El muerto gozaba de buena salud
El obituario errado de un lord británico que se peleaba con San Martín y que fue héroe de varios combates navales.La Gaceta Mercantil
Por Roberto L. Elissalde *
En varias oportunidades los medios de comunicación han anunciado una muerte cuando el occiso todavía gozaba de buena salud. Recuerdo el caso de un canciller cuyo obituario salió en las vísperas de su muerte y otro episodio que me contó mi mujer en el que un reconocido banquero sobrevivió casi un mes a su estupenda necrológica.
Así fue que el 3 de mayo de 1832, el Diario de la Tarde, un periódico comercial, político y literario, anunciaba el fallecimiento en París -el 26 de enero anterior- del almirante lord Thomas Cochrane, conde de Dundonald, cuando en realidad se trataba de fallecimiento de su tío. Su nombre era conocido entre los marinos por su temeridad en tiempos de Napoleón Bonaparte, en las campañas navales contra los franceses, cuando sus enemigos lo apodaron “el lobo de los mares”. Pero en Buenos Aires también era conocido ya que había sido el comandante de la escuadra chileno-argentina que el 20 de agosto de 1820 partió desde Valparaíso rumbo a Perú, cumpliendo la segunda parte del plan sanmartiniano.
No hace falta aclarar que, “hombre violento y de naturaleza fogosa”, tuvo sus desencuentros con José de San Martín, con quien jamás pudo entenderse y a quien desconoció finalmente, separándose y llevándose la escuadra.
Nuestra Gaceta Mercantil, sin duda mejor informada que el Diario de la Tarde, al día siguiente desmintió el fallecimiento de Lord Cochrane, cuyo nombre completo era Thomas Alexander, y aclaró que el muerto era su tío, Sir Alexander Cochrane, quien había fallecido a la edad de 73 años. La confusión se debió a que éste también era un prestigioso marino que había servido en la Royal Navy desde la guerra de la Independencia en los Estados Unidos, ocupado cargos políticos y reconocido por sus largos y valiosos servicios.
Nuestro conocido Thomas Alexander, que dicho sea de paso nunca estuvo en Buenos Aires, tuvo una larga vida: murió a los 85 años el 31 de octubre de 1860 y sus restos descansan en la Abadía de Westminster, después de haber servido en las marinas de Chile, Brasil y Grecia.
Un detalle muy interesante del fin de su vida es que en 1859, el conde Dundonald publicó una obra en dos volúmenes titulada “Narración de los servicios para la libertad de Chile, Perú y Brasil de la dominación Portuguesa y Española”. El primer tomo se refería a la campaña de Chile y Perú y el segundo a su actuación en Brasil. En nuestro medio esta primera edición se encuentra en la biblioteca del general Bartolomé Mitre, en cuya casa de la calle San Martín puede consultarse.
El libro fue lo que se llama un "best-seller" ya que al año siguiente, 1860, el primer volumen, de especial interés para los chilenos, se tradujo por Santos Tornero en la Imprenta y Librería del Mercurio, en Valparaíso, bajo el título “Memorias de Lord Cochrane”. La obra fue motivo de polémicas encontradas y tal fue el interés y la demanda que en 1861 otra edición de gran tirada veía la luz en la Imprenta Garnier de París, como en Chile y en Madrid por la Biblioteca Ayacucho en 1916.
Apuntan sus biógrafos que Cochrane casó en 1812 con Catherine Celia Barnes a pesar de la oposición familiar. Ella lo acompañó en muchos de sus viajes pero cuando partió al mando de la expedición naval al Perú ella se quedó en Santiago, siendo interesante la descripción que hace en sus Memorias: “Poco después de mi partida para el Perú, la condesa Cochrane emprendió un viaje a través de la cordillera a Mendoza, estando los senderos, en aquella estación, a menudo cegados de nieve. Yendo encargada de conducir importantes despachos, caminó con ligereza, llegando el 12 de octubre al famoso Puente del Inca que está a 15.000 pies sobre el nivel del mar. Aquí la nieve había aumentado a tal extremo que era imposible caminar más adelante, viéndose obligada a quedarse en la casucha o casa de refugio construida sobre la nieve para la seguridad de los viajeros; el frío intenso que se experimentaba en medio de la ausencia de toda comodidad, pues no tenía otra cama mejor que una piel seca de buey, producía un grado de sufrimiento que pocas señoras querrían experimentar”.
Y continuaba: “Al ir prosiguiendo su mula a orillas de un sendero peligroso que había inmediato, un realista que se introdujo en la compañía sin ser llamado, se adelantó en dirección opuesta, queriendo disputarle el camino en un punto donde al menor paso falso hubiese sido precipitada en el abismo que veía a sus pies. Viendo el movimiento, uno de sus asistentes, un soldado honrado y fiel llamado Pedro Flores, y adivinando las intenciones de aquel hombre, echó a galope hacia él en un momento crítico y le arrimó una violenta bofetada, impidiendo así sus sanguinarios designios. Luego que el traidor se vio vigorosamente atacado echó a escape, sin esperar vengarse del golpe recibido. Por esto, sin duda, se evitó otra tentativa contra la vida de mi esposa”.
El retrato que acompaña el artículo es de Lord Cochrane con su uniforme en sus últimos años, al tiempo que escribía las Memorias que comentamos.
* Historiador. Académico de número y vicepresidente de la Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación
Tengo entendido que este sujeto fue un tipo jodido. Me pareció leer algo sobre un cofre con oro que se habría llevado de prepo. Todo un personaje.
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