiempo récord pues eran pocos los que hablaban el castellano). Seguidamente, en el hotel se sirvió una merienda tras la cual el Zorro pasó el resto de la tarde cabalgando por los alrededores y departiendo con los colonos. En la chacra de Edward Owen, John Murray Thomas captó la imagen que sirve de portada al presente artículo.
A lo largo de ese martes Roca, con maneras muy amables y diplomáticas pero a la vez no exentas de firmeza, recordó personalmente a los galeses la decisión irrevocable del Estado de asimilarlos al resto del país, hizo de su propio peculio una donación de 500 pesos para la escuela que se estaba construyendo, anunció que enviaría dos maestros argentinos para Trelew y Gaiman, comprometió el incremento en la frecuencia de los transportes marítimos, la extensión de las líneas telegráficas, el establecimiento de una sucursal del Banco de la Nación Argentina y la instalación de una guarnición militar. Antes de concluir su período presidencial, había cumplido todos y cada uno de los puntos a los que se obligó, empezando por el que constituía todo un símbolo en sí mismo: treinta y dos días después de la promesa presidencial, esto es, el 25 de febrero de 1899, llegaban a Puerto Madryn los maestros Eduardo Alderete y José Vicente Calderón, acompañados por el inspector del Consejo Nacional de Educación Raúl B. Díaz.
La adopción por parte de esos esforzados galeses -quizá inconsciente en algunos casos o en todos, vaya uno a saber- de la nacionalidad argentina mediante la comunión psíquica entre la geografía local y sus corazones y cerebros; quedaría sellada definitivamente por la acción de la escuela pública. Esto aparecía inserto ese año en El Monitor de la Educación Común, órgano oficial del CNE:
Al año siguiente los colonos le escribían al inspector Raúl B. Díaz (debería haber, hasta en los pueblos más remotos de la República, en homenaje a este hombre ilustre una estatua suya y una calle que lleve su nombre):
Los que suscriben... en su mayoría padres de familia, a Ud. respetuosamente piden quiera interponer su influencia ante el Consejo Nacional de Educación para crear una escuela de ambos sexos en esta apartada colonia... La necesidad de una escuela, señor Inspector, se hace sentir teniendo en cuenta que la mayor parte de los pobladores somos extranjeros que quieren inculcar a sus hijos el amor a esta patria que nos da albergue. Conociendo su acendrado patriotismo y su amor por el proceso educacional, no dudamos que dará los pasos necesarios para acceder a nuestro pedido.
No obstante, no todo el campo era orégano; también habían malezas y ortigas: el sector más radicalizado de los galeses en cuanto a sus ridículas aspiraciones de independencia y aislacionismo, tenaces en su rencor hacia las autoridades nacionales por supuestos agravios e insatisfechos reclamos; llevó a que en mayo de 1902 más de 200 de ellos se fueran al Canadá.
En 1900 Roca relevó de su cargo de gobernador del Chubut al poco dúctil coronel Carlos O'Donnell, cuya sola "culpa" en toda esa cuestión había sido la de poner en caja a unos pocos gringos levantiscos e ingratos; pero bueno, ¿quién dijo que la vida es justa? Los tiempos y las circunstancias demandaban para ese puesto un civil con más cintura política y mejor comprensión de la realidad del medio; por eso el Zorro lo reemplazó por Alejandro Conesa, quien cumplió una excelente gestión y avanzó en algo que a esa altura resultaba urgente e impostergable: la integración de los argentinos nativos de la región, es decir, los indios, al proceso de desarrollo de los territorios nacionales; y quien ya en 1892 siendo secretario de la Gobernación, había señalado al ministerio la necesidad de ocuparse de la defensa de la familia indígena que tanto derecho tiene a un pedazo de esa tierra que se le concede a cualquier extranjero que llega mientras esos seres desgraciados viven hasta hoy errantes, convertidos en los bohemios de la Patagonia, según sus propias -y admirables- palabras, e impulsado un proyecto de colonia pastoril enmarcado en la ley 1501 del 2 de octubre de 1884 llamada del Hogar.
Por su parte, en 1900 en su Mensaje al Congreso, el presidente Roca expresaba:
Hay hechos que debían habernos iluminado... Aquel valeroso núcleo de colonos galenses... demostrando lo que puede dar en aquellas regiones el esfuerzo perseverante del hombre, aún sin el auxilio eficiente de los gobiernos.
No es menos necesario ocuparse de la suerte del indígena... cuya aptitud para todos los trabajos físicos se ha comprobado suficientemente.
Pero el mejor reconocimiento a la prudente y eficaz política del Zorro en relación a la delicada cuestión con los colonos galeses, lo daría el mismísimo periódico de éstos: Y Drafod (o sea, El Mentor en gaélico) en su edición del 23 de octubre de 1914, esto es, cuatro días después del fallecimiento de Roca:
El territorio del Chubut y especialmente el Valle, debe al eminente político su estado actual de adelanto y prosperidad. A raíz de su visita... obtuvimos la instalación del Banco de la Nación Argentina... la instalación del telégrafo que nos unió con la metrópoli... el Regimiento 6 de Infantería que se destacó a Trelew fue el punto de arranque de la prosperidad local.
A confesión de parte, relevo de pruebas. Dicen, ¿no?
Subjetivo y tendencioso relato sobre temas de historia del asentamiento galés en la Patagonia, evidencia un prejuiicio anti galés, o anti británico (que no son las mismas cosas), y pretende hacer parecer a los primeros pobladores galeses como "gringos levantiscos e ingratos". Quizás sería bueno que recuerde Ud. que gracias a estos "gringos levantinos e ingratos", miles de kilómetros cuadrados en la zona de la cordillera en la provincia del Chubut, son argentinos y no chilenos. Infórmese si no conoce los hechos. Como descendientes de galeses, me siento agraviado por las falsedades de este artículo.
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